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Historias y rutas

Olvidar es dejar de recordar, o de guardar en la memoria, algo que se tenía presente, y con esta base, un tanto triste, queremos hablaros de algunos de esos puertos de montaña que por una u otra razón han caído o viven en el olvido, pero que en su día sus rampas vivieron grandes jornadas de ciclismo.

Sería imposible traer a estas páginas todos los puertos olvidados, por lo que hemos preferido acotar nuestro campo de acción para irnos hasta la provincia de HUESCA y hablaros de dos de sus cimas más representativas y un “artista invitado”. Por un lado nos iremos a la comarca de Ribagorza, a CERLER, un puerto que llegó a convertirse en un clásico en La Vuelta siendo final de etapa nada menos que en 11 ocasiones, pero la última, en el ya lejano 2007. La otra, es una joya llamada BAÑOS DE PANTICOSA, un final que suena muchas veces pero que nunca vuelve. Quizás una de las razones sea que en la zona del Valle de Tena y la Jacetania, tiene buenos competidores, pero el encanto de esta subida y la belleza del lugar, se merecen más que esas 3 vistas de la Vuelta, (dos de llegada y una de salida pero en Panticosa pueblo) y la última en el lejanísimo 1985. Finalmente os acercamos más una añoranza que una realidad y recordaremos el EMBALSE DE LLAUSET, uno de esos lugares que cuando lo conoces sabes que no lo vas a olvidar.

 

Queremos “romper el olvido” porque el paso del tiempo no perdona a nadie, y entrar en él, es un destino cruel. En más de una ocasión ya hemos comentado que hay veces que nos obsesionamos en “crear” nuevas cimas, y nos olvidamos de “cuidar” y mantener el valor de las que tenemos. Cuando hablo del olvido siempre me acuerdo de una frase de Gloria Fuertes: “Lo mejor del olvido es el recuerdo” porque tristemente hay lugares para los que el recuerdo es la única oportunidad de sentirse vivos.

Esperemos que Cerler, Baños de Panticosa o el Embalse de Llauset, al igual que otras muchas cumbres no tengan que contentarse con ser solo historia. No sabemos si La Vuelta volverá o se aventurará a conocerlos, ahí poco podemos hacer, pero sí que es misión nuestra recordarlas, visitarlas y mantenerlas vivas.

 

CERLER

Cerler es un bonito pueblo oscense que pertenece al municipio de Benasque. Con sus 1540 metros de altitud, está considerado como el de mayor altura de Pirineo aragonés y destaca por la gran afluencia de turistas tanto en invierno (esquí) como en verano (senderismo, montañismo y ciclismo)

El pueblo está dividido en dos, un casco antiguo muy cuidado y restaurado que bien merece una visita, por un lado, y otra parte formada por apartamentos y edificaciones modernas consecuencia de la cercanía de las pistas de esquí de la estación Aramon Cerler.

Hubo unos años que hablar de Cerler era hacerlo de la Vuelta a España. Hoy en día, en La Vuelta, a los Pirineos les toca compartir protagonismo con otras cordilleras, e incluso, pasar a un segundo o tercer plano. En La Vuelta a España, los Pirineos siempre fueron protagonistas estelares, una Vuelta sin Pirineos no era, ni es, lo mismo. Un guiño debe haber siempre, y no hacerlo sería un pequeño crimen, es como si el Tour prescindiese de Alpes o Pirineos. Con mayor o menor importancia siempre deben estar.

Pero vayamos a la historia de La Vuelta, a los Pirineos y a Cerler, uno de esos finales que llegó a ser clave ya que fue escenario de numerosos finales de etapa, nada menos que 11 y allí han ganado grandes figuras Como Lale Cubino en 1987, Fabio Parra en 1988, Perico Delgado en 1989, Tony Rominger en 1993 y 1994 o el Chava Jiménez en 1998. Cerler fue una apuesta firme y clave ya que entre 1987 y 1998 fue final de etapa en nada menos que 9 ocasiones. Leonardo Piepoli, fue el último ganado en su cima en el año 2007, curiosamente, el italiano también ganó allí otras tres veces en la Vuelta a Aragón (2000, 2002 y 2003).

 

En lo deportivo la subida a Cerler cuenta con 13,5 kilómetros a una media del 5,68%, si la medimos desde el cruce de Benasque. Una subida irregular, cuyo comienzo es muy exigente, con cerca de 3 kilómetros en los que la media se acerca al 9% y hay rampas que llegan al 14%.  Allí, en profesionales era donde se rompía todo y los favoritos se reducían a un selecto grupo.  Al llegar a Cerler pueblo, toca recuperar en un pequeño descanso y poco después, tras pasar el cuartel del ejército de montaña, nos espera otro tramo duro con casi 2 km al 10%. Esa era la segunda oportunidad para atacar y escaparse si se quería llegar en solitario, ya que al llegar al Mirador de Cerler, llega un nuevo descanso y desde allí hasta la cima esperan 3 kilómetros muy tranquilos. Si antes del Mirador no se había roto definitivamente el grupo de elegidos lo más probable es que les tocara esprintar, como ocurrió en más de una ocasión.

 

Podríamos recordar muchas batallas pero buscaremos un poco de “salsilla” y haremos referencia a dos ediciones que tuvieron miga. Empezamos por la Vuelta de 1989. En aquella edición, el triunfo en Cerler sería para Pedro Delgado. A pesar de haber un montón de ataques, el grupo no se rompió y llegaban al último kilómetro 5 corredores. En meta, Pedro Delgado superaba a todo un escuadrón de colombianos. Le salían por todos los lados pero a la postre el segoviano fue el más listo y el más fuerte y en un apretado final superaba a Morales, Vargas, Parra y Moncada

Pedro Delgado se llevaría finalmente la Vuelta tras una penúltima etapa con cierta polémica en Navacerrada. Parra había descolgado a Delgado y parecía que la Vuelta regresaría a Colombia, pero la aparición del ruso Ruslan Ivanov, que no era de su equipo y se puso a tirar, fue decisiva para que Pedro Delgado por algo más de 30 segundos se hiciese con la Vuelta.

 

La otra edición que queremos recordar es la de La Vuelta 1998, la de la polémica entre Olano y el Chava, que a pesar de correr en el mismo equipo estuvieron a palos todo el recorrido. Ambos corrían en el Banesto y en la sexta etapa que acababa en el Xorret del Catí, el Chava ganaba y se vestía de amarillo. Un maillot que perdería en la crono y caía en manos de Olano, pero que le dio alas para interpretar y hacer la carrera totalmente a su aire. El Chava era impredecible, un portento que nunca supo sacar todo el partido a su clase, pero que con sus actuaciones estelares sabía dejar huella y hacerse querer. En aquella Vuelta finalizaría tercero detrás de Olano y Escartín, y se llevó 4 etapas (Xorret del Catí- Pal-Cerler- Lagunas de Neila), como es de suponer todas ellas llegadas en alto.

La etapa 11 era la que les llevaba a Cerler, y fue una copia de lo sucedido el día anterior en Pal. Los Kelme al ataque para Heras o Escartín y el Chava recogiendo lo sembrado por el equipo de Alvaro Pino. Curiosamente aquel día no llegó solo y tuvo que darlo todo para batir al sprint a Heras, Escartín y Clavero.

2007 Etapa 9: Huesca – Cerler. Leonardo Piepoli

2008 Etapa 11: Andorra La Vella – Cerler. Roberto Laiseka

1998 Etapa 11: Andorra La Vella – Cerler. Jose María Jiménez

1996 Etapa 17: Sabiñánigo – Cerler. Oliverio Rincón

1994 Etapa 11: Andorra La Vella – Cerler. Tony Rominger

1993 Etapa 11: Lleida – Cerler. Tony Rominger

1991 Etapa 12: Bossost (Vall d’Aran) – Cerler. Ivan Ivanov

1990 Etapa 18: Jaca – Cerler. José Martin Farfán

1989 Etapa 12: Lleida – Cerler. Pedro Delgado

1988 Etapa 13   Jaca – Cerler. Fabio Parra

1987 Etapa 7: La Seu D’Urgell – Cerler. Laudelino Cubino

 

 

 

BAÑOS DE PANTICOSA

En pleno valle de Tena, cerca de algunas de las cumbres más altas del Pirineo oscense, se encuentra Baños de Panticosa. Lugar conocido por la belleza del Ibon de Baños, por su zona balnearia, o por ser el lugar perfecto para muchas salidas montañeras. A nosotros todo esto nos parece muy bien, pero sus argumentos crecen con los atractivos ciclistas que nos ofrece su ascensión. No es una subida dura pero que si nos va a obligar, sobre todo si la dejamos como postre a nuestra ruta. Si, porque se trata de un puerto de vertiente única y esto trasladado al ciclismo profesional implicaría ser final de etapa.

En total son 9,7 km a una media del 5,3%. Como veis, nada de otro mundo pero con casi 4 km con una media cercana al 8% que acaban haciendo pupa si nos damos caña. Un final en alto asequible pero que podría dar mucho juego en el ciclismo profesional y más teniendo en cuenta que los alrededores cuentan con terrenos más que suficiente como para preparar buenas encerronas. Una de ellas, si queremos añadirle un poco de picante, sería llegar hasta Panticosa pueblo desde Bubal por Hoz de Jaca (2,5 km al 7,5% de media de los que 1,5km superan el 10% de media).

Como veis un lugar interesante, con potencial, en una zona que vive y siente el ciclismo pero que curiosamente ha sido bastante indiferente al ciclismo profesional. Tomado como referencia la Vuelta, vemos que tan solo ha sido final en dos ocasiones (1983 y 1985) y salida en otra (1983 desde Panticosa pueblo). Desde luego un bagaje muy escaso y más siendo Pirineos y estando en la zona que está.

La primera vez que llegó La Vuelta a España a Panticosa fue el 28 de abril de 1983, si, aquella que se hizo famosa por el mano a mano entre Julián Gorospe y Bernard Hinault. Julián Gorospe lo tenía casi hecho para el feroz ataque de Bernard Hinault en Serranillos hicieron que Gorospe acabara con una tremenda pájara llegando a más de 20 minutos.

Pero vayamos a aquella etapa que curiosamente fue una crono que salía de Sabiñanigo. 38 kilómetros exigentes que marcaron buenas diferencias y en la que Marino Lejarreta dio todo un recital sacando más de 2 minutos a Bernrad Hinault. Marino Lejarreta finalizaría segundo y fue capaz de poner contra las cuerdas al mismísimo Bernard Hinault. El “caimán” se llevaría la carrera, pero el paso de Pirineos, que casi siempre era el que marcaba la carrera, le hicieron sufrir más de lo que pensaba.

Aquella edición de 1983 fue la primera cuyos finales de etapa fueron retransmitidos en directo por Televisión Española. ​ Los comentarios corrieron a cargo de Antolín García, Ángel María de Pablos y Emilio Tamargo, quien además comentaba un resumen nocturno de cada etapa. El despliegue de TVE fue un revulsivo para la popularidad de la prueba. ​

Baños de Panticosa volvió a ser final de etapa dos años después, en esta ocasión en una hoy en día impensable etapa de 253 kilómetros, pero sin apenas complicaciones hasta la subida final. En la cima se impuso el belga De Wolf, tras una “consentida” escapada que llegó con una buena minutada hasta el ascenso final…. Y volvemos a hablar de otra famosa y comentada Vuelta, Hablamos de la edición en la que Robert Millar perdía la Vuelta en la penúltima etapa después de una buena escabechina en Guadarrama. Hay muchas maneras de perder una gran ronda por etapas pero aquella fue terrible. Había demostrado ser el más fuerte, acariciaba el triunfo pero acaba viendo como una alianza de sus rivales rompe su sueño. ¿Qué ocurrió? Le falta información, no llegaban noticias de la situación de carrera, nadie colabora y se ve solo, momentos de impotencia, frustración…

Desde aquel 1985, La Vuelta siguió con sus incursiones por la zona, pero Panticosa, aunque se le espere, no ha vuelto.

 

1985 Etapa 9: Logroño – Balneario de Panticosa. Alfons de Wolf

1983 Etapa 8: Sabiñánigo – Balneario de Panticosa. Marino Lejarreta

1983 Etapa9: Panticosa – Alfajarín. Guiseppe Saronni

 

 

EMBALSE DE LLAUSET

Hemos querido añadir un puerto más a esta historia de olvidados oscenses, aunque quizás la palabra que mejor defina el puerto que os traemos es la de desconocido. Si, sabemos que muchos habéis tenido la suerte de ascenderlo, de disfrutar de su entorno inhóspito y salvaje, pero sigue siendo un desconocido para muchos y además, razones tiene para serlo.

Al Embalse de Llauset no le ha olvidado ninguna gran prueba porque nunca han llegado allí. El lugar tiene muchos argumentos a favor pero también los tiene en contra y la logística es uno de ellos. Montar una meta en la cima sería complicadísimo por no decir imposible. Quizás se podría estudiar acabar en algún punto más bajo pero me pongo en la piel de un organizador y evitar posibles problemas siempre es lo primero.

Sin embargo queremos traer a “olvidados” esta joya cicloturista por la rabia que da que nos lo pongan tan difícil. Después de hacer una carretera que llega hasta allí, que menos que mantenerla dignamente. Me comentan que actualmente la carretera es más para gravel o btt, pero en su día era una ruta de las que daba gusto hacer. Siempre había piedras, baches pero sin mayores problemas. Lo he ascendido en dos ocasiones. La primera hace ya 10 años y la recuerdo perfectamente. Estábamos en Grau haciendo un reportaje y nos recomendaron llegar hasta allí. Teníamos previsto ir hacia Vielha por lo que estaba a tiro. Dicho y hecho. Salimos hacia Castejón, y en sus proximidades subíamos el col de Fadas. Un puerto llevadero, entretenido, de buenas vistas. Coronamos y tras un pequeño descenso y cerca de 2 kilómetros de subida coronamos el Col de Espina. Rápido descenso por Lespaúles y rumbo a Vilamòs. Llegamos a la carretera que lleva a la ascensión al túnel de Vielha. Llevamos un rato jugando al gato y el ratón pasando entre Catalunya y Aragón para llegar hasta la localidad de Bono donde empieza la ascensión al túnel de Vielha más en serio. Seguimos un par de kilómetros, pero al llegar al cruce de Aneto tomamos a la izquierda y allí, una estrecha carretera, con algunos tramos en mal estado y con muchas piedras a causa de las secuelas de los derrumbamientos invernales, nos llevaría hacia una gloria que no esperábamos. El placer de lo desconocido iba alcanzar su apogeo, vaya subida, qué espectáculo.

Fuimos tomando altura. Vemos la carretera esculpida en las laderas de la montaña. Aparece la pared del embalse como colgando de la montaña, pero ninguna carretera que se le acerque. No damos crédito de que se pueda llegar hasta allí, pero paso a paso y sin parar de subir cada vez estamos más cerca. Pasamos un pequeño túnel parece que la carretera se acaba pero la boca de un nuevo túnel nos dice que esto continúa. El túnel impone, da un poco de miedo, es en subida y está ligeramente iluminado lo suficiente como para seguir. Vamos más de 1 kilómetro. Finalmente se hace la luz, ha sido algo más de 1,5 kilómetros y llegamos al embalse. Llegamos emocionados, nos sentimos unos privilegiados y probablemente en ese momento lo fuésemos.

Volví 5 años más tarde, y volví a sentir algo similar, aunque los que me acompañaban fueron los que experimentaros esa sensación tan especial que supone una primera vez. Eso sí, la carretera ya no era misma. Más piedras, más baches, más derrumbes…

Hace poco, estando en Vielha, estuvimos tentados a regresar pero nos hablaron del estado de la carretera y desistimos. En una ocasión, en una tertulia comenté esto y me tacharon de egoísta. Quizás mi pasión ciclista me pierda un poco, pero que rabia que da gastar dinero en una carretera y dejarla perder. Al final llega el momento en el que ya no la van a arreglar por el gasto que supone.

Y si soy egoísta por esta apreciación, lo debo ser en cualquier faceta de la vida porque me da una rabia terrible ver como se gastan cantidades ingentes de dinero en cosas que aparte de no utilizarse, no aportan nada y ni siquiera son de interés general.

Pero esto es otra historia, y ahora toca comentar un poco esta preciosidad de subida. El embalse de Llauset está a 2.207 metros de altitud y pertenece al municipio de Montanuy en La Ribagorza. Inicialmente, era un ibón de origen glacial que fue recrecido artificialmente en 1983. La presa tiene nada menos que 82 metros de altura

La subida podríamos decir que se inicia en la localidad de Bono con pendientes que se mantienen constantes en torno al 6%. Nos desviaremos hacia la población de Aneto y la carretera cambia totalmente. Seguimos ascendiendo y tras superar dos curvas de herradura, el trazado se cuelga del abismo en un tramo impresionante donde las vistas son inmejorables. Al paso por el paraje de Nestuí los porcentajes nos dan un breve respiro. Ahora, podemos contemplar lo que nos queda de ascensión, la pendiente se sitúa por encima del 8% y dos nuevas herraduras en una carretera nos abren una perspectiva que permite por fin divisar en lo alto la impresionante presa de Llauset. Llegamos a un pequeño collado donde se encuentran las ruinas del antiguo campamento de los obreros de la presa y un pequeño refugio junto a la fuente del Cubiello. La ascensión no nos da descanso, atravesaremos dos galerías anti-aludes antes de alcanzar un curioso cruce en curva de herradura dentro de un túnel colgado en la ladera de la montaña. 700 metros más y no nos queda otra que adentrarnos con toda la precaución posible en la «boca del infierno», ese túnel final de 1,5 km, con una tenue iluminación cada aproximadamente 100 m que nos abrirá las puertas al Paraíso. En total habrán sido 16,7 kilómetros de ascensión desde Bono con una media de casi el 7% en los que habremos ascendido 1177 metros de desnivel.

El Embalse de Llauset podría ser uno de esos lugares considerados de culto entre los cicloturistas pero para que esto ocurra alguien tendría que acordarse de él.  Un olvidado diferente, porque difícilmente podremos olvidar algo que no hemos tenido la fortuna de conocer.

Por Jon Beunza

Fotos: Andoni Epelde

Altgrafías: APM