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El próximo sábado 11 de mayo dará comienzo en Bolonia la 102ª edición del Giro de Italia. Tras varios años en los que el comienzo de la prueba marchó al extranjero y que obligaron a adelantar el inicio de la misma al viernes, regresa a Italia, concretamente a Bolonia en la región de Emilia-Romaña (en el norte del país), una de las ciudades históricas mejor conservadas y que tiene el segundo casco antiguo medieval más grande de Europa, después del de Venecia.

Los números globales de la presente edición son los siguientes:

  • 577 km distribuidos en 21 etapas
  • Inicio el sábado 11 de mayo; finalización el domingo 2 de junio
  • 18 etapas en línea
  • 3 etapas individuales contra el cronómetro: la inicial en Bolonia de 8 km; en la 9ª etapa una contra-reloj quebrada entre Riccione y San Marino de 35 km; y una final en la última etapa de 17 km en las calles de la ciudad de Verona.
  • 2 jornadas de reposo

La organización ha catalogado la presente edición del siguiente modo: 5 etapas de alta montaña, 8 etapas de media montaña y 5 etapas llanas. En nuestro análisis profundizaremos en dicha clasificación y catalogaremos las etapas conforme a nuestro propio criterio.

A simple vista y a la hora de analizar un recorrido de una gran vuelta por etapas, debemos hacernos siempre la misma pregunta:

¿Se trata de un recorrido compensado?

Si la respuesta es de un escueto sí o no, me decanto por un rotundo NO: nada que no se aproxime a 100 km de lucha individual contra el crono podrá serlo. Si nos atenemos a la evolución que están teniendo las grandes vueltas por etapas, pues diremos que es el más compensado de todas ellas y la única carrera que se atreve a combinar etapas cortas y explosivas, con otras largas y de fondo, porque el ciclismo, al menos para muchos que llevamos más tres décadas siguiéndolo, siempre ha sido un deporte de fondo.

Podríamos comenzar un largo y amplio debate sobre lo que esto significa: sobre la necesidad de vender un producto que hoy en día llega a retransmitir etapas íntegras por televisión, y por tanto la necesidad de adaptarse a ello. Yo no soy contrario a las etapas cortas, pero el problema es cuando se abusa de ellas. No tiene nada que ver este deporte afrontando un puerto con 7 horas en las piernas de etapa a hacerlo con 3. No tiene nada que ver la recuperación posterior en los esfuerzos. Al final se iguala todo, pero se iguala por abajo. Dicen algunos organizadores que eliminar dureza y longitud permite una clasificación más igualada y un mayor interés en el seguimiento de la prueba.

¿Qué final de “100 metros” preferimos ver? ¿A 6 corredores en 10 centésimas, con marcas comprendidas entre 9.95 y 10.05?, ¿o a un corredor que ha corrido en 9.60, el segundo en 9.75, y el resto ni se sabe dónde anda? Yo no tengo duda de que prefiero ver la segunda carrera. Uno de los Tours más interesantes que he visto y con el que me aficioné a este deporte fue el de 1987. Las etapas y los kilometrajes fueron salvajes, y se decidió por segundos en la crono final. No, de lo único que estoy seguro es de que un recorrido flojo o con un kilometraje muy ajustado iguala por abajo, y siempre digo que una gran vuelta debería tener casi estipulado por obligación, tener al menos una gran etapa reina de 250 km y 5000-5500 m de desnivel, aunque solo fuera una. Para eso son 21 etapas, para poder tener un poco de todo.

Lo de la crono hoy en día parece una batalla perdida. Hemos pasado en 30-40 años de un polo al opuesto. Antes era imposible optar a una grande si no se andaba bien contra el reloj. Hoy en día todo un Tour de Francia tiene menos kilómetros de lucha individual que el Tour de Romandia. No, definitivamente no tiene sentido.

1ª etapa

Bolonia-Bolonia (CRI) (8 km)

Arrancamos en las calles de Bolonia con un prólogo de 8 km. Sería una crono para especialistas si la organización no hubiera decidido subir el duro repecho de San Luca dentro del casco histórico de la ciudad. Son 2,1 km al 9,7% de media: no es poca cosa. De ellos, los primeros 1500 m al 11,7%. La subida a San Luca es de sobra conocida por el pelotón profesional, pues forma parte del circuito final de la clásica italiana Giro de Emilia que suele disputarse en el mes de octubre como preparación a la cita mundialista.

El repecho es lo suficientemente largo y selectivo como para que los primeros espadas y máximos favoritos a ganar la prueba hagan su primer acto de aparición. Pese a la escasa longitud del prólogo, una mala prestación por parte de alguno de los favoritos podría hacerle perder entre 30 o 40 segundos respecto a los grandes especialistas en este tipo de pruebas. Sí, Dumoulin y Roglic en buena lógica serán las principales referencias, y el resto de aspirantes deberán minimizar al máximo la posible pérdida de segundos respecto a ellos.

Recientemente hemos visto una crono similar en el inicio de la Vuelta al País Vasco. Bien es cierto que el repecho era distinto y que la bajada final y la lluvia obligaron a tener que tomar una primera y difícil decisión: hacer la crono con la cabra, hacerla con la cabra y cambiar a la bici normal, o salir desde el inicio con la bicicleta convencional. Al no haber bajada parece claro que se optará por la cabra en este prólogo, pero el repecho final es lo suficientemente largo como para que haya que regular y medir bien los esfuerzos.

Por último, desde un punto de vista visual, la elección por parte de la organización de esta crono es un acierto. Esperemos que el día acompañe, porque el marco es difícil de mejorar.

 

 

Por Rubén Berasategui