El primero de los monumentos está al caer. El próximo sábado entraremos de lleno en la primavera ciclista con la celebración de la 110ª edición de la Milán San Remo. Antaño la llegada de la primavera al mundo del pedal era sinónimo de casi el comienzo de la temporada. Ésta se circunscribía prácticamente a Europa, y hasta que las nieves no daban paso al pelotón ciclista, la temporada no comenzaba. Hoy en día la globalización también ha llegado al deporte de las dos ruedas: la temporada ciclista hace meses que comenzó. Para cuando el viejo continente reclama la atención de los ciclistas, la serpiente multicolor del pelotón hace ya meses que empezó a andar; pero ni los Emiratos, ni el calor de Australia, Argentina o Colombia, pueden competir con la tradición e historia que carreras como Niza o Tirreno aportan al corredor. Lo que ahora tenemos, y no teníamos antes, son muchas más carreras y muchos más resultados como para poder hacer un pequeño análisis de estos ya casi tres primeros meses de competición, porque realmente es lo que llevamos de la misma.
¿Y qué información nos da lo que llevamos visto hasta la fecha?
Fundamentalmente que hay dos equipos que se salen del mapa, muy por encima del resto: Astana y Deceuninck Quick Step. Su superioridad sobre el resto está siendo aplastante. No solo en número total de victorias, sino también por el número total de corredores con las que las han obtenido.
Es difícil nombrar a un solo nombre por encima del resto con lo que llevamos visto hasta ahora, pero si tuviéramos que hacerlo y sólo pudiera dar uno solo, este sería el del francés Julian Alaphilippe. No es quitar méritos a hombres como Roglic que ha ganado las dos vueltas por etapas que ha corrido, Bernal que ha impresionado en Niza, Fuglsang que ha maravillado con su estado de forma, al equipo de Julian que ha ganado todas las clásicas belgas corridas hasta la fecha y con diferentes nombres… Pero dos son los motivos que hacen que me decante por el francés.
En primer lugar, que está en la parte importante de su temporada, donde las grandes vueltas por etapas, con excepción de Niza y Tirreno, aún no se han celebrado, y por tanto porque estamos inmersos en su terreno predilecto: las clásicas.
En segundo lugar, porque en cada prueba por etapas en que ha tomado parte se ha ido con alguna victoria parcial, y porque ha vencido de manera brillante en la que viene a ser hoy en día el sexto monumento del ciclismo, ya que la Strade Bianche goza, pese a tener un corto historial, del máximo de los prestigios y honores y es conocido hoy en día como el sexto monumento del ciclismo entre los aficionados, si bien es cierto que los puristas siempre dirán que monumentos hay cinco y se acabó la discusión.
Alaphilippe ha ganado la primera gran clásica que se ha disputado hasta la fecha, y a dos días de correr La Classicissima, parte como uno de los favoritos al triunfo final. No lo tendrá fácil, al ser hoy en día una prueba muy difícil de prever y de romper el sprint del grupo principal. Si quiere ganar deberá atacar y romper en el Poggio, como hizo el año pasado Nibali. Con la diferencia de que el tiburón de Messina no era un hombre vigilado, y un salto del francés recibirá una respuesta inmediata pues será la rueda más vigilada y a seguir en la corta y última ascensión cercana a la línea de meta. Sí, si Julian quiere vencer el sábado, va a tener que romper el grupo con el margen suficiente para mantener lejos al pelotón que volará por darle caza.
Prever el resultado final de San Remo es quizás a día de hoy la clásica más difícil para apostar. Ningún monumento lo es, pero de todos ellos el más abierto a día de hoy es esta prueba de unas características únicas dentro de los 5 monumentos. Una carrera muy táctica y que se decide en los 8 km finales, y donde los 285 previos sirven para acumular desgaste y tensión en las piernas y cuerpos de los ciclistas.
La pregunta del millón, ¿será Alahilippe capaz de romper en el Poggio? La respuesta dentro de tres días.
Por Rubén Berasategui
Fotos: Archivos Deceuninck Quick Step