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Todos tenemos días buenos, regulares y malos. Hoy ha sido uno de esos días que me he levantado «a medias». Por nada en particular pero las vibraciones no eran positivas, el vaso estaba medio vacío. Enciendo el ordenador y mis temores encuentran apoyo. Un par de mails que noticias que no esperaba. Como soy de los que no saben «bajar los brazos» trato de buscar soluciones rápidamente, pero lo único que consigo es que un día que empezaba regular, empeore.
Respirar, pensar y desconectar. Me estaba bloqueando, he mirado por la ventana, el día era bueno y he pensado que la mejor solución estaba en la bici.
Tengo que pensar que soy un gran afortunado, mi horario es anarca, servicio 24, pero me puedo «escapar».
Una hora después estaba rodando. No era día de «entrenos», solo valía la desconexión, recargar fuerzas y ánimos.
He acabado en un lugar en el que no paraba hacía tiempo. Viví muchos años muy cerca de él, a menos de 1 km, y muchas veces lo visitaba. Cuando hacia footing, ya camino de casa, era mi parada final para estirar un poco antes de regresar; en mi época surfera, ahí he visto un montón de amaneceres y atardeceres viendo como estaba el golpe de mar, el viento, las líneas. Incluso alguna que otra juerga la he acabado ahí sentado mirando el mar antes de ir a dormir. Buenos recuerdos, parte de mi historia…
Unos cuantos minutos han sido suficientes. Un montón de historias y años han pasado rápidamente por mi memoria.
He vuelto a coger la bici y regreso a casa.
Los trabajos, problemas tareas, no habían cambiado pero mi mentalidad al abordarlas si.
Dudo que vaya a ser un día bueno, pero se que estoy más fuerte para llevarlo de la mejor manera posible.
Las válvulas de escape y los sitios de recreo existen. La vida no la van a cambiar pero nuestra actitud ante lo que puede llegar seguro que si.