El legendario encadenado pirenaico
Mito del Tour de Francia y del cicloturismo mundial
Hace unos meses, quisimos celebrar nuestro número 50 buscando un recorrido muy concreto, que nos haya hecho disfrutar doblemente. Por un lado, ha de tener la épica del ciclismo profesional, esa aura que adquieren determinados puertos tras ser testigos de grandes gestas ciclistas. Pero también tiene que proporcionarnos grandes satisfacciones cuando lo afrontemos como cicloturistas.
No tuvimos que analizar demasiado para darnos cuenta de que la historia, el mito y las experiencias cicloturistas se unen perfectamente en el encadenado de estos 4 celebérrimos puertos pirenaicos franceses: Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque.
Son 4 puertos muy frecuentados por el Tour de Francia e incluso también transitados por la Vuelta a España. Pero, echando la mirada atrás, nos sorprenderá comprobar la elevada frecuencia con la que la ronda gala ha incluido estos 4 puertos en una edición concreta.
Hoy en día nos puede parecer extraño que el Tour de Francia haya aunado con frecuencia en una sola etapa estos 4 puertos, ya que suman unos 4700 metros de desnivel. Sin embargo, una simple mirada retrospectiva a su pasado nos descubrirá que han escrito la historia de la prueba francesa en multitud de ocasiones.
El encadenado pirenaico en el Tour de Francia
Nuestros 4 protagonistas se recorrieron por primera vez en una prueba ciclista el 21 de Julio de 1910, dentro de la etapa Luchon-Bayona de 326 km. Fue además la primera etapa de montaña que se realizó en el Tour de Francia, ya que hasta entonces se habían transitado puertos aislados en diversas etapas en las 7 primeras ediciones.
Aquel día, Octave Lapize, que fue el primero en alcanzar la meta tras más de 14 horas de esfuerzo, pronunció aquella frase histórica de «¡Vous êtes des assesins!» dirigido a los organizadores mientras coronaba en cabeza el Tourmalet.
De poco sirvió su grito, porque a los organizadores les gustó esto del encadenado pirenaico: en 1911 repitieron la etapa Luchon-Bayona con el mismo recorrido que el año anterior. Podemos afirmar que habían descubierto el enorme atractivo que tienen las etapas de montaña; una semana antes les habían metido en el menú la primera etapa de montaña alpina de la historia del Tour que incluía el Col d’Aravis y Col du Galibier, que en aquella época aún se coronaba por el túnel.
En 1912 se repite otra vez la misma etapa y en 1913 se realiza por primera vez la Vuelta a Francia en sentido antihorario. Por esa razón se hizo Bayona-Luchon, con los mismos 326 km de siempre, pero con los 4 puertazos en sentido inverso.
La citada etapa Bayona-Luchon (siempre con 326 km y nuestros 4 protagonistas) se repite ininterrumpidamente en las 11 ediciones siguientes: 1914 y del 1919 al 1928.
En 1929 la etapa ya fue Hendaya-Luchon de 387 km, pero solo con Aubisque y Tourmalet. Estos 2 puertos se siguieron subiendo sin excepción en las siguientes ediciones siempre en la misma etapa, pero ya sin Aspin y Peyresourde.
Y así hasta 1933, donde por fin se suben los 4 de nuevo, aunque sean en 2 etapas separadas de este a oeste: Luchon-Tarbes (91 km) y Tarbes-Pau (185 km). En 1934 se repiten estas mismas 2 etapas.
Por fin en 1935 volvemos a encontrarnos los 4 puertos juntos de este a oeste en una etapa Luchon-Pau de 194 km y que se repetiría en el 1936 y 1937. También en 1938 en la etapa Pau-Luchon, con el recorrido exactamente en sentido contrario.
En 1947 tras el paréntesis de la guerra se repite el Luchon-Pau de este a oeste, mientras que en 1949 se realiza Pau-Luchon de oeste a este. En esa edición un tal Fausto Coppi coronaría primero el Aubisque y el Tourmalet.
Como en la variedad está el gusto, los recorridos pasan a ser cada vez más variados. El Tourmalet y el Aubisque siguen apareciendo muy frecuentemente. Coppi coleccionó numerosísimos pasos en cabeza en estos 2 puertos durante esos años.
No fue hasta 1961 que por fin encontramos los 4 de nuevo juntos en el Tour de Francia, en este caso en una etapa Luchon-Pau. En 1964 se repite esta misma etapa, en la que vence el recientemente fallecido Federico Martín Bahamontes. En ambas ediciones Anquetil se vistió de amarillo en París.
En esta década de los 60 los recorridos comienzan a presentar etapas más variadas: se llega por primera vez a Andorra y se suben a menudo viejos conocidos del ciclismo catalán como el Puerto del Portillón o la Collada de Tossas.
En 1969 vivimos quizás el episodio más famoso de la historia que han tenido como testigo nuestros 4 protagonistas. Un jovencísimo Merckx se beneficia de un perdón tras su positivo del Giro para arrasar en el Tour. En particular lo hará en la etapa Luchon-Mourenx de 214 km, que daría origen al mito de “El Caníbal”. Escapado desde el Tourmalet, irá aumentando la ventaja en el Aubisque hasta conseguir llegar con unos impresionantes 8 minutos de adelanto en la meta de Mourenx. Al final de esa edición se alzará con el maillot amarillo con ¡¡¡18 minutos de ventaja!!!, el maillot verde y el de la montaña.
En 1971 la etapa Luchon-Gourette/Les Eaux Bonnes (145 km) es la primera en la que se incluyen los ascensos a nuestros 4 protagonistas, pero no los 4 descensos, ya que la meta estaba situada en esta estación de esquí a la que se accede al inicio del descenso del Aubisque. Esta etapa tuvo lugar solo 2 días después de la caída de Ocaña en el Col de Menté, que dejaba vía libre a Merckx para repetir una nueva victoria en el Tour.
Por fin en 1973 Ocaña se alzó con la victoria en el Tour. Se incluyó la etapa Luchon-Pau (227 km) que ganó otro español, Pedro Torres.
Hasta 1980 no volvemos a encontrar los 4 puertos en la etapa Pau-Bagnères de Luchon de 200 km, en un Tour que ganó Hinault.
En 1983 será Robert Millar el que se vengará de Delgado, que le había arrebatado unos meses antes la victoria de la Vuelta a España en la penúltima etapa, ganando la etapa Pau-Bagnères de Luchon (200 km) en un Tour que ganó Laurent Fignon.
En los años siguientes, los frecuentes finales de etapa en las estaciones de esquí de Cauterets, Luz Ardiden, Val Louron o Pla d’Adet guillotinan la posibilidad de introducir los 4 puertos en una única etapa. Serán, sin embargo, etapas de frecuente protagonismo español en unos años en que Chozas, Lejarreta, Delgado o Indurain nos hacían despertar no solo el interés, sino la pasión por el ciclismo.
En el Tour que ganó Pantani en 1998 encontramos, ya por última vez, nuestro recorrido de 4 puertos. Aquella etapa Pau-Luchon (196 km) verá a Rodolfo Massi de ganador.
En total, son 12 veces en sentido este-oeste (1910-1911-1912-1935-1936-1937-1947-1961-1964-1969-1971-1973) y 16 en sentido oeste-este (1913-1914-1919-1920-1921-1922-1923-1924-1925-1926-1927-1928-1949-1980-1983-1998) las veces que se han subido estos 4 puertos en una edición del Tour de Francia.
Aunque hace ya 26 años que no se suben estos 4 puertos en una edición, son, como acabamos de comprobar, grandes protagonistas de la historia del Tour. De los 4 puertos, el Tourmalet es sin duda el puerto más emblemático. No solo por las batallas de la que ha sido testigo, sino que este puerto es hoy el más transitado en la historia de la carrera gala. No en vano, su nombre ya contiene el mismísimo «Tour».
El encadenado pirenaico como cicloturista
Este encadenado pirenaico ofrece la oportunidad de vivir grandes sensaciones ciclistas a todos aquellos que estén preparados para superar este desafío mayúsculo. No solo disfrutarán de magníficos paisajes, sino que además sentirán escalofríos al afrontar esas rampas en las que se han escrito los episodios de épica ciclista que acabamos de describir. Nos alejaremos de las prisas y la tensión de los profesionales y nos acercaremos a un recorrido que nos ofrece la oportunidad de disfrutar del entorno, a la par que requerirá todo nuestro esfuerzo.
Embarcarse en nuestro encadenado pirenaico supone afrontar un reto deportivo de gran envergadura. Se trata del recorrido que separa las localidades francesas de Laruns y Bagnères de Luchon. Son 160 kilómetros de etapa con nada menos que 4700 metros de desnivel, independientemente de si lo afrontamos de este a oeste o de oeste a este.
Los cicloturistas que conocemos estos puertos estaremos de acuerdo en apuntar al Aubisque y al Tourmalet como los mayores atractivos del recorrido, independientemente del sentido elegido. Personalmente, la vertiente oeste del Aubisque, el Circo de Litor y la primera mitad de la vertiente este del Tourmalet, me parecen los puntos más atractivos de estos dos puertos. Durante nuestra etapa, no nos cansaremos de tomar fotos en las cimas y en los lugares más emblemáticos y conocidos de estos dos puertos. El Col d’Aspin queda relegado como el puerto menos atractivo del recorrido, debido a su carretera estrecha y al mayor tráfico que soporta.
Siempre me ha resultado complicado recomendar uno de los dos sentidos para afrontar este encadenado pirenaico. De hecho, opté por realizarlo dos veces en un fin de semana transitándolo en un sentido el sábado y en sentido contrario el domingo. Con una previsión garantizada de buen tiempo, pude realizarlo llevando un equipaje absolutamente mínimo en la bolsa de la bicicleta y sin ningún vehículo de apoyo.
Los cambios de temperatura y el enfriamiento muscular en Argelès-Gazost o en Sainte-Marie de Campan tras finalizar unas larguísimas bajadas son otras de las experiencias que se quedan grabadas en la memoria.
Solo hay una marcha ciclodeportiva que recorre nuestro encadenado pirenaico. Se trata de la Cyclomontagnarde Luchon–Bayonne, que propone cada dos años aquella primera etapa de montaña del Tour de Francia de 1910. Nuestro encadenado pirenaico en dirección este-oeste solo es la mitad de los 320 kilómetros de los que consta. Debido a la larga distancia a recorrer y los 5300 metros de desnivel a superar, ofrecen la posibilidad de realizarla en 2 días. Esta alternativa, unida a las pasiones que desatan las pruebas de gran fondo, han permitido que esta prueba ciclodeportiva haya sido testigo de un renacimiento en su popularidad en los últimos años.
¿Un encadenado pirenaico en España?
Reconocemos que la envidia que nos genera la geografía francesa por disponer de estos 4 grandes puertos tan cercanos entre sí es enorme. Al pirineo español le faltan puertos asfaltados que permitan recorrer transversalmente esta cadena montañera. Probablemente La Bonaigua es el único puerto asfaltado de nuestra geografía comparable a los gigantes franceses que protagonizan este artículo.
Sin embargo, a principios de 2024 nos sorprendió la noticia de la aprobación del proyecto de asfaltado del oscense Puerto de Sahún. Se trata de un gran puerto de 2025 metros de altitud y con unos más que notables 1100 metros de desnivel por cada una de sus dos vertientes.
De hecho, el BIG (Brevet International du Grimpeur) ya lo incluye desde hace casi 30 años en su listado de 1000 ascensiones a realizar en bicicleta. Esto se debe a que, aun no estando asfaltado, constituye un gran puerto de paso entre los valles de Benasque y de Gistau.
Esta noticia ha catapultado nuestra imaginación y nos ha dado pie a soñar con la posibilidad de poder realizar en nuestra geografía un encadenado de puertos similar al que ha protagonizado este artículo. Siendo realistas, la ubicación aislada del Puerto de Sahún y su ausencia de historia ciclista nos obligará a tener que conformarnos con tener que desplazarnos a Francia para vivir estas experiencias. Y es que la leyenda y la historia requieren de varias décadas para poder labrarse y cimentarse. Será por tanto una posibilidad ya para otra generación de ciclistas.
Por Luis Miguel Sainz Pena
Fotos: Andoni Epelde, archivo Le Miroir y TdF