Un recorrido espectacular, pero, una bomba que te puede estallar en las manos
Por Rubén Berasategui
Fotos Andoni Epelde
Hace unos años entrevistamos para ZIKLO al director de la Vuelta a España: Javier Guillén. Recuerdo muy bien aquella entrevista a la que acudimos Juanto, Jon y yo. Fue un estupendo anfitrión y nos recibió cortésmente en las oficinas de Unipublic a las afueras de Madrid. Recuerdo que la entrevista comenzó de un modo muy formal. Juanto le pidió permiso para poner la grabadora en marcha para que no se quedara nada fuera del tintero de lo que habláramos. La conversación, porque en ZIKLO así es como solemos plantear las entrevistas, fue cambiando a un tono más informal y coloquial y pasado un tiempo y eliminados ciertos formalismos, se empezó a hablar en un tono cordial pero incisivo. En la revista, suelo ser yo quien aborda este tipo de reportajes más próximos al ciclismo profesional. Juanto rara vez acudía a este tipo de entrevistas, pero quizás y sabedor de mi espíritu crítico con el rumbo que ya por aquel entonces las Grandes Vueltas habían emprendido en sus diseños, recorridos y propuestas, se animó a acompañarnos quizás para frenar mi espíritu impetuoso al respecto.
En un momento dado y apretando un poco a Guillén en alguna contradicción, este nos dijo: “para por favor la cinta”
A partir de ahí la entrevista fue fantástica, porque ya no hablaba el director de la Vuelta, o mejor dicho sí lo hacía, pero con respuestas de todo tipo y que no necesariamente serían las que uno escucharía en una entrevista radiofónica o en televisión.
Tengo una espinita clavada de aquel reportaje que publicamos en el número 16 de ZIKLO. Tras nuestra conversación con Guillén es evidente que había dos entrevistas; la que se había hecho con grabadora y la que se había hecho sin ella. Finalmente, y tras no pocos debates internos, decidimos publicar lo que se habló con la grabadora en funcionamiento. No hemos querido nunca incomodar a un entrevistado, y aunque no debemos nada a nadie, quizás habíamos llevado a Javier a una charla donde se quitó la chaqueta, habló a calzón quitado de muchas cosas y finalmente convenimos acertada o erróneamente que la entrevista a publicar era la “políticamente correcta”.
¿Por qué digo todo esto?
Sin querer volver a aquella entrevista: Guillén es un gestor y creo que muy bueno. Quiere hacer un producto que sea rentable, cuanto más mejor y que a la vez cumpla con muchos de los estándares del deporte (en este caso es ciclismo). Pero yo veo le veo perfectamente organizando un torneo de tenis a nivel mundial o una carrera de motos. Es decir, tenemos a un profesional como la copa de un pino, pero de lo suyo que es vender desde un punto empresarial un producto y sacarle rentabilidad. Y esto, ¿qué tiene que ver con la edición de la próxima Vuelta a España? Pues a mi entender todo.
Al analizar el recorrido de la próxima ronda española que se nos presentó el 19 de diciembre, no entramos a analizar el ridículo peso de la contrarreloj, algo por cierto no exclusivo de la Vuelta. Podríamos argumentar sobre la importancia que la lucha individual contra el crono puede tener en un recorrido, en una carrera. Pero, ¿para qué a estas alturas?
Tampoco voy a entrar en el diseño concreto de las llegadas; si los finales en alto son en tipo muro o no, el bloqueo que los altos porcentajes producen en las carreras.
Incluso dejaremos para otro momento el debate sobre los puertos de paso y su función en las etapas, la media montaña o la profundidad de un recorrido. ¿Por qué?, se puede estar preguntando más de uno. Pues porque hay algo más importante, mucho más importante diría yo, que todo ello: el pelotón de la Vuelta a España 2024, sus equipos y a la postre los ciclistas, auténticos protagonistas. ¿Alguien piensa de verdad en ellos?
Asistimos atónitos a un recorrido en el que quiero poner el énfasis en tres cosas. Por orden de menor a mayor importancia:
Primero: No hay ni una sola de las veintiún etapas de las que consta el recorrido que comience donde finalizó la jornada anterior. Este detalle podría ser menor si las localidades de fin e inicio de cada etapa estuvieran próximas entre sí, pero no es el caso y nos vamos al segundo punto.
Segundo: ¡Hay 3319 km de traslados!, o dicho de otro modo hay 54 km más de traslados que de carrera ciclista propiamente dicha. La Vuelta 2024 consta de 3265 km de recorrido y de otros 3319 km de traslados para poder ser completada. ¿De verdad alguien ha pensado mínimamente en los corredores? Y esta pregunta nos lleva inevitablemente al tercer punto.
Tercero: ¿Qué pintan en esta Vuelta el 85% de los corredores que vayan a formar parte en ella? ¿Se les está dando alguna opción de algo? Llegados a este punto conviene explicarse y entrar en detalle con los datos ya objetivos de la carrera en cuestión.
Un recorrido de una Gran Vuelta debe ser compensado, o al menos tender a ello. Y cuando hablo de compensar, no me refiero únicamente a los km de lucha individual contra el crono y las etapas de montaña, voy más allá. Me refiero en que debe dar oportunidades a todos los tipos de corredores que participan en una Gran Vuelta, que para eso hay 21 etapas y no 5. Los sprinters tienen derecho a su trozo de tarta, los corredores completos a gozar de oportunidades. Luego la carrera sale como sale y te puede ocurrir como en el 94 donde entre Rominger y Jalabert se llevaron ellos solos 13 de las 21 etapas. ¿Qué oportunidades reales se les está dando a la inmensa mayoría de corredores del pelotón de hacer algo, de soñar si quiera con poder luchar por una etapa en un recorrido como este? No he visto jamás un recorrido de una gran Vuelta donde prácticamente todos los días haya montaña y de esta entidad. Es que desde la 7ª etapa hasta la 20º hay etapas montañosas más o menos duras y la 21ª es otra crono.
¿Es eso bueno para una prueba? Pues ya lo veremos, de ahí el titular de que la bomba puede estallarle a uno en las manos, porque no por poner cada día un final en alto más atractivo o duro tienes una Vuelta interesante. En mi opinión, el tema se les ha ido de las manos. La lucha por concitar el interés se ha traducido en buscar montaña atractiva y dura pensando que eso tiene una correlación directa con la audiencia. Porque eso es lo que está primando en este diseño: Altas audiencias, atraen anunciantes y patrocinadores que son los que pagan la cuenta. Lo que pasa es que todo ello debe enmarcarse dentro de un equilibrio con lo deportivo y con los protagonistas, y eso es lo que en esta propuesta ha saltado por los aires con veremos qué resultado. En mi opinión, de salir bien este experimento no sería bueno para el ciclismo a medio y largo plazo. ¿O es que el único ciclista que vale en España es un escalador?
Entrando al detalle
No hay respiro desde la 9ª etapa y ¡esto es literal!, pero ojo al dato que hasta ahí tampoco habrá sido el recorrido un paseo. Empezando por una contra-reloj en la 1ª etapa que solo otorga posibilidades a los especialistas, continuando por el final en alto en el exigente Pico Villuercas (4ª etapa); alto del 14% en la (7ª etapa) con llegada a Córdoba o las llegadas en alto de menor entidad a las Abejas (6ª etapa) o Sierra de Cazorla (8ª etapa).
Pero es que a partir de la 9ª etapa con final en Granada ascendiendo los puertos, ya de mucha entidad, del Purche y el doble paso por Hazallanas, esto es un no parar. Tras un traslado de más de 1000 km (se dice pronto), las etapas gallegas de Baiona y Padrón (10ª y 11ª respectivamente) son de una dureza más que notable y son por sí solas dos estupendas etapas de media montaña con el desnivel casi de la alta montaña. A esto y sin descanso le suceden dos finales en alto seguidos donde la dureza final está en las últimas ascensiones, pero no son etapas fáciles en su conjunto; con montaña de paso y un terreno muy quebrado en su parte intermedia: Cabeza de Manzaneda en la (12ª etapa) y la inédita y durísima subida a los Ancares por la vertiente de Tejedo (13ª etapa); continuamos con otra etapa algo más floja, pero que asciende a otro puerto de 1ª categoría como es Leitareigos previo a un rápido descenso a meta en Villablino (14ª etapa); como esto no para ni por asomo, proseguimos con las dos etapas asturianas de montaña y con finales muy exigentes y que por sí solas podrían ser las etapas reinas de otras ediciones: el terrible final en Cuitu Negru que regresa tras 2012 y que supone subir antes Pajares y un final de porcentajes extremos para subir prácticamente por donde lo hacen los telesillas de la estación de esquí. Por si fuera poco, esta etapa cuenta además con otros tres puertos puntuables previos (etapa 15ª). La inédita combinación hasta la fecha de Mirador del Fito – collada Llomena – Lagos de Covadonga se estrenará en la (16ª etapa) siendo de lo más duro que se puede plantear previo a la mítica ascensión asturiana. No habrá paz, pese a que el perfil pueda aparentarlo en las dos etapas siguientes aparentemente más sencillas, pero que tienen su “letra pequeña”: Santander esconde la amenaza de la desconocida Estranguada con km enteros a más del 16% de media (17ª etapa) y Maeztu (etapa 18ª) con la ascensión a La Herrera que antaño era un puerto estrella y que con este recorrido es el puerto duro de una de las etapas más fáciles de todo el recorrido; otro final en alto exigente en Moncalvillo (19ª etapa) por si no hubiéramos tenido suficiente hasta la fecha…, y tras todo lo mencionado la Vuelta presenta en su 20ª jornada; una etapa para la historia y que por números entra por derecho propio entre las más duras de la historia de la ronda española. La de Picón Blanco será probablemente la etapa montañosa más exigente de las que se disputarán en las tres Grandes Vueltas en el año 2024. Y llega después de todo lo mencionado. Por si fuera poco, y tras otro traslado de 340 km, una crono final en Madrid decidirá, si queda algo por decidir, el ganador de la próxima ronda española.
Conclusiones
¿De verdad es esto lo que una Gran Vuelta tiene que ofrecer? Es de las carreras de tres semanas más descompensadas que he visto jamás y lo trágico es que echa por tierra el excelente trabajo que hay detrás en el diseño de casi todas las etapas.
Me explico: por sí solas cada una de estas etapas son excelentes, tienen todo lo que pedimos: Puertos de paso duros, media montaña excelente, buena concatenación entre ascensiones. ¿Cuál es el problema? Pues que poner todo esto seguido, junto, rompe todo el equilibrio y sinceramente no tiene sentido desde un punto de vista deportivo.
Esto está pensando en la audiencia. ¿Qué es lo que esta demanda? ¿Montaña? Pues si no quieres una taza, ahora te tomas tres. Meter cosas todos los días y por eso me tomo la licencia de rescatar una frase de las de fuera de grabadora que nos comentó Guillén: “si por mi fuera, metería el Angliru todos los días”
La incertidumbre que esta Vuelta me genera es máxima y podría darse una gran carrera, pero esta jamás será justa sea cual sea su resultado y desenlace. Este reportaje podría también haber llevado por título: “La Vuelta de unos pocos”; la de aquellos que se manejan bien en las montañas. Es como una fiesta exclusiva que deja a casi todos fuera y sólo es apta para unos elegidos. Para el resto ofrece poco o nada. Hay que buscar el equilibrio entre el deporte y la rentabilidad y no creo que este sea el camino. Ya os he dado mi impresión de esta Vuelta. El trabajo tan bien hecho se diluye ante el abuso que supone plantear cada día tanta dureza y desnivel. Que cada uno saque sus conclusiones, yo simplemente os he transmitido y argumentado las mías.