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Soy de bici, pero me gusta ver como en invierno nuestras queridas montañas se visten de blanco. Toca darles descanso y dejar que durante este tiempo sean otros los que les saquen partido.
Pero las cosas parecen cambiar. El cambio climático es evidente, un problema de presente, un fenómeno que ya afecta a todos los ámbitos de la sociedad. Vemos como en nuestras latitudes, el calentamiento global y las alteraciones de las precipitaciones van obligando a replantearse las actividades vinculadas al turismo invernal. No hay que ir lejos, podemos verlo muy cerca, en Pirineos tenemos un claro ejemplo.
Consecuencias: A las estaciones les toca reinventarse y diversificarse, poner en marcha nuevas iniciativas y equilibrar su balance verano/invierno.

Hace poco leía que para el año 2050, el Pirineo verá cómo se reduce un 50% la nieve que se acumula en sus laderas. No hay otra, su futuro nos habla de nieve artificial si se quiere ser viable a corto y medio plazo. Triste pero real.
El verano va a vivir la cara opuesta y a muchas estaciones les toca apostar por diversificar su oferta. Ahí, los ciclistas podemos salir ganando. Las infraestructuras del esquí pueden ayudar a que crezca la oferta veraniega.

¿Bueno? Pues creo que no tanto, porque, aunque para nosotros pueda ser beneficioso, de ninguna manera se me pasa por la cabeza sacar más partido a las montañas por el cambio climático. El problema es demasiado serio como para tratar de buscar un lado positivo que no existe. Poner nuestro grano de arena para luchar contra este cambio, esa sí que es nuestra verdadera misión.

Blancos que os queremos blancos. Qué la nieve cubra las cumbres…nosotros, ya regresaremos en primavera.

Fotos A. Epelde/Ziklo