MIGUEL MARI LASA
“Olfato de ganador”
MIGUEL MARI LASA. 4/11/1947. Oiartzun
Conocí en persona a Miguel Marí Lasa el pasado verano. Ambos fuimos invitados a una cena de gala, previa a la salida del Tour de Francia en Bilbao, y tuve el honor de estar sentada en la mesa junto a él. En aquella maravillosa velada, en el atrio del Museo Guggenheim, pudimos compartir algunas experiencias, pero me quede con ganas de saber más de él. Si por algo tengo predilección y nunca lo ‘he ocultado, es por esas historias de ciclismo de antes, cuando no había tantos medios ni posibilidades y la vida era mucho más dura en todos los sentidos. Sin hacer ni un ápice de menos al gran espectáculo en el que se ha convertido el ciclismo hoy en día, me sigue causando una grandísima admiración el esfuerzo y ejemplo de los ciclistas de antaño. Para comprender, valorar e incluso juzgar muchas cosas es imprescindible conocer la historia y aunque desgraciadamente nos faltan imágenes de muchos acontecimientos, en algunos casos contamos con las vivencias contadas a viva voz por los propios protagonistas. La responsabilidad y el orgullo de los que las hemos escuchado es compartirlas para que sigan vivas.
Miguel Mari me contó que montaba en bici varios días por semana, y yo le dije que había parajes preciosos por la zona de Oiartzun (Gipuzkoa), donde reside. De una manera natural nos emplazamos a una ruta en bici. Y así fue como una tarde de otoño nos dimos cita para dar un paseo en bicicleta y poder conocernos un poco más a fondo.
Previo al viaje tiré de hemeroteca y me quedé realmente impresionada al comprobar la extensa trayectoria y sobre todo la gran cantidad victorias en el palmarés de Miguel Mari. Me entretuve mirando fotografías e imaginando gestas. Ciclistas hay muchos, pero esa virtud de saber y poder rematar solo es para unos pocos. Para la ocasión me tome la licencia de invitar a mi amigo Javi Fuertes, que además de un buen amigo, es una de las personas de mi entorno cercano que más saben de historia de ciclismo. Aunque ninguno de los dos habíamos nacido cuando Miguel Mari había colgado la bicicleta, mi inquietud y el conocimiento de Javi, fueron el tándem perfecto para presentarnos en aquella reunión.
¿Cómo es tu vida ciclista hoy en día?
Ahora lo que hago es disfrutar de la bici. Le oí a Contador decir que disfrutó subiendo el Angliru y estaba echando la hiel. ¡No creo que en esos momentos se disfrute mucho! Cuando has ganado claro que se disfruta de la victoria, pero hasta llegar no. De profesional disfrutas cuando vas dominando y cuando los objetivos se van cumpliendo, pero disfrutar en el deporte profesional se hace en pocas ocasiones.
En cambio, ahora suelo salir entre semana con unos compañeros que tengo y algún domingo con un cuñado que aún trabaja. A veces salimos de aquí y otras veces desde Behobia, porque cruzando la frontera tenemos un montón de carreteritas con menos tráfico.
Siempre nos decimos, hoy vamos a salir tranquilos, pero ya sabes, te pasan ocho ciclistas y pensamos, con esos ya iremos, y ahí que vamos. Nos montamos batallitas entre nosotros y luego nos reímos. Salimos dos o tres horas y tenemos lugares donde ya nos conocen, yo no era de los de parar, pero el ciclismo ha cambiado y una paradita para tomar algo me gusta.
¿Sigues el ciclismo profesional?
Si. El ciclismo ahora esta bonito. Nosotros añorábamos que las incidencias dentro del pelotón no trascendieran y hoy en día se ve todo. El ciclismo además es el deporte más agradecido para la tele porque pueden verse muchos detalles. Además, ahora existe la ventaja que, aunque no veas algo en directo, cuando la “Etxeko Andre” (refiriéndose a su mujer) se va a dormir a veces me quedo a ver las etapas.
Como espectáculo, el Tour de este año ha sido fantástico pero las clásicas belgas y holandesas son tremendas. Soy admirador de Van Der Poel, y en general de los ciclistas que hacen espectáculo. Ahora hay un ramillete de buenos ciclistas, algunos para clásicas y otros para vueltas. Van Aert es otro fenómeno y Evenepoel. Vinegegaard que parecía que llegaba sin hacer ruido, pero como anda y luego está Pogacar.
Javi le pregunta a Miguel Mari si no ve en Pogacar algo de Merckx
¡Merckx es mucho Merckx! Estos son muy buenos pero lo que hacía Eddy Merckx no va a ser fácil de igualar. En nuestra época, nos llevaba a nosotros en preparación más de diez años. Era majo, y todavía tenemos buena amistad. Nos llamaba “vasco” a cada uno de nosotros. Nosotros, con el equipo KAS, le hacíamos daño, pero no le poníamos la puntilla, eso sí, se lo poníamos difícil.
Si lo trasladamos ahora era un poco como si Merckx fuera el Pogacar de hoy en día y el KAS fuerais el Jumbo apunta Javi.
¡Exacto! En un Giro no sé si entramos cuatro o cinco del KAS entre los diez primeros y gano él. El ganaba siempre.
¿Cómo era la relación entre vosotros en aquella época?
Era buena. Por la mañana al ir a firmar, solíamos estar hablando y eso que el idioma antes era francés e italiano, ahora parece que es el inglés. En las escapadas o al finalizar la etapa, también coincidíamos. En el hotel solíamos estar juntos con otros equipos y al final haces relación porque convives muchas horas. Había algunos belgas, Verbeke por ejemplo o Roger De Vlaeminck, que también corría ciclocross, con los que tenía buena relación.
¿Este año hemos tenido el Tour en casa, como ves el despliegue de medios que hay a diferencia de lo que tu viviste?
Me ha hecho mucha ilusión. En nuestra época éramos precarios comparando con el ciclismo actual. El tema del ciclismo es muy particular, y ver cómo van entrado empresas importantes a patrocinar el ciclismo e incluso países, es muy bueno. Ahora la cobertura de los medios es grande y esto es importante.
En Euskadi hay mucha afición. El ciclismo en general tiene muchos seguidores. La suerte que tiene el Tour es también la fecha y que todo Francia vive pendiente de lo que pasa.
El tema de la cobertura mediática es algo que ha cambiado mucho, da pena que no haya más imágenes de vuestras gestas.
Ahora a los ciclistas se les reconoce, la televisión da visibilidad y se les pone cara a todos. En nuestra época, los periódicos eran los que daban las noticias de deporte, pero no había apenas imágenes. Fijaros que valor tenía la prensa que una vez hablando con uno acerca de la carrera le conté lo que había pasado y me decía, ¡A mí no me engañas que he leído el periódico y no ponía eso! ¡Y me lo decía a mí que lo había vivido!
Vamos a los comienzos ¿Cómo fueron tus comienzos en el ciclismo?
Mi hermano José Manuel me lleva nueve años. Él era ciclista y era muy bueno. Ganaba un montón de carreras y todos los fines de semanas venía a casa con trofeos. Primero de amateur, después fue olímpico y llego a profesional.
Nosotros para ir a la escuela teníamos dos kilómetros del caserío al casco urbano. Más tarde estudie en Rentería que está a unos cinco. Saqué el título de Maestro industrial en la rama de electricidad en San Sebastián. Entonces había autobuses, pero solía ir en bicicleta. A San Sebastián hay quince kilómetros e iba mañana y tarde porque volvía a comer a casa.
Los amigos cuando salíamos en bicicleta ya me decían que tenía que correr, pero mi padre no quería, decía que ya valía de deporte. Había que estudiar y ayudar con el trabajo del caserío. Yo iba bien en los estudios y acabe maestría. Un día, Jaime Ugarte que estaba en la Federación, y organizaba una carrera, me dio un culote y una camiseta y me invitó a correr en Legorreta. Le dije a mi madre “gaur kikerra egindo dut” (hoy voy a hacer pellas a clase) y fui. Estábamos ya terminando la carrera e íbamos cuatro escapados y justo delante se me cayeron dos y yo detrás de ellos, con tan mala suerte, que me rompí la clavícula. De allí fui a la clínica con Jaime y el Dr. Etxebarren, una eminencia en traumatología me vio allí medio llorando con los mocos colgando, me puso un vendaje en ocho y a casa. Llegamos a casa y abrió la puerta mi padre, que era un tiarrón de 1,85 de altura. Jaime le contó que me había caído y mi padre le contestó que quien me había dado permiso para ir a correr ninguna carrera. Jaime me dijo que había pasado uno de los peores momentos de su vida, así que después de aquello os podéis imaginar lo que costó volver a empezar a correr…
En aquellos momentos no se veía el deporte como una manera de vida. Ahora quizás es diferente. Es totalmente compatible estudiar y hacer deporte. Hay chavales que con dieciséis años ya están casi debutando en profesionales y hay tiempo también más adelante, puede también salir uno con veintidós años bueno.
Yo seguí dale que te dale insistiendo a mi padre, “sega pikatu” (afilar la guadaña) y le decía: “Aita, que ya he terminado los estudios y quiero probar, aunque sea solo un año” y al final me dejó. Empecé como independiente y más adelante pasé al FAGOR amateur.
Tuve que ir a Barcelona a trabajar con la empresa Seat durante quince días y me llevé la bici. Había una vuelta de chavales en Tarragona y antes de volver a casa me fui en bici desde Barcelona a Tarragona. Juanjo Arratibel me llevo la ropa de ciclista desde casa. ¡Casi gano! Tuve una avería mecánica, pero estaba para disputar la carrera. Una vez vine de allí ya empecé a correr más de continuo.
¿Cuáles eran tus cualidades como corredor?
Yo creo que era para los contrarios un rival incómodo. Los miraba, e intuía lo que tenía que hacer. En aquella primera carrera que os he contado, sabía que había un tal Jose Maria Eceiza que ganaba carreras y yo llegue buscándole desde el primer momento. Era muy observador, hábil en la bicicleta, siempre buscaba la buena rueda o el momento para hacer daño. Ya hubo algún periodista que escribió que tenía más inteligencia que motor. Tienes que ser vivo en el ciclismo. También era sufridor y sabia rematar en grupos pequeños. Pasaba bien la montaña y tenía buena punta de velocidad para los finales.
Comienzas como amateur donde obtienes buenos resultados
Estuve un año amateur y comencé a destacar. Fui con la selección española a la Olimpiada de 1968 en México. Ahora, viéndolo con la distancia, lo valoro más. Corrimos con la selección en algunos países de Europa algunas pruebas preolímpicas. En México éramos muy admirados, ¡la madre patria! Recuerdo que bajamos del avión y había cantidad de gente con recortes de periódicos pidiéndonos autógrafos.
¿Cómo fueron aquellas primeras experiencias en el campo internacional con la selección española?
Estábamos en una nube, no veíamos nada que no fuera bicicleta, ¡con las ganas que tenía yo de ciclismo! ¡Yo he sido muy feliz en bicicleta!
¿Y qué recuerdas de los compañeros?
De los de aquí tenía un buen amigo, Luis Zubero. Hemos sido uña y carne, todavía somos muy grandes amigos.
¿Os exigían mucho?
Si, era muy duro. Yo creo que allí en México la preparación nos pasó factura. Después de los juegos, eran los Campeonatos del Mundo en Uruguay y no nos llevaron por la mala actuación. El trato personal era bueno. El masajista de la Federación, Jordi Roca, fue el que luego me llevó a mi durante muchos años. Aquí no teníamos a nadie y yo confié en él. Me mandaba por carta lo que tenía que hacer y yo le decía como me sentía. Con el lleve una preparación que aquí no llevaba nadie. Tenía un cuaderno con los datos que me pedía, de peso y frecuencia cardíaca que iba controlando a la mañana, después de entrenar y a las dos o tres horas. En base de aquellos datos me decía si podía machacar más o iba bien o necesitaba descanso. Media la frecuencia cardíaca a huevo porque no había pulsómetros y todas esas cosas.
¿En cuanto a la alimentación también os daban alguna pauta?
Yo siempre he comido bien y de todo, entonces no se prestaba tanta atención a esto.
,
Entonces pasas a profesional.
Mi primer equipo fue Pepsi Cola donde coincidí con mi hermano que ya era veterano. Me quería el KAS pero era un equipo tan fuerte que un chaval no iba a tener opción de hacer mucho. Gane dos carreras, Ordizia y Campeonato de España de neoprofesionales. En Semana Catalana hice sexto al inicio de temporada y después una vuelta España buena. Era mi primer año y con veinte años hice el 21 de la general con algunos buenos puestos en algunas etapas. En el 1970 fiché con el equipo Casera y ahí ya con año de experiencia fui como líder. Ya asomé la cabeza con los grandes y logré algunas etapas, una en el Giro de Italia en Loreto.
Allí años después ganó Rominger, en una llegada en repecho a un Monasterio, y el ultimo en vencer ha sido Mathieu Van de Poel en una Tirreno Adriático recuerda Javi ¡Una etapa en el Giro de Italia! Exclamo yo ¿Cómo te tomaste aquello Miguel Mari?
Aquello me dio fuerza y más valor, sobre todo con aquellos que han confiado en ti. Yo en La Casera ya iba de líder, pero el resto ya empezaba a verte de otra manera
Aprovechando que a la conversación se unió Pili, la mujer de Miguel Mari, me tome la licencia de preguntarle cómo fueron aquellos años para ella y de esta manera incluirla también en la conversación.
Estuvimos tres o cuatro años de novios y vamos a hacer cincuenta años de casados. Solía viajar con mi hermano que también era muy aficionado al ciclismo a ver algunas carreras. Con Mariví, la mujer de Luis Zubero, éramos intimas y también viajábamos mucho juntas. Nos llevábamos muy bien las dos parejas. Los directores de antes eran un poco carcas y no podíamos estar mucho con ellos, pero nosotras nos arreglábamos bien.
He tenido a los dos hijos sin él, compartía con nosotros Pili. ¡Le conocí al hijo mayor a los dieciocho días de nacer! recuerda Miguel Mari. Este año Van Aert dijo que dejaba el Tour si su hijo nacía, pero en aquellos tiempos era impensable algo así.
¿Después de La Casera como siguió tu evolución?
Tras un año en La Casera iba a comenzar un nuevo proyecto con Orbea pero no llegaba pasta y se deshizo, así que pase a KAS. Ya no me importo ir allí porque ya estaba al nivel de los mejores y aún y todo tuve problemas porque era un equipo plagado de figuras. Para dirigir aquello hacía falta carácter y al director quizás le faltase un poco.
En la Vuelta España del 1974 que ganó Tarangu iba yo de líder. Íbamos disputando la carrera y llegábamos a Formigal. En el Kas íbamos controlando la carrera y hubo una escapada con José Manuel Fuente y Pepe Grande. Nosotros tranquilos, pero ya iban a un minuto, y después dos minutos. Voy a donde el director y le comento, oye, que este se va, refiriéndome a Tarangu y me decía, este mañana cogerá una pájara y nada, porque en aquel momento José Manuel no era lo que fue luego. Termino la vuelta y con aquellos dos minutos gano él y yo hice segundo. Siento que me falta esa vuelta
Aquello debió de ser duro para ti…
Entré al equipo con una ficha importante para la época y esas cosas generan tirantez. Tarangu tras aquella vuelta se asentó y luego fue un gran corredor. Yo no fallé, hice una buena vuelta, pero no podía atacar a un compañero. Después de aquella Vuelta, he hecho otra vez segundo, dos terceros, cuartos y etapas, pero en el historial me ha faltado esa victoria.
Eras un Valverde de la época Miguel Mari, exclama Javi. Que no pasa delante la gran montaña, pero se defiende muy bien en la Vuelta España.
¡Para ganar seis o siete carreras al año ya hacía! contesta Lasa.
Lo cierto es que, repasando tu palmarés, tienes muchísimas victorias en categoría profesional
En grupos de ocho o diez ciclistas sino había un puro velocista siempre tenía opciones y etapas con todo el pelotón también he ganado alguna. En el Giro gané en una recta con todo el pelotón en Forte di Marmi, iban allí todos los sprinters, salí por una esquina y gané. En el Tour de Francia gané en Bélgica y también en Biarritz.
Firmé para tres años en el KAS y renové un año más hasta el 1975.
¿En cuanto a los salarios como eran en aquella época?
La gama alta ya ganaba un dinero comparando con un sueldo medio. Yo quería darle a la madre, pero mi aita no quería. En el 1974 me casé y tuvimos a Gari en 1976.
¿Del KAS a Italia?
Me gustaba de Italia la disciplina que había y la estructura que tenían los equipos. Llevaban a los ciclistas más mimados. Después estaban los tifossi. Yo había ganado en Italia y era el vasco Lasa. El SCIC-FIAT era un equipo majo y me hacía ilusión correr en Italia. Pili añade a la conversación que aún hay aficionados que le escriben a Miguel Mari.
Recién casados y estuvisteis unos años a distancia
Cuando había carreras igual estaba un mes en Italia. Allí tenía la casa del director y cuando tenía ocho o diez días sin carreras venía a casa. En el 1976 corrimos Tirreno Adriático y tras aquello era la Milán San Remo. Estábamos esperando al primer hijo, le llamaba a Pili, pero tampoco me atrevía a decir que iba a ser padre. Gari nació la víspera de la Milán San Remo. Al acabar la carrera, ducharnos, cambiarnos de ropa, vestirnos de paisano y al autobús y de allí a la semana catalana. Conocí a Gari con 16 o 18 días. Ya me habían enseñado alguna foto, pero fue mucha alegría. Mi otro hijo, Gaizka, nació seis años más tarde cuando ya había dejado de competir.
Corristeis muchas clásicas también en aquellos años ¿Que nos cuentas de los monumentos del ciclismo?
Corrimos Milán-San Remo, Paris-Roubaix, Lieja, Flecha Valona. Milán-San Remo es la más fácil y la más difícil, es fácil de hacer porque no tiene dificultad, pero es tan difícil, porque después de seis o siete horas… Es una carrera bonita, hasta Génova se llega a mil por hora y yo creo que a nosotros nos faltaba un poco el fondo para el final. Roubaix bien, yo iba mentalizado. Es un terreno donde me defendía, pero en el infierno empezaba la verdadera batalla y pinche, pero te puedes imaginar el coche donde venía así que me paré y un compañero me dejó la rueda y acabar, acabé. Es una carrera bonita, pero tienes que estar muy preparado y tener fortuna.
¿Qué medida de cubiertas llevabais? pregunta Javi
21 o 22. Ahora los ciclistas en esas clásicas llevan 28.
Yo muchas veces pienso en la dureza de los inviernos con el material de aquella época. ¿Cómo lo recuerdas?
Yo no miraba al tiempo si llovía o no. Cuando tenía que entrenar tenía una capa gigante de guardia civil y me la ponía por encima del manillar. Recuerdo que solía hacerse un charco entre el manillar y yo de agua, y recuerdo una vez que hasta bebí de allí. Ahora la gente viaja a Canarias o al Mediterráneo a entrenar en invierno, pero nosotros estábamos aquí. Mi hermano tenía un hotel en Moraira y los últimos años si fui allí.
Recuerdo otra vez en Francia que había un río que inundó una carretera y allí pase levantando los pies hasta que el agua casi llegaba al sillín. Compitiendo me iba bien el agua por eso andaba mejor en la Vuelta España que era en primavera.
En realidad, nunca me prepare para correr en Tour, mi objetivo era siempre la Vuelta y en el Giro también solíamos andar bien sobre todo al principio porque el final tenía mucha dureza, el Stelvio, Tre Cime… Yo iba con Paco Galdós cuando hizo segundo en el Stelvio. Le animaban a Bertoglio como locos, yo subía el Stelvio a buena distancia de ellos pero podía oír a la afición.
¿Recuerdas llegar a las Grandes Vueltas bien preparado?
Sí, solía saber cuántos kilómetros necesitaba para estar bien de forma y procuraba de un año para otro tener referencias. Aún conservo todo anotado. Ahora que se habla de varios picos de forma, yo no sé si están acertando. Yo nunca he tenido dos picos en una temporada y les pregunté un día a unos remeros a ver cuántos picos les daban a los chavales y me contestaron que con uno ya basta. El cuerpo no es tan mecánico.
Del SCIC pasaste al equipo Teka
En Italia la preparación era muy diferente y no encontré ese momento álgido. Aquellos entrenaban muchísimo más que nosotros aquí y yo creo que se me pasó la forma. Gane una etapa en el Tour con ellos y allí me vino Santiago Revuelta y me ofreció lo de Teka.
Con Teka respondí bien, recuerdo una Vuelta España que gano Freddy Maertens (Equipo Flandria) arrasando. Aquellos eran como ahora el Jumbo actual y ganaron 13 o 14 etapas y yo fui segundo. El ultimo día además ganamos al KAS por equipos. Cambiaron la llegada a San Sebastian por Miranda de Ebro. Acercándonos a meta me di cuenta de que el viento venía de cara pero había un giro a la derecha. El equipo Flandria dominaba con Pollentier, De Meyer y Freddy Maertens, nos sacaban los ojos al resto. Estaba Klaus-Peter Thaler en el Teka conmigo y en la meta ganó Maertens pero como entramos dos compañeros delante ganamos por equipos.
Estuve dos años en el equipo. Otro recuerdo memorable fue la etapa que gané en el Tour en 1978 en Biarritz porque lo hice como por arte de magia. Salíamos de Bordeaux todo llano hasta meta y yo quería ganar una etapa, además, esta era llegando a casa. Estuve pensando a ver cómo podría ganar al pelotón, yo esprintaba, pero en grupos grandes siempre es más difícil. Estaba Jan Raas (Ti-Raleigh) que buscaba también la victoria de etapa y aún no la había conseguido y me puse a su rueda. La llegada era en un hipódromo donde corrían los caballos sobre tierra y ahí mismo habíamos llegado ese mismo año en la Vuelta al País Vasco. Iba a rueda de Raas al que le llevaba su equipo a tope, el arrancó con todo el desarrollo pero se le hicieron largos los últimos cien metros, le pude pasar y gané. Estaba allí la familia. Que ganara un equipo como el Teka una etapa en el Tour de Francia fue algo muy grande.
Más que la victoria en sí, la verdadera satisfacción fue que me saliera lo que había pensado la noche anterior.
¿Entonces, dirías que las victorias se sueñas o surgen?
Las victorias se trabajan y se estudian. Es importante estudiar a los demás. Si tengo que disputar contigo una prueba, tengo que conocerte, saber dónde tienes el punto débil, tener en cuenta tu habilidad.
Pili: Yo estaba allí y me dijeron que había ganado. Había mucha gente conocida y amistades allí.
¿Ese olfato aun lo conservas hoy en día cuando ves carreras? pregunta Javi
Si, a veces hablo solo y les critico a muchos porque hay cosas que veo claras.
Finalizaste la carrera en el equipo ZOR con Mínguez con toda la veteranía que habías cosechado años atrás.
Miguel Mínguez fue el mejor, leía muy bien la carrera y te hablaba claro y natural. Cuando hay uno que tiene el mando los demás no pueden sacar la cabeza. Cuando el que manda no ejerce, si hay algunos gallos que le pueden, surgen los problemas. Mínguez decidía.
Ganamos muchas carreras, Faustino Rupérez ganó La Vuelta. El último día en la Sierra de Madrid llegábamos a Segovia y a medio puerto yo me aparto después de hacer mi trabajo y se quedan allí delante los que estaban disputando. De pronto me viene Mínguez y me dice que se ha quedado Rupérez, había poca diferencia y yo que ya había hecho mi labor, no sé ni cómo, arranco y llego a su altura, le cojo del hombro y le digo ¡pero tú que haces aquí, ahora tienes que morir! Le anime y le lleve a rueda hasta que pillamos a los de delante, coronamos y a meta. Mínguez cuando llegó no le abrazó a Rupérez vino a mí y me dijo, ¡viejo! Le salvamos.
¿Como fue para ti ese cambio de rol? Un ciclista como tú que había vivido el liderazgo, pasar a hacer una labor de equipo.
La ley natural dice que cuando uno tiene 21 años tienes más chispa, genio capacidad… Con 31 años yo ya estaba en otro momento. Tenía buen nivel y disfrute mucho. Para los compañeros a veces era la salvación.
¿Cuándo llegó el momento de dejar el ciclismo como lo viviste?
Fue natural. Fue una decisión propia. Ese último año gané una etapa en el Giro y otra en La Vuelta. Yo veía que a más no iba a ir y no quería tampoco arrastrarme. Me quedé en paz, tranquilo en lo deportivo pero reconozco que con pena. Dejé el ciclismo en 1981 y por ponerte un ejemplo yo ganaba 10 y otro corredor 6. En dos años entró la televisión a retransmitir las carreras y el que antes ganaba 6 paso a ganar 50.
¿Qué es lo mejor y lo peor que te ha dado el ciclismo?
He tenido algunos percances pero del ciclismo me ha quedado todo bueno. Si que es cierto que me quedó la espina de ganar una Vuelta a España. Creo que como ciclista me faltó un poco carácter, pero he disfrutado mucho, he ganado muchas carreras y he tenido esa suerte de conseguir victorias todas las temporadas.
¿Y una vez de dejar la bici?
Dejé la bici en el 1981 y Gaizka, mi segundo hijo nació en el 1982. Pude vivirlo de otra manera. Al dejar la bici me dediqué a otras cosas. En el año 91 me llamó un equipo que se llamaba Wigarma porque se había quedado sin director para dirigir la Vuelta España, pero era seguir en lo mismo, todo el día fuera de casa, y dije que no. En nuestra época no podías vivir de las rentas e hice diferentes cosas. Me metí primero en lo que es Etxeondo ahora, después montamos un almacén de bicicletas, puse una tienda, tuve mi marca de bicicletas y hasta jubilarme estuve como comercial.
Con los medios has tenido siempre muy buena relación
He estado muchas Vueltas a España haciendo radio. Empecé con Tito Irazusta. En EITB también he estado.
No todos los ciclistas terminan su vida deportiva en lo más alto. Tienes toda una vida de recuerdos ¿Cómo es tu vida ahora?
Yo del deporte he salido bien. Si es cierto que no puedes comparar los sueldos de los 70 a los de los 80 pero quedé satisfecho. Ahora vivo tranquilo, de abuelo, con un título nuevo, los “yaques”, ¿no lo conoces?, nos pregunta… ya que no tienes nada que hacer, haces esto, o lo otro. Es un buen momento para disfrutar de la familia y también de la bici.
Por Ziortza Villa
Colabora: Javi Fuertes
Fotos: Andoni Epelde y Archivos MML