Pirineos, nieve, estaciones de esquí… todo muy bonito, pero quizás una imagen del pasado si no somos capaces de evolucionar. Nadie puede negar que la nieve cada vez es “más cara y más alta” de ver en los Pirineos y jugarse el futuro de pueblos y valles exclusivamente a esa carta es demasiado osado.
Vivimos tiempos en los que no se puede tener todos los huevos en la misma cesta. Hay que evolucionar y adaptarse, y no solo con los gustos de la gente, sino con las pautas que nos va imponiendo, sin darnos cuenta, el cambio climático.
Por supuesto que hay futuro; pero hay que trabajarlo, ver opciones. Y es ahí donde los cicloturistas podemos ser uno de los ingredientes más apetecibles para guisar un futuro esperanzador.
Hay que “facturar” todo el año: ese es el mensaje. El cómo ya es cuestión de cada uno. Si hay cartas, hay partida: nadie puede poner en duda que las hay. Y las bicicletas son parte del futuro.
Uno de los trabajos que más ilusión nos suele hacer es cuando se ponen en contacto con nosotros las Oficinas de Turismo, no solo para que les hagamos fotos o les midamos puertos, sino para dar un paso más y hacernos partícipes de alguna manera de sus planes ciclistas. Mesas redondas con agentes de distintos sectores, distintos puntos de vista, diferentes opiniones, que bien coordinadas ayudan a crear un proyecto sólido.
No hay secretos: conocerse, ser flexibles, escuchar, ver, adaptarse, evolucionar y trabajar. Casi nada llega por un golpe de suerte. Nunca podemos olvidar que todos los grandes logros del ser humano han sido a base de trabajo y esto es algo que no va a cambiar.