Parece que le ha sentado bien al menor de los hermanos Izaguirre el cambio de equipo. A las primeras de cambio ha sido capaz de llevarse la general final de la Vuelta a la Comunidad Valenciana. Acostumbrado a estar siempre en los puestos delanteros de la mayoría de las carreras en las que participa, este triunfo es importante no solo por el valor en sí del mismo, sino también por los rivales ante los que lo ha conseguido. Mirar el listado de los ganadores de cada una de las etapas deja bien a las claras el nivel de participación que ha habido en la prueba.
Ion tiene un palmarés corto: triunfos importantes, no cabe duda, pero pocos para un corredor que cuando decidió dejar la disciplina del Movistar, buscaba un lucimiento personal y denotaba una ambición y protagonismo que pensaba que no tendría en la escuadra española, supeditado a dos líderes claros como podían ser Quintana y Valverde.
Curiosamente, sus triunfos más importantes los ha conseguido dentro del equipo Movistar: etapa en la Vuelta a Romandía, etapa en la Vuelta a Suiza y el colofón ganando la última etapa de montaña del Tour de Francia de aquel 2016 con final en Morzine. Se fue fuera buscando el brillo personal y el poder correr como líder de una escuadra, pero cuando lo hizo (2017-2018) dentro del Bahrain Merida, los resultados no fueron ni mucho menos los esperados.
Tampoco le ha ido mucho mejor en las clasificaciones generales de las grandes vueltas que ha corrido. En el Bahrain no mejoró su mejor posición del Tour y solo en la última Vuelta a España ha conseguido por fin entrar en el Top 10 de la general final de una gran vuelta.
¿Pero eso realmente le vale a Ion? O planteemos la pregunta de otra manera: ¿son estas las expectativas marcadas por el pequeño de los hermanos Izagirre cuando dejó la disciplina del equipo con el que se encumbró?
Soy consciente de que ganar al más alto nivel y en las mejores carreras es muy difícil, pero entiendo que pese a haber tenido presencia, no son estos resultados que hayan satisfecho al bueno de Ion. Junto con su hermano tomaron la decisión de cambiar de nuevo de aires y firmar por el conjunto Astana de cara a este 2019.
Sinceramente consideraba necesario este cambio, pues algo no ha salido bien en su antiguo conjunto, y con una edad perfecta – cumple 30 años este 2019- tampoco puede dejar pasar las oportunidades para conseguir esos resultados para los que trabaja y con los que sueña.
El cambio no ha podido empezar mejor, imponiéndose en la general final de una vuelta que ha tenido una gran participación en Valencia y cuyo triunfo final lo ha labrado en la contrarreloj de la primera jornada y que luego ha conseguido hacer valer en una llegada explosiva en alto (Santa Lucía) y en una etapa quebrada de media montaña. Con Valverde pisándole los talones, pero apoyado en un gran equipo con Peio Bilbao o Luis León Sánchez, ha llegado el momento quizás de centrarse más en pruebas del calendario y renunciar un poco a la general de las grandes vueltas. Aunque yo soy de los que piensan que enfocando así la temporada, Ion Izaguirre va a cosechar mejores resultados en las grandes vueltas de los que ha conseguido hasta ahora. Al contrario que con otros corredores, mi impresión con este corredor era la de “que para la mucha presencia que aporta, qué poco le rinde”.
Por ese motivo, ese cambio de aires y el azul celeste de Astana creo le van a venir de perlas y espero un 2019 que pueda traer victorias a un palmarés que las necesita como agua de mayo, en blanco en los dos últimos años. El tiempo dirá si el pronóstico es o no acertado, pero de momento, Ion gana brillando en la crono, y aguantando en la montaña, características que cumple a la perfección y que en las vueltas de una semana le pueden reportar grandes alegrías.
Por Rubén Berasategui
Foto: Astana Team