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Con el comienzo del año, todos los planes se ven un poco más cerca. Cerca lejos, cortos, largos…da igual, lo que vale es que haya planes. ¿Por qué?
Para argumentar razones, recurriré al tópico de ¿Por qué invertir en experiencias y no en cosas? y a mi querido Thomas Gilovich, psicólogo e investigador de la Universidad de Cornwell (Estados Unidos).
Gilovich y su equipo vieron que el mero hecho de pensar en pagar por experiencias, ya ofrecía mayores niveles de disfrute que hacerlo en adquirir cosas.
Además, les quedaba claro que comentar lo que hemos hecho nos aporta mucho mayor bienestar que hablar acerca de bienes materiales.

Recordar una experiencia es gratificante, produce felicidad y además nos ayuda a relacionarnos. Para un cicloturista, no hay muchas sensaciones comparables a la de coronar un puerto y cumplir un pequeño sueño.
Hace poco leí un informe que hablaba de razones por la que deberíamos de tratar de vivir experiencias.Hablaba de que nos ayudan a vivir intensamente el momento y eso ayuda a producir felicidad. Nos hacen aprender, a valernos por nosotros mismos, a generar autoestima. Nos abren la mente, haciéndonos más tolerantes y participativos.
Lo vivido tiene gran carga positiva y se puede exprimir felicidad en el pre, el momento y en el post.

Lo más importante es tener hobbies, sueños, inquietudes, porque las anécdotas vividas con amigos no se olvidan nunca

Foto: A. Epelde/Ziklo