Autor: Jordi Escrihuela

Por Jordi Escrihuela

No nos importa lo que digan de vosotros. No os lo merecéis. Vosotros nos hacéis felices, nos hacéis vibrar. Disfrutamos vuestras victorias y nos desconsolamos con vuestras derrotas. No merecéis que duden de vuestro honor, ni de vuestro esfuerzo y sacrificio. ¡Qué injustos son con vosotros! Muchas veces no se acuerdan de las alegrías que nos dais. No tienen memoria. Que pronto se olvidan de las gestas que protagonizáis, de vuestras proezas, de correr día sí y día también al límite de vuestras fuerzas, subiendo y bajando puertos, algunos duros, muy duros, terribles.

Nos emocionáis. Devoráis kilómetros y kilómetros muchas veces a ritmo frenético. Ni siquiera podéis contemplar el paisaje. ¿El paisaje? Seguramente era muy bonito, pero vosotros ni os habéis fijado. No habéis podido. Ya puede llover o hacer frío, o un calor que os achicharre el cerebro debajo de vuestro casco, que vosotros salís igualmente a pedalear.

No os quejáis nunca. Y encima os maltratan. Eso sí, siempre os piden batalla y cuando no la hay os critican. Son aficionados de salón. Nunca están contentos. Cuando creen que les habéis fallado os condenan al infierno. Serán los mismos que meses antes os habrán elevado a los altares.

Os controlan siempre. Las 24 horas del día, los 365 días del año. Os miran con lupa. Se os presentan de improvisto, sin avisar, en vuestra propia casa. A cualquier hora, incluso de madrugada. Os pinchan, os sacan la sangre. Os incomodan. No son capaces ni de respetar vuestro preciado y escaso descanso. ¿Hasta cuándo vais a aguantar esta situación? Algunos ni siquiera os conocen. Ni a vosotros ni a este deporte. Seguramente muchos ni se habrán subido a una bicicleta. No saben lo que es el esfuerzo. Desconocen lo que cuesta poner una bici a 50 km/h ¡ni que sea en bajada!

Nosotros os seguimos admirando, como siempre. Del primero al último. Hay un dicho que dice que el que gana es un campeón, pero el farolillo rojo es un héroe. Eso es lo que sois para nosotros: unos héroes. Sólo por el hecho de estar ahí ya merecéis todo nuestro respeto, el que os deberían tener esos que dudan de vosotros, los que no os ven como entrenáis y lo que os cuesta estar en la línea de salida. Miles y miles de kilómetros de entreno, ya sea invierno o verano, para «estar ahí».

Esta gente no lo sabe, ni les importa. Dicen que miran por vuestra salud, pero vosotros ya sois mayorcitos ¿verdad? Sin embargo, ¿por qué no se preocupan de humanizar las carreras? ¿Por qué consienten que salgáis con temperaturas extremas a recorrer casi 300 km, en un día en el que además tenéis que subir no sé cuántos puertos de primera? Y además os piden lucha, hasta casi la extenuación. Sois unos héroes.

Viajáis. Os desplazáis de país en país, de vuelta en vuelta, de carrera en carrera. Solos con vuestros compañeros. Durante casi todo el año. Dejáis atrás familia, padres, hijos, amigos, para concentraros en vuestro trabajo. Qué poco agradecen vuestro sacrificio.

Lleváis vuestro físico al límite. Después de una dura carrera vuestro aspecto es lamentable: os quedáis muy flacos, casi en los huesos, y la cara quemada por el sol o llena de polvo y barro. Eso si habéis tenido suerte y no os habéis caído. Pero es igual, os volveréis a levantar, quizás con una clavícula o una costilla rota, quizás ensangrentados, con una herida abierta, con el maillot o el culote destrozado, pero os levantaréis y acabaréis la carrera ¡Qué duro es este deporte!

Ahora que de nuevo se alza el telón y vais a echar rodar, que sepáis que tenéis todo nuestro apoyo. A todo el pelotón. A todos los que formáis la serpiente multicolor, los líderes, los gregarios, los escaladores, los sprinters y los rodadores, los que ya estáis fuertes, los que lo estaréis más adelante, a los altos y a los bajos, todos, para nosotros sois GIGANTES.

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Por Jordi Escrihuela

¿Te imaginas pedalear por carreteras que atraviesan frondosos bosques de hayas en plena estación de las hojas muertas?

Idílico, cierto. Bucólico, mucho.

Durante estos dorados meses es cuando el bosque se viste de gala, y qué mejor que fijarnos en esta época en las hayas, que como joyas brillan a los rayos aún cálidos del sol de otoño.

Rodando entre alfombras de hojas comprobaremos que los bosques de hayas encierran sus misterios, porque son de cuento y donde muchas veces surge la niebla de entre las ramas de estos árboles de formas fantásticas.

¿Y por qué las hayas?

Estos bellos árboles de hoja caduca son, por excelencia, los de toda la Península Ibérica septentrional y, por extensión, también de toda la región eurosiberiana.

Así que vayamos al lugar que vayamos, entre la Cordillera Cantábrica y los Pirineos, en cualquier bosque, podremos disfrutar de la visión de un cuadro impresionista pintado con las tonalidades y colores de las hayas, cuando más lucen, serenas y bellas, solemnes y doradas, en otoño, dispuestas a dormir antes de la llegada de los rigores del invierno.

Será entonces cuando sus ramas se desnudarán y no será hasta la primavera, y sobre todo el verano, que su verdor explotará, confiriéndoles una fuerza especial irresistible sobre el resto de masas arboladas.

Pero disfrutemos de ellas ahora, porque además dicen que los hayedos son terapéuticos.

Vamos a comprobarlo.

Las hayas.

Primero su nombre, porque su nombre significa «alimento» (de «fago», Fagus sylvatica en latín).

En efecto, sí, comida, sobre todo en otoño, cuando los animales del bosque se abastecen de sus frutos: los hayucos.

Ratones de campo, ardillas, arrendajos… hasta osos en Pirineos incrementan sus reservas de grasas antes de pasar al letargo invernal.

¿Dónde ver los hayedos ahora, en todo su esplendor?

¿En qué parques naturales nos extasiaremos con la visión de estos delicados árboles, pedaleando, mientras una fresca caricia de otoño, proveniente de la suave brisa que agita sus ramas, nos indique que el invierno está próximo?

Para que se dé este milagro de la naturaleza necesitamos zonas muy concretas de mucha humedad y mucho sol, y estas condiciones se dan sobre todo en el norte de nuestro país, donde los hayedos comparten el bosque con castaños y robles, también de hoja caduca, claro, y esto hace que se combinen todos estos colores que tanto nos atraen en estas fechas.

Puestos a elegir, el mes de noviembre quizás sea el ideal para descubrir toda esta gama dorada de matices.

Nuestra propuesta sería buscar las carreteras que surcan los frondosos bosques que se extienden desde el Parque Nacional de los Picos de Europa en Asturias hasta los parques catalanes del Montseny y la Fageda d’en Jordà, lugares para dejarse perder con nuestras bicis.

La lista de frondosidades de hayedos umbríos es muy amplia y, aún a costa de dejarnos alguno en el tintero, no podemos dejar de nombrar otros asombrosos parques naturales como el de Ordesa y Monte Perdido en el Pirineo de Huesca, el de Saja en Cantabria o el del Señorío de Bértiz, la Selva de Irati o la joya de la Sierra de Urbasa, todos ellos en Navarra: unos parajes de ensueño.

Sin embargo los hayedos no son sólo una exclusividad del norte de nuestro país, y podemos encontrar algún retazo más hacia el sur como por ejemplo en Madrid con bosques como el de Montejo, en la Sierra del Rincón y uno de los más meridionales de Europa, o el de la Tejera Negra en Guadalajara, la Pedrosa en Segovia o Cameros en La Rioja.

Podríamos continuar, pero ahora es tu turno: coge la bici y adéntrate por uno de estos bosques, déjate seducir por sus encantos, saborea los kilómetros de las rutas que cruzan estos maravillosos parques naturales.

No los devores.

Párate si hace falta.

Escucha, huele, siente y, como diría un buen amigo, ríndete, gírate, da media vuelta e inspírate.

Foto: www.rosdemora.com

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Por Jordi Escrihuela

A menudo, cuando publicamos la foto de portada de un nuevo número de la revista, al mirar ese precioso lugar elegido, sois muchos los que nos preguntáis qué sitio es, dónde es, en qué país está situado, si es fácil llegar hasta allí o cuál es el nombre de esa preciosa montaña que corona esa bonita carretera, abordada por felices cicloturistas.

Este es uno de los encantos de los reportajes de nuestros viajes que aquí publicamos, que nos permiten descubriros zonas más o menos cercanas, más o menos lejanas, que nos resultan desconocidas y que suelen esconder paisajes naturales de singular encanto.

Para dar con ellos, hay que ir con alguien de la mano, que conozca esas rutas mágicas para trasladarnos a esos parajes de ensueño.

Y ahí entra el equipo de ZIKLO, que nos lleva a recuperar para nuestra memoria pueblos y lugares muchas veces olvidados por nosotros.

Desde nuestra primera parada, hace ya muchos años, en la que iniciamos nuestros viajes en Pirineos, Asturias, Alpes o Dolomitas, habéis sido muchos de vosotros, de aquí y de afuera, los que habéis pedaleado por las travesías de nuestros puertos de montaña escogidos, en algunas con calor y en otras haciéndolo bajo el frío y la lluvia.

Seguro que son imágenes que a todos se os habrán quedado grabadas en la memoria de por vida.

Rutas buscando deporte y naturaleza, pero también gastronomía y mucha diversión.

Destinos en los que hemos buscado las claves para disfrutar de esas tierras, escuchando todo lo que nos han explicado de ellas: no sólo dureza, desnivel, altitud, sino también, cuentos y leyendas, que de un modo u otro han marcado nuestras aventuras a pedales.

Esto ha sido siempre así, o al menos se ha intentado, desde aquellas primeras andaduras durante los meses de primavera y verano.

Pero sólo en esta época y nunca más allá de finales de julio.

La gran demanda de muchos cicloturistas es, sobre todo, durante esos meses y sabemos también que son bastantes los que dan por acabada la temporada justo al iniciar sus vacaciones de verano en agosto.

Puede ser después de culminar con éxito una gran marcha de larga distancia, o de haber participado en las salidas extraordinarias que organizan los clubes, visitando el Tour por ejemplo, subiendo grandes puertos en Alpes o Pirineos, descubriendo rutas desconocidas por España o después de haber compartido uno de nuestros stages, donde sólo hemos pensado en pedalear, disfrutando de las montañas y siguiendo los pasos legendarios de los esforzados de la ruta.

¿Y después de agosto, qué?

Eso es lo que nos preguntamos nosotros.

Siempre hemos procurado organizar escapadas otoñales no necesariamente muy lejanas, ni en el tiempo ni en la distancia.

Salidas con mucha sensatez en cuanto a kilometraje, poca dureza o contenida, y que no tienen nada que ver a nuestras grandes rutas estivales.

Hemos hallado, en todas las ocasiones que nos lo hemos propuesto, lugares muy cercanos y poco conocidos para disfrutar también de los colores de esta dorada estación.

Pero siempre nos hemos quedadocon el deseo de que llegaran a buen puerto por falta de demanda.

Por falta de participación.

No cuajan nuestras propuestas entre los cicloturistas a la hora de hacer estos pequeños viajes.

Y nosotros nos preguntamos… ¿por qué?

Durante los meses de otoño podemos deleitarnos con un tiempo ideal para montar en bici: no hace ni frío ni calor, y pedalear bajo el brillante sol de octubre puede ser una auténtica delicia.

Son, y deben ser, estancias completamente diferentes a las más exigentes de junio y julio con algunos planes mucho más sencillos.

Hemos de cambiar nuestra mirada y buscar en esas salidas sosegadas excursiones a golpe de pedal sin exigirnos más allá de una buena compañía, una bonita ruta, dejándonos llevar por los dictados de nuestros sentidos, nuestras ganas o fuerzas.

Se trata de hacer de este retorno post-vacacional algo, por qué no, agradable: una escapada en familia, jornadas matinales en bicicleta y paseos culturales por la tarde, dedicándonos a la vida tranquila y contemplativa.

Estos mini-stages que podemos proponer nos servirán para abandonar nuestros problemas cotidianos del día a día: la jornada laboral más o menos estresante, el coche, las preocupaciones, las prisas o el reloj.

¿No os parece?

Además, es innegable que esas salidas en bici por carreteras con encanto rodeados por estampas en rojos, amarillos, marrones y verdes, nos deleitarán con esos parajes que parecen haber sido creados para albergar semejante explosión de colores.

Tenemos muchos y variados ejemplos en forma de destinos otoñales que os sorprenderán.

Ahora es un buen momento para recordar con los amigos y compañeros, charlando en nuestros entrañables almuerzos, lo que ha sido la temporada de marchas y salidas, aprovechando también para planear nuevos retos para el año próximo año.

Estamos abiertos a vuestras ideas y sugerencias, como no podía ser de otra manera, y con la ayuda de vuestros relevos en cabeza, os queremos continuar sorprendiendo con nuevos puertos, nuevas rutas y aportaciones muy innovadoras.

Esperamos que nos acompañéis.

Buenas pedaladas y que disfrutéis del otoño.

Foto: Pau Catllà

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LA NAVARRA EMBRUJADA

Por Jordi Escrihuela

Navarra es tierra de ciclismo pero también de brujas y akelarres.

Cuentan que estas tierras tienen un pasado embrujado donde en sus aldeas aún se oyen los ecos de un tiempo lejano, duro y oscuro, de miedos y conflictos, de rezos y plegarias, de cielo e infierno.

Entre la mitología y la realidad, la brujería fue aquí un fenómeno social durante los siglos XVI y XVII, cuando cientos de navarros y navarras acusados de poseer poderes sobrenaturales fueron perseguidos y condenados a la hoguera, torturados hasta que confesaran sus presuntas fechorías y finalmente quemados en las plazas mayores de los pueblos convirtiendo aquellos actos en auténticos circos.

Unas sesenta poblaciones navarras fueron visitadas por la Inquisición, lugares escondidos, propicios para akelarres (un lugar «larre», un personaje «ake») donde dicen se reunían para danzar, beber, comer y practicar sexo, adorando al diablo, hasta el amanecer.

Muchos de ellos eran denunciados por sus propios vecinos y el miedo se apoderaba de los habitantes de toda la región: cualquiera podría ser un brujo o una bruja. Las casas se protegían con flores secas del cardo para ahuyentar los malos espíritus convirtiéndose en todo un símbolo de protección del hogar en Navarra.

Se piensa que estas llamadas «brujas» (viejas, solitarias y pobres) buscaban en la naturaleza remedios a base de hierbas para combatir tanto las enfermedades físicas como las del alma.

Pero haberlas haylas.

Desde ZIKLO, tan amantes que somos del ciclismo y del turismo pero también de la geografía y la historia, quisimos desvelar estos pequeños y grandes misterios que aún transitan por estas carreteras configurando un recorrido único, duro y espectacular, siguiendo la ruta de la brujería en Navarra.

No es la única, pero sí imprescindible.

Así germinó la idea de la Ruta de los Akelarres, una quedada entre amigos, sin tiempos ni clasificaciones, para disfrutar de paisajes increíbles, saboreando kilómetros entre verdes praderas, donde pastan vacas, caballos y ovejas, y de las exigentes pero tremendamente bellas montañas de Iparralde.

Burguete, punto de partida de la primera persecución en bici de la brujería en Navarra.

 Auritz/Burguete y Orreaga/Roncesvalles fueron enclaves de gran actividad brujeril. Fueron numerosos los procesos y persecuciones, y es aquí en Burguete, junto a su iglesia, donde Jon (nuestro Torquemada navarro) ha concentrado a unos 40 inquisidores a pedales para iniciar la «caza» no sin antes poniéndoles en antecedentes y recordándoles que el licenciado Balanza condenó a la hoguera a cinco brujos de esta localidad.

Sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar en nuestra peculiar andadura, emprendemos la marcha atravesando un frondoso bosque o Sorginaritzaga (robledal de las brujas), lugar mágico que nos lleva, entre una espesa niebla, a conquistar Sorogain, la primera dificultad de una larga jornada, un suave ascenso rodeados de vacas y caballos que galopan a nuestro lado.

La mañana, que había amanecido fresca (11º) y con bruma, misteriosa, como si las brujas se hubieran conjurado contra nosotros para que no viésemos nada, se aclara, se abre el día y sale el sol, despejándonos un paisaje que no hay tinta verde en este mundo para describir tanta belleza. Un paraje sorprendente que nos alegra el corazón y nos llena de energía positiva para seguir adelante.

Iniciamos el descenso con cuidado, hay ovejas. La carretera se estrecha y el agua, en forma de pequeños torrentes gracias a las últimas tormentas caídas, brota de entre las piedras.

Contemplamos casas salpicadas en el paisaje, un cuadro pintado con muchas tonalidades de verde. Exclamaciones de admiración salen de los labios de muchos de nosotros y nos rendimos a la belleza de esta tierra en la que por fin nos podemos deleitar en toda su extensión. Y es que la pasión se agazapa tras cada epíteto. Hablamos de gozo, de alegría, de grandeza, de felicidad: somos pireneístas hasta la médula.

Ascensión a Lindux. Apenas llevamos una hora de caza de brujas y aún no hemos visto ninguna, pero lo que sí vemos es como algunos ya empezamos a retorcernos en las primeras duras rampas de este desconocido puerto que arranca desde las mismas casas del pueblo de Urepel, mientras el sol se vuelve a esconder entre las nubes.

La fuerte pendiente hace que se formen los primeros grupos. Vamos a buen ritmo. El barro se nos empieza a colar entre las ruedas cuando atravesamos algún incómodo paso canadiense. Vuelve a imponerse el sol mientras la niebla lentamente asciende por la carretera.

Las vistas siguen siendo un privilegio para nuestros sentidos. La temperatura sube con timidez hasta los 14º por el bosque encantado donde transitamos en este momento. Espectacular. Buscamos a Basajaun, el señor que habita estos parajes, o a la diosa Mari de los genios de la naturaleza, pero no los encontramos.

Pedaleamos en plena ruta de los contrabandistas y la niebla de nuevo se nos echa encima. Parece que nos quieran preparar una emboscada. La carretera es fantasmagórica.

 

 

Frontera, superstición y brujería

Lindux. Frío. Estamos en la muga con Francia, uno de los epicentros de la brujería en Navarra. En las cuevas y prados de este entorno se cuenta que Satán pactaba con sus fieles en los famosos akelarres.

Nosotros no estamos ni para pactos ni treguas y descendemos como almas que lleva el diablo por una estrecha pista de hormigón rayado que hace que alguno pinche. Todos esperamos no sea que desaparezca entre la niebla.

Entre cabañas de madera y una ligera lluvia mientras vuelve el sol a juguetear entre las hojas, llegamos a Ibañeta, lugar mágico del Camino de Santiago. Es curioso, pero existe una canción infantil catalana que dice «plou i fa sol, les bruixes es pentinen» («llueve y hace sol, las brujas se peinan). Muy apropiada.

No sabíamos si se estaban peinando o no, continuábamos sin ver ninguna, aunque alguna parecía sospechosa.

El descenso de este puerto es largo, muy largo, y acordamos que el punto de encuentro será Arnegi, pueblo fronterizo al que llegamos después de tres horas de intenso pedaleo. Y las que nos quedaban.  La temperatura ha subido bastante y ya alcanzamos los 19º.

Estamos reagrupados en el cruce definitivo, encima del frontón de pelota vasca de esta localidad y junto al mítico caserón situado en el desvío dirección Ondarolle y donde se desdobla la carretera: a nuestra izquierda, el tsunami de asfalto que se eleva por encima de nuestras cabezas nos muestra la primera rampa de la bella bestia Beillurti; si seguimos rectos, tal y como indica nuestra hoja de ruta de hoy, ascenderemos el no menos bruto Arnostegi, otro coloso que iniciamos con suavidad sus primeros kilómetros para luego afrontar una concatenación de cuestas, a cuál más dura, como escalones con mucho peldaño en los que hay que agarrar fuerte la bici y tirar de riñones.

Con buen desarrollo todo se puede subir.

Alternando muros salpicados en la montaña, ascendiendo entre verdes praderas, alcanzamos el Col de Elhursaro donde pedalearemos durante un buen rato por una «aérea» carretera, bordeando el collado de Urkulu y su torre-trofeo romana que erigieron aquí los romanos en el siglo I a.C. para celebrar la conquista de Aquitania, a 1423 m de altura.

Todos también celebramos nuestra hazaña de haber superado uno de los puertos más duros del Pirineo pero tenemos que seguir adelante pues la «caza» aún no se ha acabado, y entre elegantes caballos de raza Burguete y no tan refinados buitres devorando una pobre yegua iniciamos lo que parece ya el descenso hacia el cruce de Orbaitzeta, no sin antes haber afrontado alguna emboscada para que las piernas no pierdan la memoria de la dureza de estas pendientes.

Son las dos de la tarde cuando llegamos al desvío hacia Saint-Jean-Pied-de-Port. Descenso, curvas, calzada estrecha y excelentes vistas en la no menos conocida curva de herradura que hace de balcón natural de toda esta parte del Pirineo.

Parada obligada para contemplar un espectacular verde en el que parece que las brujas hayan echado un manto del color de la esperanza para que nos confiemos y nos adentremos sin temor en sus tierras.

Pero nosotros, sin miedo pero con mucho respeto, ya observamos nuestro siguiente objetivo del día cuando vemos serpentear en la montaña el repecho de Artaburu, retador y atractivo.

Iniciamos su ascenso en el famoso giro de 180º donde algunos tienen que descender algo para dar la vuelta, cambiar de desarrollo, meter todo, acoplarse a la bici y tirar para arriba con decisión para encarar la primera rampa de esta tremenda cuesta, que se las trae.

Aquí no vivirá el tío del mazo pero sí la bruja con la escoba que, remontando el collado, ya empieza a algunos a darnos fuerte en la cabeza. Ahora incluso hace algo de calor: la temperatura ha subido hasta los 20º.

Detrás de nosotros, y como no podía ser de otra manera, una C15 francesa de un pastor de la zona espera impaciente para adelantarnos. Alguien comenta que es el mejor vehículo para trabajar en estas tierras. Sin duda lo es.

La gente ya llega bastante tocada a la cuesta del 17% de Artaburu, el distinguido paso entre dos grandes rocas que cada uno afronta ya como puede. Ya queda menos.

Coronamos a las 15.30 horas y la temperatura ha descendido algo: 17º.

Brujos y sterrato: esto es «fusión»

 Nuestro recorrido transcurre ahora entrando en la Selva de Irati. Los susurros de sus frondosos hayedos, sus oscuros bosques, parecen querer transmitirnos los ecos de los temores a la hoguera de sus vecinos de hace siglos.

Un lugar de cultos paganos que nos acercarán a un mundo mágico y en el que nuestro inquisidor nos tenía preparada una gran sorpresa.

Iniciamos un tramo de sterrato que se acababa justo en el río Irati. ¿Y ahora qué? La pista forestal continuaba al otro lado, cruzando el arroyo, así que bicis al hombro y sorteando piedras, tierra y agua, damos un toque inédito a la imagen del cicloturismo… ¿por qué no?

Lo hacemos con cuidado, no sea que despertemos a las lamias, las bellas sirenas de río que enredan y enamoran a los hombres, atrapándolos y haciéndolos desaparecer para siempre.

Sin mucho tiempo para encantamientos, abordamos el sterrato y el gravel, que hacen las delicias del personal, disfrutando como niños, bordeando el idílico embalse de Irabia en plena selva sintiendo fuertes emociones, contemplando los bucólicos rincones a los que hemos podido acceder con nuestras bicicletas.

Burguete ya está cerca, pero antes del cruce dirección Roncesvalles, pedaleando ya por la estética y ondulada carretera de Garralda, de nuevo giro a la derecha y otra maravilla nos espera: cuatro kilómetros de estrenado sterrato antes de entrar en Auritz y dar por finalizada la marcha, entre abrazos, choques de manos y palmaditas en la espalda.

Habían pasado algunas horas desde que estos inquisidores, desconocidos algunos entre sí, se habían reunido para sentar los cimientos de esta pionera quedada y en este momento ya eran todos amigos. Gente que no se conocía y habían estrechado unos fuertes lazos de amistad a golpe de pedal persiguiendo mitos y creencias.

Este increíble bucle encadenando tres grandes puertos (seis dificultades, si añadimos el aperitivo de Sorogain y los postres en forma de tachuelas de Orión y Lapizea) ha nacido para crecer y quedarse entre nosotros.

También hay que valorar el aliciente de que esta ruta no se puede efectuar sin pasar por la Selva de Irati, último ingrediente de una intensa pócima compuesta por deporte, ocio, cultura, naturaleza y amistad que todos pudimos degustar para quedarnos completamente embrujados por esta tierra de ensueño.

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Polar Gran Fondo La Mussara presenta su sexta edición que vuelve al mes de mayo con un formato en tres distancias

La marcha, que espera volver a teñir de rosa las carreteras del Parc Natural del Montsant, aspira a reunir 1.000 mujeres en la línea de salida.

16.11.2018 I Este jueves, 15 de noviembre, Polar Gran Fondo La Mussara ha presentado sus novedades de 2019 en Barcelona. Una presentación que, por primera vez, ha contado con la presencia de 150 participantes que se inscribieron a través de las redes sociales en un año en el que la marcha presenta un proyecto dedicado a generar comunidad entre sus seguidores.

Una Marea Rosa de más de 27.000 ciclistas

Tras superar los 27.000 ciclistas en cinco ediciones, la Marea Rosa se prepara para una nueva edición. Será el próximo 19 de mayo, fecha en la que Polar Gran Fondo La Mussara albergará a 7.000 participantes con el objetivo de seguir siendo la marcha cicloturista que ofrece mejores servicios al participante.

En este sentido, Fernando Del Corral, director de Polar Gran Fondo La Mussara, ha explicado que “nuestra meta nunca ha sido ser los más grandes en cantidad, sino en calidad. Lograr ofrecer año tras año nuestra mejor versión para que el participante, que es el auténtico protagonista, disfrute de una experiencia óptima con todo tipo de servicios a su disposición”.

Pasión por el ciclismo

Title sponsor de Polar Gran Fondo La Mussara desde la creación de la marcha, Polar participó en la presentación respaldando el proyecto de 2019. Manu Lafora, Managing Director de Polar, ha afirmado que “para Polar es un orgullo formar parte de la gran fiesta del ciclismo que es Polar Gran Fondo La Mussara donde todos, con el mismo maillot, por un día, somos uno y somos todos. Cada año tenemos el reto de mejorar la experiencia del participante y este es el principal objetivo cuando empezamos cada edición, junto con el focus en disfrutar de un día sobre ruedas”.

“En esta sexta edición queremos seguir apoyando y liderando en participación femenina y conseguir escribir una nueva página de nuestra leyenda y la del cicloturismo”.

GF Live powered by STRAVA

Durante el evento de lanzamiento de Polar Gran Fondo La Mussara, Fernando Del Corral ha repasado las novedades que se lanzarán en 2019, “año en el que daremos un paso más en la consolidación de la marca GF para que vaya mucho más allá del concepto actual de prueba deportiva”.

Una de las novedades que presenta Polar Gran Fondo La Mussara es GF Live. Polar Gran Fondo La Mussara es una marcha cicloturista no competitiva y como tal no contará con un sistema tradicional de cronometraje. Se está desarrollando un nuevo proyecto que lanzaremos en el primer trimestre de 2019: GF Live. Una plataforma asociada a STRAVA que nos permitirá que Gran Fondo esté vivo. Que no se limite a una marcha de un dí­a, sino que refleje el día a día de los amantes del ciclismo a través de experiencias, retos y premios durante todo el año. Y que, por supuesto, permita a los participantes de Polar Gran Fondo La Mussara acceder a sus tiempos en la marcha.

Campaña Convive

Conscientes de la importancia de disminuir los accidentes en las carreteras, Polar Gran Fondo La Mussara lanza una campaña para potenciar la buena convivencia entre coches y bicicletas. A través de sus canales de comunicación y con el eslogan “Con Bici, Con Coche, Convive”, Polar Gran Fondo La Mussara ayudará a transmitir los mensajes de buena conducta en las carreteras tanto para ciclistas como para conductores.

Votación del maillot y apertura de inscripciones

Elemento representativo de Polar Gran Fondo La Mussara, el maillot oficial es una prenda de Santini de alta calidad con diseño exclusivo para cada edición. Un maillot que será elegido este fin de semana (desde el viernes 16 a las 12:00h hasta el domingo 18 a las 24:00h) por los seguidores de Polar Gran Fondo La Mussara mediante las redes sociales.

Una vez presentado el maillot oficial de la sexta edición, el próximo martes 20 de noviembre, será el momento de abrir las inscripciones de una marcha que año tras año agota dorsales.

Novedades en el recorrido

La sexta edición consolida el formato de tres distancias (188 km, 135 km y 95km) que tanto éxito obtuvo en la pasada edición y que se presenta con un cambio en el tramo final del recorrido para conseguir que tanto la salida como la llegada de la marcha sean en el recinto de Fira Reus.

Todo por y para el participante

Polar Gran Fondo La Mussara se distingue por poner en escena una marcha que ofrece a los participantes la oportunidad de sentirse, por un día, auténticos profesionales. Una organización que pone a la disposición del participante una Expo Bike como centro neurálgico con las mejores marca, servicio mecánico en carrera, servicio de limpieza de bicicletas, avituallamientos en carrera donde no falta detalle y un parking de bicicletas amplio y vigilado para que todos los participantes puedan guardar su bicicleta y disfrutar de la pasta party que se ofrece al finalizar la marcha.

Más información e inscripciones en: www.polargranfondolamussara.com

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