La palabra clave siempre es disfrutar
A menudo vemos como las campañas promocionales, sean del tema que sean, se respaldan de frases sugerentes pensadas en llamar nuestra atención e incluso sensibilizarnos. Mensajes que siempre esconden un trasfondo positivo.
Hace pocas fechas leíamos una promoción turística de la provincia de Lleida que decía: “Disfruta del Pirineo y las Tierras de Lleida en estado puro” Las carreteras de sus valles nos atraen con nuevas sorpresas a cada curva, a cada parada. Llanuras infinitas, montañas míticas y pueblos antiguos donde la buena acogida es una herencia ancestral; tradición y aventura que conquistamos en un viaje inolvidable.
Sugerente ¿no? Pero, todo perdería sentido si nuestras palabras no pueden plasmarse en hechos. Nos tientan, nos dan las herramientas, pero a la postre seremos nosotros los que tenemos que sentir “real” lo que nos cuentan.
Últimamente hemos tenido la suerte de rodar bastante en la provincia de Lleida y hemos podido sentir ese gusanillo que produce ver que lo que nos cuentan es cierto.
El atractivo de Lleida empieza por ser una de esas provincias que tiene de todo. El norte es montañoso, puro pirineo, y destacan el macizo de Beret, la sierra de Pilás, la sierra de Els Canals, la sierra del Cadí y el macizo de la Pica d’Estats, que, con sus 3143 metros, es la cima con mayor elevación de la provincia. Al sur nos encontraremos con la cordillera prelitoral, donde destacan las sierras de la Llena y del Tallat, que cierran la depresión central donde se encuentra la planicie de Urgell.
En el ámbito natural, Lleida ofrece paisajes muy diversos y está dividida en 13 comarcas
Alta Ribagorça
Alt Urgell
Baixa Cerdanya
Garrigues
Noguera
Pallars Jussà
Pallars Sobirà
Pla d’Urgell
Segarra
Segrià
Solsonès
Urgell
Val d’Aran
Con todas estas premisas decidimos hacer una pequeña incursión ciclista en el territorio ilerdense. Lleida tiene mucho que ofrecer al ciclista y el hándicap, como casi siempre, es el tiempo disponible, en nuestro caso, disponíamos de 3 días. Tocaba acotar y gracias a los consejos de Ara Lleida pudimos trazar un buen plan.
GARRIGUES
Estábamos en el comienzo de la primavera, época en la que la “plana de Lleida” se viste con sus mejores galas. Época de floración de almendros, melocotoneros… Luz y mucho color por trazados “amables” en los que conectarse y disfrutar del entorno iba a ser clave.
Ese sería nuestro primer destino. La zona elegida fue la de Les Garrigues y os vamos a presentar la ruta que realizamos con dos opciones, uno algo más larga y otra más sencilla, pero ambas con mucha parte en común y con unas características muy similares, y en buena parte con los espectaculares almendros y melocotoneros como protagonistas. No estamos hablando de una zona de montaña y por tanto los puertos no van a ser los protagonistas, pero conviene no dejarse llevar por las apariencias ya que el sube y baja va a ser constante.
Les Garrigues, limita al norte con el Segrià, el Pla d’Urgell y l’Urgell, al sur con el Priorat y al este con la Conca de Barberà, mientras que la comarca tarraconense de la Ribera d’Ebre delimita las tierras del oeste.
En el paisaje olivos y almendros marcan toda la comarca. El olivo es el cultivo más extenso de la comarca; la variedad de olivo típico es la arbequina y su aceituna, pequeña, redonda y tensa, produce un aceite sin gran acidez, muy cotizado.
Arbeca, les Borges Blanques, Juneda, Puiggròs y una parte de Castelldans configuran un espacio que, gracias a las aguas del canal de Urgell, permite el cultivo de alfalfa, maíz y, sobre todo, frutales.
Por otro lado, l’Albi, Cervià, l’Espluga Calba, Fulleda, la Pobla de Cérvoles, Tarrés, el Vilosell y Vinaixa también producen uva destinada a la fabricación de vino y cava.
Podríamos haber elegido cualquier lugar de la zona para iniciar la ruta ya que las opciones para hacer recorridos circulares son muchas. En nuestro caso optamos por uno de los núcleos urbanos más representativos de Les Garrigues, Vilosell. Vilosell es una localidad encantadora con una parte antigua que merece una visita y a la que puedes llegar por sus empedradas y pendientes callejuelas que te obligarán a “exprimirte” un poco. Actualmente hay un numeroso número de cooperativas locales donde puedes comprar aceite de oliva virgen de gran calidad y vinos de la zona. Llevarse un buen recuerdo gastronómico es tarea fácil.
Como comentábamos, nuestras dos rutas (muy similares, pero una más sencilla) buscan en todo momento carreteras tranquilas, pero son tan solo un ejemplo de lo que nos puede ofrecer la zona.
Insistimos que no es una zona para hacer etapas duras con grandes puertos de montaña, pero sí que es una zona perfecta para el que además de rodar busca algo más. Y nos vais a permitir haceros una pequeña recomendación. Comienzos de primavera, los días alargan, el sol empieza a calentar y crecen las ganas de ir acumulando kilómetros. ¿Qué os parecería hacerlo entre almendros o melocotoneros en flor? Os aseguramos que es increíble.
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