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Historias y rutas

MONTANHAS MÁGICAS

Portugal, mucho más que una Estrella

 

Por Juanto Uribarri

Mapas, perfiles y altigrafías: Franci García, Javi Fuertes, Josemi Ochoa, Juanto Uribarri/APM

Fotos: Franci García

 

Hay una frase atribuida a José Saramago que dice que España y Portugal nacieron como hermanas siamesas pero pegadas por la espalda. Y efectivamente, este podría ser el retrato de los dos países ibéricos: tan cerca, tan lejos; hermanos de sangre, pero sin mirarse a la cara; dos vecinos que comparten un mismo territorio, pero con grandes muros levantados entre sí para ignorarse continuamente. ¿Dónde ha llevado la Historia a la Hispania romana?

Cada vez que en compañía de mis amigos ciclistas me adentro en el país hermano, me viene este pensamiento a la cabeza: ¿cómo es posible que una inmensa mayoría de “locos de las cumbres” sueñen toda la temporada con su viaje a Pirineos, Alpes o Dolomitas y no se planteen ni por un momento que aquí mismo, en nuestra misma casa peninsular, pueden encontrar tesoros que no desmerecen ante los tan prestigiosos de esas codiciadas cordilleras? ¡Cuántas veces lo más deseado está lejos de nuestro alcance y la perla preciosa la tenemos a un paso!

Una vez más deberemos reconocer que el Reto CIMA (Certificado Ibérico de Montañas Ascendidas) ha constituido el estímulo principal para descubrir nuevos desafíos, pero una vez superado tal reto solo puedo afirmar con absoluta convicción que Portugal es un destino ineludible para cualquier aficionado que se precie.

Pensar que en sus poco más de 90.000 km² (algo menos que Castilla y León y poco más que Andalucía) podemos enfrentarnos a tal cantidad de cumbres, a algunos les parecerá una ensoñación. Y más aún si pensamos que la mitad meridional, al sur del Tajo, tiene muy pocas dificultades orográficas, al ser el Alentejo y el Algarve dos comarcas muy bellas y turísticas, eso sí, pero prácticamente llanas, salvo algunas cotas de menor entidad.

Pero recordemos algo de su historia. Aquel primitivo asentamiento celta, Cale (palabra de etimología discutida), donde los romanos edificaron un puerto (Portus Cale), en las cercanías del actual Oporto, acabó por dar nombre en la Edad Media a toda la región entre el Miño y el Duero. Formando parte de la Hispania romana, primero, y del reino de León después, se convirtió finalmente en el Condado Portucalense, aunque siglos más tarde el rey Alfonso VI (el del juramento de Santa Gadea cidiano) lo dejó en herencia a su hija Teresa, que fue logrando su independencia paulatinamente, hasta que el hijo de esta, y en enfrentamiento con ella, se proclame rey en 1139 con el nombre de Alfonso I de Portugal. A continuación y durante algo más de un siglo hubo de hacer frente a los musulmanes que dominaban toda la península, hasta apoderarse de las tierras más al sur que desde mediados del siglo XIII fueron ya y para siempre portuguesas. El hecho de que a finales de la decimosexta centuria el gran monarca español Felipe II consiguiera hacerse con el título de rey del país vecino no supuso en ningún momento la desaparición del reino, sino su integración en el conjunto de las monarquías hispánicas como parte de un “imperio en el que no se ponía el sol”, hasta mediados del siglo siguiente donde España y Portugal se desligaron definitivamente.

Pues bien, este “maravilloso jardín junto al océano” del que os estamos hablando es pasión, es saudade, es luz, es fado… Portugal es un mosaico de paisajes, inmensas playas de arena blanca y fina, calas de aguas transparentes, miradores en las montañas, acantilados mirando al Atlántico… Portugal son callejuelas empedradas, monumentos impecables, el azul y el verde y el amarillo de los azulejos, y las chimeneas del Algarve… Portugal son delicias de bacalhau, caldeiradas, rissois de camarão y pasteis de nata. Y vino de Madeira, vino de Oporto, vinho verde. Nada más entrar en este país de uno y mil paisajes, ya escuchamos ese siseo, ese regalo para los oídos que es la lengua portuguesa. Y viajar a Portugal es, sobre todo, entrar en contacto con esas gentes amables y acogedoras que no te dejan sentirte nunca perdido o solo.

Nosotros os proponemos hoy que os acerquéis a la mitad septentrional del país vecino y que comprobéis por experiencia propia que Portugal bien merece un hueco en vuestro calendario de salidas cicloturistas. Esta propuesta va en esta ocasión, como es nuestra costumbre, acompañada de una canción del inmortal grupo del pop español, Los Pekenikes: “Buscaré otro mundo lejos del sol en las estrellas, un lugar donde siempre brille la luz en las tinieblas. Viviré donde el tiempo no pasará, en las estrellas”.

¿Y por qué nos ha venido esta canción a la mente? Pues es muy fácil de explicar. Si ya son pocos los aficionados al pedal que han explorado la montaña portuguesa, un 90% de esos pocos prácticamente se ha limitado a conquistar la gran estrella del firmamento luso, el Pico Torre, la cima más alta de Portugal (1993 m), con sus múltiples vertientes, o los abundantes pasos montañosos de la Serra da Estrela, donde se ubica. Pero Portugal es más, mucho más que una sola estrella, y en su interior podemos buscar otro mundo lejos de ese astro solar refulgente, otras estrellas donde siempre brilla la luz y el tiempo parece detenerse.

Para ello nos dirigiremos al distrito de Viseu, la capital de la antigua provincia portuguesa de Beira Alta, con una población cercana a los cien mil habitantes, y el único distrito portugués no fronterizo ni con España ni con el mar. Quizás sea este uno de los distritos más montañosos de Portugal del que forman parte las sierras de la Lapa, Leomil, Caramulo, Macizo de Gralheira y Montemuro. Como podéis comprobar por falta de sierras no va a ser…

Y por aquí pasa “el río que nos lleva” en este reportaje, el Paiva, quizás porque como decía el sinólogo italiano Tiziano Terzani: “los ríos me han llamado la atención siempre. El encanto está, quizás, en su continuo pasar permaneciendo inalterables, en ese irse quedando, en su ser una especie de representación física de la historia, que es, porque pasa. Los ríos son la Historia”. Pues a ello vamos, a hacer historia, aunque sea con minúscula, esa historia particular que se construye a lo largo de toda una vida en busca de puertos desconocidos, como dejándonos llevar por este río, afluente del Duero, que como todos “moldea sus orillas a la par que las orillas lo guían”.

 

Un lugar para perderse

Menos mal que todavía quedan paraísos en los que perderse es un placer y desconectar un requisito, lugares en los que el mundo se para y la naturaleza fluye desde tiempos prehistóricos con la mirada en el infinito. Este es el efecto que producen los recuerdos de nuestro último viaje por las que después supimos que se las conocía como Montanhas Mágicas: imposible hallar un nombre más apropiado. Montañas escarpadas, pueblos de postal, gentes con alma, aguas milagrosas y ermitaños locos… no son sino una excusa para perderse por las montañas portuguesas, sin que el móvil vibre a cada minuto (la cobertura no es fácil)  y el mundanal ruido quede en el olvido. Y todo a un paso de España: tan cerca y tan lejos.

Con una extensión algo menor que la más pequeña de las provincias españolas, Gipuzkoa, su relieve es predominantemente montañoso, constituido por dos grandes macizos: el macizo de la Gralheira, en el cual se incluyen las sierras de Freita, Arada y Arestal; y el macizo de Montemuro, dominado por la sierra de Montemuro (1381 m), la octava mayor elevación del Portugal continental y la tercera mayor al sur del Duero. Dominado por una extensa mancha natural, posee zonas de alta densidad forestal, que contrastan con algunas tierras altas y la formación de numerosos valles de baja altitud, entre los cuales se destacan, por su dimensión e importancia, los valles del Duero, Vouga, Bestança y el Paiva, siendo este precisamente el río protagonista de nuestro reportaje.

Por todo el territorio, pero especialmente en las mesetas serranas y en las zonas de media ladera, son visibles monumentos y restos arqueológicos que manifiestan la ocupación humana desde épocas prehistóricas. Los que asumen mayor relevancia son las inscripciones rupestres de arte atlántico y los monumentos megalíticos (mamoas), varios de los cuales visitaremos en el Parque Megalítico de San Pedro do Campo. De la Edad de los Metales llegan a nuestros días las ruinas y hallazgos arqueológicos de algunos castrejos, principalmente de construcción circular, de lo que son buen ejemplo las ruinas de la Muralla de las Puertas de Montemuro, que también os mostraremos.

Los pueblos romanos dejaron en el territorio un valioso legado patrimonial, presente en monumentos y hallazgos arqueológicos, como son los puentes, miliarios y tramos de vías romanas, como la que conectaba Vissaium (Viseu) a Portus Cale (cerca de Oporto). Fueron también los romanos los responsables de señalar las singulares propiedades terapéuticas y curativas de las aguas termales de São Pedro do Sul, considerada actualmente la mayor y más desarrollada área termal de la península Ibérica.

Los monumentos medievales son testigos irrefutables de importantes hechos históricos que ocurrieron en este territorio a lo largo del turbulento período de la Edad Media. Entre los monumentos merecen una referencia especial los monasterios cistercienses de Arouca y de S. Cristovão de Lafões, que han marcado fuertemente la vida, la economía y la cultura de los diferentes pueblos que, a lo largo del tiempo, se fijaron en estas tierras. Merecen igual atención los templos y monumentos románicos presentes en casi todas las municipalidades del territorio, aunque la presencia musulmana también se deja notar en las innumerables leyendas de moras encantadas y los topónimos de algunas localidades del territorio, tales como Almofala, Mamouros y Moura Morta.

Es a principios del siglo XVI cuando se otorgan las Cartas de Foro de los 7 municipios, que divididos en 80 parroquias, configuran la comarca: Arouca, Castelo de Paiva, Castro Daire, Cinfães, São Pedro do Sul, Sever do Vouga y Vale de Cambra. Durante los siglos XVIII y XIX el territorio conoció un período de expansión que se ha reflejado en la prosperidad de la nobleza y burguesía. Como consecuencia de ello en todos los ayuntamientos surgieron ricos solares e imponentes casas señoriales, ostentando elaborados blasones de familia en los portales de las fachadas principales y adoptando los más diversos estilos arquitectónicos.

A partir del inicio del siglo XX, uno de los principales acontecimientos que ha marcado la historia de las Montanhas Mágicas fue la carrera del wolframio, mineral utilizado en la fabricación de armas y municiones durante las dos Guerras Mundiales. La historia de la prospección minera en Regoufe, Rio de Frades, Moimenta, Chãs y Fraga da Venda se quedó, de esta forma, inevitablemente asociada a la historia de Europa y del mundo, y las ruinas del pasado minero y la memoria de sus protagonistas constituyen un patrimonio material e inmaterial de valor único.

La agricultura, la silvicultura, el pastoreo y la ganadería siempre se han demostrado esenciales para la subsistencia de los pueblos que aquí habitaron, aunque en las últimas décadas se ha asistido a un pronunciado abandono de las actividades agrícola y del pastoreo. Sin embargo la historia de estas actividades en las Montanhas Mágicas muestra un amplio patrimonio rural (aldeas, molinos, almazaras de aceite, regadíos, canastos y eras…) así como un rico y diverso legado cultural que se manifiesta en usos, costumbres, tradiciones, folclore, danzas y cantes, gastronomía típica, artes y oficios. Del ancestral cultivo de la tierra se destacan algunos productos de calidad reconocida, como la carne de raza arouquesa (DOP), el cabrito de la Gralheira (IGP), los Vinhos Verdes (DOC), los vinhos de Lafões (DOP) y más recientemente los arándanos. También merece una mención la repostería conventual, herencia de las monjas de del citado Monasterio de Arouca, y los licores, las compotas, la miel y los ahumados que podremos degustar en cualquiera de las localidades de esta bella comarca.

Os hemos hablado de historia, monumentos, cultura y tradiciones, de gastronomía y también de sus gentes, que nos dejaron impactados por su acogida y simpatía hasta hacernos sentir como en casa. Pero no queremos entrar a presentaros los cuatro puertos que completan este artículo sobre las Montanhas Mágicas sin invitaros encarecidamente a conocer dos de sus principales atracciones: las pasarelas del Paiva y el Portal del Infierno.

Los Passadiços do Paiva, joya de la corona del Geoparque Arouca. son casi 9 km de senderos, entre la playa fluvial de Areinho y la de Espiunca, que se convirtieron rápidamente en una de las rutas de senderismo más emblemáticas de Portugal. Se insertan en un auténtico santuario natural y la simbiosis entre la construcción del hombre y la naturaleza es perfecta. En el camino disfrutaremos de paisajes impresionantes, veremos formaciones rocosas extraordinarias, imponentes cascadas, playas idílicas e incluso cruzaremos un puente colgante sobre el río Paiva. El recorrido, proyecto turístico más innovador de Europa en 2016, se hace sobre una estructura en madera de pino tratado, anclada en hierro en la roca, con algunos tramos de escaleras y otros en tierra firme. Inolvidable.

Y para los que gustan de las emociones fuertes el conocido con ese terrorífico nombre de Portal do Inferno será su recuerdo imperecedero. El Portal del Infierno en la sierra de Arada, a unos 1000 m de altitud, es un estrecho y escarpado lugar de paso entre dos vertientes inclinadas, rodeado por dos arroyos, que 400 m más abajo drenan en sentidos opuestos un enclave que ha amedrentado durante mucho tiempo a los que por allí pasaron. Se trata de un paraje con un alto interés panorámico, especialmente por «la garra» que no es más que una montaña cortada por diversas líneas de agua profundas que recuerdan la separación de los dedos de la garra de un ave y cubierta de una vegetación de colores cambiantes en función de la estación del año en que la admiremos. Espectacular.

Bueno, amigos y amigas, ha llegado el momento de dejaros con los cuatro colosos de estas Montanhas Mágicas. El orden no es lo más importante, porque cada uno puede elegir su recorrido en función de sus intereses, pero nosotros os vamos a sugerir el que nos parece más recomendable si lleváis idea de hacer una ruta circular para ascender todos ellos.

Para eso partiremos de la localidad de Sul, donde comenzaremos por ascender el alto de São Macário, dirigiéndonos acto seguido al Portal del Infierno, que queda a poco más de 5 km. Luego buscaremos el descenso hacia el río Paiva, pasando por Covas do Río y atravesándolo en Nodar, donde se inicia el segundo “coco” de la jornada, el Alto de Montemuro. Iremos luego a Tendais para bajar hacia Alvarenga y poner fin a la dura etapa en la localidad de Pereira o en sus alrededores. En total nos habrán salido unos 100 km de mucha entidad, pues se superan los 3000 m de desnivel acumulado.

Protegido: Sul – Pereira
Sul-Pereira Descarga Track

 

Y para la segunda y definitiva jornada os dejamos otros dos platos de mucha enjundia. El primero la durísima ascensión hasta el Parque Megalítico de São Pedro do Campo, desde donde volveremos sobre nuestros pasos para dirigirnos hacia los Passadiços do Paiva y luego a Arouca, capital municipal y dejarnos caer hasta Ponte de Telhe, lugar encajonado en el que nos daremos media vuelta para iniciar la escalada al último de los 4 puertos de estas Montanhas Mágicas, el Detrelo da Malhada. Tras el maravilloso espectáculo visual transitaremos por Candal para dirigirnos por la Sierra de Arada hacia São Macário y descender con cuidado hacia nuestro punto de partida de la doble jornada cicloturista en Sul. Hoy habrán sido poco más del centenar de kilómetros, con algo menos de esos despiadados 3000 m de desnivel, pero el placer será tan intenso como el de ayer.

Protegido: Pereira – Sul
Pereira-Sul Descarga Track

 

Y para finalizar este fin de semana en este pequeño paraíso en el norte de Portugal, una recomendación: id bien provistos de comida y bebida pues no es fácil encontrar lugares de avituallamiento. Y que no se os olvide el GPS, porque cuando decimos que es un lugar para perderse no lo decimos en balde. Aunque, hacednos caso, lo que no os deberíais perder nunca es una visita cicloturista a estas Montanhas Mágicas portuguesas. Ya que, como se pregunta Florbela Espanca, escritora lusa, “¿quién nos dio ojos para ver los astros sin darnos los brazos para alcanzarlos?”. Lo cierto es que las mil “estrellas” portuguesas están ahí al lado; solo tenemos que ampliar un poquito nuestros sueños para tocarlas.