Una distancia lateral mínima de un metro y medio para adelantar ciclistas. Una reivindicación de la normativa en vigor, muy divulgada por parte de los colectivos ciclistas desde hace años. Nos la encontramos en pegatinas, en camisetas, en maillots o en carteles instalados en las carreteras que frecuentamos. Desgraciadamente, apenas aparece de manera clara en las grandes campañas realizadas por la Dirección General de Tráfico, cuyo impacto mediático podría llegar a ser enorme.
Pero ¿por qué esa distancia mínima de un metro y medio? ¿Es realmente tan importante respetarlo?
Los conductores que no hayan practicado ciclismo de carretera seguramente no serán conscientes de la relevancia que tiene esa distancia. Los habrá que pensarán que conviene dejar esa distancia si las condiciones son idóneas. Otros considerarán que es una simple recomendación y que, bajando la velocidad justo antes de iniciar la maniobra de adelantamiento y apartándose un poco, ya es suficiente. Y buena parte de los conductores considerarán que, cuando llega una curva, no hará falta esperar para garantizar esa distancia durante toda la maniobra de adelantamiento; simplemente adelantarán y confiarán en que no venga otro coche de frente.
Sin embargo, esa distancia está plenamente justificada. En este artículo lo explicaremos, salvando en cierto modo las deficiencias formativas en seguridad vial que no cubren las entidades públicas competentes. No hablaremos del grave desconocimiento en gran parte de los conductores de la propia norma relativa a la distancia de separación en el adelantamiento, sino que desgranaremos de manera breve cada uno de los motivos por los cuales es importante respetar esta distancia de separación durante todo el proceso que dura la maniobra de adelantamiento:
1)Porque puede haber un bache en la calzada o en el arcén, que el ciclista puede intentar esquivar por la izquierda, que es por donde probablemente tendrá más espacio para hacerlo.
2) Porque puede caerse el ciclista. Durante una caída, un ciclista ocupará más espacio. Además, las caídas son más frecuentes cuando se transita en grupo, lo que puede provocar incluso una mayor necesidad de espacio en la calzada. Durante al adelantamiento, el conductor debería de considerar también si está dejando espacio suficiente en el hipotético caso de una caída.
3) Porque desde la mayoría de los cruces con caminos, se deslizan grava y arena que acaban en la carretera. El ciclista los esquivará siempre por la izquierda.
4) Porque en zona urbana hay rejillas, sumideros y tapas de alcantarillas, que a veces son peligrosos. Conviene esquivarlos y frecuentemente el ciclista lo hará por la izquierda, ya que es por donde probablemente tendrá más espacio para hacerlo.
5) Porque el ciclista corta la trayectoria de las curvas a izquierdas por el interior de la curva, es decir, que se adentrará más en la calzada. Si la vía está mojada, para evitar caídas el ciclista no podrá apenas inclinarse apenas para girar en las curvas. Por eso, en estas circunstancias el ciclista se desplazará hacia el interior de la curva más de lo habitual.
6) Porque los arcenes y las áreas de la calzada más cercanas al borde están sucios y tienen restos de vegetación, gravilla, arena y basura. El ciclista los evitará casi siempre por la izquierda.
7) Porque el borde del asfalto de muchas carreteras estrechas presenta un aspecto irregular y “carcomido”. Si el ciclista va cerca del lado derecho de la calzada, se moverá a la izquierda a menudo en este tipo de vías.
8) Porque en invierno, puede haber zonas heladas o húmedas en el borde de la carretera. Son frecuentes en zonas que quedan durante todo el día a la sombra de vegetación. El ciclista las esquivará por la izquierda, ya que constituyen zonas de pavimento deslizante.
9) Porque hay ramas de arbustos y árboles que invaden el arcén o la calzada a cierta altura. El ciclista las esquivará siempre por la izquierda.
10) Porque en zona urbana muchos peatones inician la maniobra de cruzar la calle «de oídas». No oyen ningún vehículo detrás de ellos e invaden la calzada para cruzarla de manera inesperada. El ciclista invadirá la parte central del carril para evitarlo.
11) Porque en zona urbana, si hay coches aparcados en la fila derecha de la calle, se puede abrir inesperadamente una puerta de un vehículo aparcado al lado de la vía. La misma situación se genera cuando un coche aparcado en batería comienza a invadir la calzada. El ciclista reaccionará de inmediato invadiendo la parte central del carril.
12) Porque nos puede sorprender un gato, un perro o una pelota en la vía. La situación es más peligrosa si el obstáculo invade la calzada desde el margen derecho. En ese caso el ciclista instintivamente lo esquivará de manera súbita e instintiva moviéndose hacia la izquierda.
13) Porque en días con rachas de viento lateral fuerte, no es fácil para los ciclistas mantener una trayectoria recta. Sobre todo, se producen ráfagas bruscas de viento lateral en zona urbana, cuando el viento reaparece en los cruces con calles perpendiculares. En esos tramos, es aún más habitual que el ciclista realice trayectorias zigzagueantes y movimientos laterales bruscos.
14) Porque los vehículos pesados que nos adelantan a velocidad elevada generan un efecto de expulsión al acercarse y otro de atracción hacia ellos cuando ya han pasado. Por lo tanto, tras el adelantamiento, este último efecto de atracción, llamado Venturi, “succionará” al ciclista hacia el vehículo y lo llevará hacia el centro de la vía. Este efecto puede verse incrementado con la presencia de viento lateral.
15) Y porque forma parte del respeto a la vida de los demás. Simplemente está legislado así, para garantizar una convivencia respetuosa entre los que compartimos la vía pública.
Este último motivo debería de ser suficiente. Pero en nuestra cultura estamos habituados a cuestionar muchas de las normas establecidas en aras de la convivencia y el respeto. Sirvan por tanto los 14 motivos anteriores para reforzar el cumplimiento de esta normativa, quizás la más sensible en lo que respecta a la seguridad de los ciclistas.
Resulta sorprendente que décadas después de la entrada en vigor de esta normativa, aún hoy sea cuestionada, cuando no desconocida por buena parte de los conductores. Desde estas páginas instamos a los organismos públicos a que hagan una apuesta clara por la divulgación masiva de estas informaciones, fundamentales en la garantía de la seguridad de la vida de los ciclistas.
Por Luis Miguel Sainz Pena
Fotos: Andoni Epelde y Ane Gabiria/Bizimartxak