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Vamos viendo como lo atípico poco a poco se va convirtiendo en típico, y no por gusto sino, porque seguimos estancados y a cada paso hacia adelante le sigue otro para atrás. Es frustrante saber que sabes volar pero que no puedes hacerlo, amenaza la desmoralización, pero es así y la mejor solución es siempre pelear por lo que puedes ser y no por lo que eras. A adaptarse toca.
Hemos acabado nuestra «minitemporada» de viajes. Más cercanos, con menos gente pero afortunadamente sin percances y disfrutando de la bici, del entorno y los compañeros.
Seguimos con muchos planes, con ganas de contar cosas, pero toca ser sensatos y esperar un poco.
Lo único que seguimos teniendo claro es que no estaremos parados. No somos de bajar los brazos y como ciclistas, sabemos que siempre después de un ascenso duro puede esperar una bajada donde recuperarnos.
Trabajar el ocio no es fácil con la situación actual, pero ese mismo ocio cargado de desconexión, cada vez se va a hacer más necesario. La cabeza sigue trabajando buscando el mejor camino, que nunca será mágico, pero que existe.
Como decía, el año ha sido atípico pero nos ha permitido vivir bueno momentos. Unos compartidos, otros más personales, pero lo importante es que sigamos sintiendo.
Año con la península como protagonista. Picos de Europa, Pirineos, Galicia, Mediterráneo, Andalucía… Nuestro último viaje fue a Granada, allí pude cumplir un pequeño sueño que se me había resistido en mis dos intentos anteriores. Al final, hice cumbre en el Veleta. Lo habíamos dejado final y si todo iba bien con el grupo, tendría opción de intentarlo. Las cosas fueron cuadrando, salí de la Hoya de la Mora más tarde que el resto del grupo y subí solo. Pensando, imaginando, empapándome de todo lo que me rodeaba y sintiéndome feliz. Momentos especiales, experiencia únicas.
Último tramo de sterrato en el Veleta. Desde donde acaba tan solo 50 metros andando y cumbre conquistada. Foto: A. Epelde/Ziklo