27 de mayo de 2023, vigésima y penúltima etapa del Giro de Italia. Tres corredores optan al triunfo final en la durísima cronoescalada al Monte Lussari. Dudo que alguna vez se haya disputado una contra reloj en subida en rampas tan duras como las que los ciclistas deberán afrontar hoy. Tras 11 km planos, los supervivientes de la carrera tendrán que afrontar algo más de 7 durísimos kilómetros a este inédito puerto. El duelo que en comienzo era de tres, pronto queda reducido a dos porque los tiempos parciales del portugués Almeida no están siendo lo suficientemente buenos, pese a ser de los mejores de la jornada. La general sigue estando muy apretada: Roglic y la maglia rosa, Thomas, están en muy pocos segundos.
El esloveno ha optado, como ayer, por una bicicleta escaladora con un único plato y una corona máxima de 44 dientes. Desarrollos a los que los profesionales hoy en día no dudan en acudir si piensan que les puede otorgar algún beneficio. Thomas, más conservador, ha optado por un habitual compact con un 34 de plato y un piñón máximo de 32 dientes. De momento y a falta de poco más de 2 kilómetros, mantiene una ventaja en la clasificación general entorno a los 15-20 segundos.
Roglic apura sus últimas opciones, pero no hay mucho más de donde tirar, está dando todo lo que tiene tras tres semanas de carrera. En una de las rampas más duras que restan por subir y precedido de una pequeña bajada ocurre algo que parece ser definitivo. ¡A Roglic se le ha salido la cadena! ¡No puede ser, va con un único plato! Las probabilidades de que tal cosa ocurra son muy bajas, pero como suele decirse, nada es imposible y en el momento más inoportuno Roglic tiene que detener su marcha, bajarse de la bici y volver a meter la cadena. Apenas hay público en esa zona porque la organización no ha querido correr riesgos y el acceso a la subida ha estado restringido. Un aficionado corre para ayudar a Roglic a reanudar su marcha. La casualidad ha querido que sea un antiguo compañero del esloveno del equipo nacional de saltos de trampolín. La suerte parece echada. Sus compañeros sentados en la cima y siguiendo el desenlace por la televisión, gritan, se desesperan, se llevan las manos a la cabeza… Todo el trabajo de tres semanas se va a ir al traste fruto del infortunio.
La operación le ha costado no menos de 20-30 segundos al esloveno, que sumados a la diferencia que aún tenía que recuperar, parece insalvable.
Roglic de todos modos no desiste en su intento, lo da todo con más fuerza si cabe. Su tiempo en meta es el mejor de todos, pero parece que la gloria se quedará en eso, el honor de ser el primer ganador en un monte que seguro que un futuro dará que hablar.
Tras la entrada en meta de corredor del Jumbo, las cámaras se centran en el británico Thomas. Después de haberle perdido de vista por espacio de unos minutos la sensación que transmite no es buena: Su rostro denota un enorme esfuerzo, su culote está teñido de blanco por la pérdida de sales, y su pedaleo ha perdido gran parte de la alegría que traía, pese a que las rampas en la parte superior del puerto no son tan continuadas y duras como lo eran al comienzo. Es el reloj el que nos muestra la realidad. El de Ineos se ha hundido y tiene apenas un minuto para salvar su preciada prenda. Pero aún le falta mucho para llegar, quizás no en metros, pero sí en tiempo. Los metros en el Lussari no se ganan como en un puerto normal, aquí cuesta muchísimo más. Como si de una cuenta atrás se tratara, todos comenzamos mentalmente a contar y los números no le salen al británico. ¡Va a perder la maglia!, es seguro. Tres, dos, uno…, Roglic es el virtual ganador de la carrera. Por escaso margen, pero así es. Finalmente 14 segundos van a separarlos en la general final de un Giro algo soso e insulso pero que nos guardaba este final que a muchos nos ha recordado el del Tour de 2020 con Roglic y Pogacar como protagonistas Los más veteranos tampoco olvidarán la crono final del Tour de 1989 entre Lemond y Fignon.
Las imágenes en meta son puro contraste. Alegría desbordada en el equipo Jumbo. Decepción, pero muy controlada y bien encajada en Thomas e Ineos. El helicóptero se centra también en mostrarnos las vistas aéreas del Monte Lussari y alrededores. Un espectáculo grandioso en un día despejado y soleado. Regresará pronto al Giro, sin duda, tras un debut que no ha dejado a nadie indiferente, a pesar de todas las dificultades logísticas que presenta su trazado y de no tener otra salida por carretera que esta pista de hormigón que tras muchos años de especulaciones ha visto por fin la luz. El inédito Lussari ha superado la prueba.
¿Inédito?
Inédito sí, es la primera vez que se sube en carrera profesional alguna, pero no desconocido. Puedo decir, y no es mérito mío, que el Monte Lussari me era muy familiar desde hacía muchos años. Ángel me había hablado mucho de él. Se podría decir que era una fijación. Siempre me decía que iban a asfaltar la pista de tierra y que sería, una vez asfaltada, una subida dura o muy dura, dependiendo del trazado que siguieran. La llave la iba a tener el Giro y cada año se especulaba en webs transalpinas con la posible inclusión del Lussari, cuando se sabía que el Giro transitaría carreteras del Friuli. La ilusión se tornaba en decepción porque año tras año, eran otros los elegidos. Ángel no perdía la esperanza, pero la llama de la ilusión había bajado un poco en intensidad con el paso de los años. Por eso, cuando se presentó a finales del pasado año el recorrido del Giro, la alegría de nuestro experto fue máxima. Por fin el Lussari iba a ver la luz, y eso significaba que habilitarían alguno de los accesos por carretera. No teníamos claro si sería una pista de hormigón o una carretera asfaltada, pero lo que estaba claro es que iba a dejar de ser una pista de tierra. ¿Sus números? Eso también estaba por ver. El primer perfil fue el mostrado por el Giro. La corsa rosa siempre presenta altimetrías muy fiables porque son realizadas por un reconocido topógrafo de nombre Stefano di Santo. Estos no dejaban la más mínima duda, era una subida algo más corta que el Zoncolan por Ovaro, con una media parecida y que durante casi 5 km mantenía una pendiente media incluso superior a la del Kaiser, superando el 15%. Más de lo esperado por todos. El siguiente en afinar con la altimetría fue nuestro Josemi. Tras un profundo trabajo de investigación nos dijo fiel a su estilo: “Esto es todo lo que he podido hacer, pero lo doy por bueno”. Los que le conocemos sabemos de su rigor, auto exigencia y exactitud. Luego si él mismo lo da por bueno, la astigrafía es fiable. Lo siguiente fue ver fotos y algún vídeo muy corto de equipos y corredores que se fueron a inspeccionar la subida antes de que esta pasara a estar impracticable con la inminente llegada de las primeras nevadas. La ascensión prometía y se intuía durísima.
Esta noticia que nos cogió por sorpresa nos obligó a cambiar nuestros planes. Tras tantos años esperando no íbamos a demorar más nuestra visita. Esta no pudo ser antes que la etapa del Giro, por tanto, cuando en julio visitamos la zona teníamos en la memoria la reciente etapa y parte de su trazado que pudimos ver por televisión. Ángel tenía claro que mediría sobre el terreno la ascensión, y ese es el perfil que os presentamos, ahora os dejaré con las impresiones que nos dio el puerto, pero antes le he pedido a Angel que nos hable un poco del Lussari y de cómo y cuándo lo conoció y el porqué de tanto interés por él.
El Lussari por Ángel Morales
Año 80 y pocos, todavía no andaba en bicicleta, me gustaba andar por la montaña y hacer escaladas fáciles. Algunas veces leía revistas de montaña, excursiones, travesías, escalada, etc. … En una de ellas dan un reportaje amplio de las Dolomitas italianas y austriacas, ¡buah! ¡Qué paisajes!, todo nuevo para mí. Yo, que solo había visto el Pirineo cercano a casa, alucinaba, se me caía la baba de ver aquellas montañas. Entre todas las imágenes se me quedó grabada en la cabeza una en especial. Mira que hay fotos bonitas de las Dolomitas, pero no sé porque se me quedó una del Monte Lussari donde aparecía el santuario y de fondo la mole del Montasio. ¡Espectacular!
Pasaron los años y empecé a andar en bicicleta. Inevitablemente pasé también a comprar mapas de los Alpes. Ya tenía la vista fijada en esa cordillera y como no podía ser de otra manera apareció el nombre del Monte Lussari. (Ya te tengo pensé…, ahora que estás localizado ya caerás).
Siempre ha estado en mi mente que algún día lo subiría. En alguna ocasión he estado en la base, Tarvisio, otras he pasado por la autopista debajo de él, pero en ninguna ocasión se daban las circunstancias para subirlo. Era complicado. Siempre he pasado con la bicicleta de carretera y hasta este 2023 que no le pusieron la capa de cemento para que subiera el Giro de Italia era una pista de tierra en malas condiciones, con la flaca imposible. También había pensado subirlo en telecabina, pero no acababa de encontrarle la gracia. O lo subía con una BTT o nada. No me importaba esperar, siempre albergaba la esperanza de que algún día se darían las circunstancias.
Tras una larga espera y varios años de rumores, por fin, el Giro de Italia tiene previsto subirlo y lógicamente acondicionan la subida. Han pasado casi 40 años y está claro que ahora es la oportunidad de ir a conocerlo, esperar más no tiene sentido. Quién sabe si el Giro volverá, quizás sí porque fue una contrarreloj espectacular y determinante, pero si no regresa pronto la pista de cemento seguro que se irá deteriorando y en pocos años peligra que se vuelva impracticable. Era este año sí o sí.
El día de autos, a la cima del Monte Lussari llego el último, no importa, no tengo prisa. Quiero saborear la subida, disfrutarla. Llegar al Santuario y recordar la foto que tenía en mi mente fue algo increíble. Efectivamente el lugar es espectacular, tal como lo imaginaba. Al juntarme con los compañeros me preguntan: ¿qué sientes una vez conseguido el sueño de subirlo? Estoy feliz, muy feliz. En la vida hay situaciones o vivencias que no se pueden comprar y para mí esta es una de ellas, cosas por las que vale la pena vivir y luchar por conseguirlas. Ahora sí, el ya caerá, …, cayó.
Otro de los integrantes de aquel viaje fue Pedro Pereiro, el cual, sabedor de que este artículo iba a ver la luz me pidió poder dar sus impresiones. Me pareció muy interesante lo que me contó y también he querido trasladaros sus comentarios:
Sueños cumplidos por Pedro Pereiro
Mi buen amigo Ángel Morales, “Morgar”, vio cuando era niño una fotografía del Monte Lussari en un libro o revista de los Alpes. Le pareció un lugar tan idílico que decidió que un día subiría hasta allí en bicicleta. Con los años, Morgar se ha convertido en uno de los mayores expertos en puertos de montaña de toda Europa, y ha subido un enorme número de ellos, y a pesar de visitar los Alpes en muchas ocasiones, y la región del Friuli italiano varías veces, hasta este 2023 no había conseguido cumplir su sueño de ascender al Monte Lussari.
El motivo era que las únicas formas de subir eran en el teleférico que da servicio a la estación de esquí que hay en la cima, o un camino de herraduras sin asfaltar difícilmente ciclable. Todo esto ha cambiado este año gracias al plan de desarrollo turístico de Tarvisio. Las autoridades de protección civil colocaron un conglomerado de hormigón ecológico en los ocho kilómetros del recorrido, lo que hizo la carretera accesible a los ciclistas, dando a esta fascinante subida la oportunidad de albergar la etapa decisiva del Giro de Italia 2023. Y por supuesto nuestro amigo Morgar no iba a dejar pasar mucho más tiempo para subir en bicicleta al lugar que con el que soñaba desde hacía 40 años.
Pero lo cierto es que el Monte Santo de Lussari era un lugar prácticamente desconocido para la mayoría de los cicloturistas y aficionados al ciclismo hasta hace pocos meses. Se trata de una modesta montaña en los Alpes Julianos, de 1790 m de altitud, ubicada en Tarvisio, región del Friuli-Venecia Julia, en el extremo nororiental de Italia muy cerca de las fronteras con Austria y Eslovenia. Su fama se debía principalmente al convento construido en la cima en el siglo XVI y los edificios alrededor del santuario. Conocido como “El Balcón de los Alpes Julianos” desde su cima se puede disfrutar de un amplio panorama de la cuenca de Tarvisio y otros grupos montañosos como el Caravanke al norte, el Mangart al este y el Jôf de Montasio al sur. El santuario sufrió terremotos y bombardeos varias veces a lo largo de los siglos, pero siempre fue reconstruido. La Iglesia también es llamada La de los Tres Pueblos, ya que es un lugar de peregrinación para la gente de los tres linajes lingüísticos vecinos, el Germánico (alemán), el Románico (friulano e italiano) y el Eslavo (esloveno).
Muy cerca de Tarvisio podemos disfrutar de otras grandes ascensiones alpinas como el Zoncolan y el temible Forcella en Ovaro, el Casón di Lanza y el Passo di Pramollo en Pontebba, el Monte Paularo, los temibles Matajur y Kolovrat, el Sella Nevea y el Sella Carnizza o los grandiosos Vrsic y Mangart en la cercana Eslovenia. Es una zona donde no va a costar encontrar platos para completar un menú cicloturista de lo más variado.
El 27 de mayo de este año Primoz Roglic colocó al Monte Lussari en el epicentro del mapa ciclista internacional ganando la contrarreloj que partía de Tarvisio y sentenciando el Giro de Italia 2023. Aunque en ese momento Morgar ya había planificado nuestra personal peregrinación al santuario, yo no había sido consciente de lo que íbamos a encontrar en la ascensión. La cronoescalada al Lussari dejó muchas imágenes para el recuerdo. Los mecánicos seguían a los corredores en moto con la bici de recambio al hombro ante la imposibilidad de hacerlo en coche. Tramos vetados al público por la estrechez de la carretera, y otros tramos protegidos por una red para no caer al barranco. El hormigón rugoso dificulta la ascensión y está surcado de vez en cuando por canalillos que facilitan la circulación del agua. Uno de ellos dio lugar a la imagen que será la más recordada de este Giro cuando hizo saltar la cadena de la bici de Roglic quedándose sin tracción. El mecánico saltó de la moto de asistencia con otra bici, pero Primoz logró engranar de nuevo el monoplato de 40 dientes con piñones 10-44 que llevaba, pero no podía arrancar por la fuerte pendiente en la que había echado pie a tierra. Un aficionado con una gorra del Jumbo Visma, que resultó ser un antiguo compañero de Roglic de su época de saltador de esquí, acudió raudo a su ayuda y junto con el mecánico lo empujaron para que reiniciara la marcha. El Giro parecía perdido, pero el público llegado de la cercana Eslovenia lo llevó en volandas y finalmente batió a un grandísimo Geraint Thomas por 40 segundos, tan solo 14 de diferencia en la general final, firmando la mayor victoria de su brillante carrera y resarciéndose, al menos en parte, de la durísima derrota sufrida a manos de Tadej Pogacar en La Planche des Belles Filles en el Tour de 2020. Mismas circunstancias en diferentes escenarios. Cronoescalada decisiva que hace cambiar el maillot de líder la víspera de finalizar una gran prueba por etapas. Pero esta vez los papeles han cambiado, a Primoz le sonríe la victoria y su cara de inmenso alivio y felicidad en el podio con la Maglia Rosa es otra de las imágenes del año.
Tras disfrutar en el Giro de uno de los desenlaces más emocionantes de los últimos años, las ganas de ir a conocer el nuevo santuario del ciclismo internacional se multiplican, y finalmente el 9 de Julio de este año acompañamos a Morgar a cumplir su sueño de ascender al Lussari. En una calurosa mañana con un sol radiante partimos de Tarvisio siguiendo el recorrido de la último crono del Giro, atravesamos Valbruna y llegamos al puente sobre el torrente Saisera donde una barrera impide el acceso al tráfico motorizado y comienza la nueva pista de hormigón que conduce al Santuario.
Desde aquí la ruta no tiene desperdicio. Los primeros 5 kilómetros zigzaguean por el bosque superando en varios momentos el 20% de pendiente y con una media cercana al 16%. Se trata de una subida durísima, pero muy bella al mismo tiempo. Una vez que cada uno coge su ritmo, la ausencia total de tráfico y el silencio más absoluto permiten disfrutar de la ascensión si llevas el desarrollo adecuado. El bosque es muy cerrado, y cuesta tener referencias de los compañeros, pero a la vez te protege del calor y permite pedalear en absoluta soledad en un entorno maravilloso.
Una vez sales del bosque disminuye mucho la pendiente, aunque todavía nos quedaran 2,5 Km. con algunas rampas de más del 20% por superar. Empezamos a disfrutar de las vistas del entorno y poco a poco vamos alcanzando la altura del santuario donde vamos a tener una corta pero pronunciadísima bajada antes de rematar en el repechón final, cercano al 20% otra vez, que nos deja en la entrada del telecabina que deberemos usar para descender, ya que, en este momento, por motivos de seguridad, está prohibido el descenso en bicicleta por la pista hormigonada que acabamos de utilizar.
Es el momento de disfrutar del paisaje alpino que nos rodea, el momento de mezclarse con los turistas que han ascendido en telecabina o de tomar algún refrigerio en la cafetería. También podremos visitar el Santuario, la Iglesia de los Tres Pueblos o comprar algún recuerdo en la tienda de souvenirs. Y también el momento de abrazar a los compañeros y sentir el orgullo de haber podido acompañar a Morgar el día que cumplía su sueño y que sin duda ha merecido la pena, ya que esta ascensión justifica por sí sola un viaje hasta el Friuli, uno de los mejores lugares para hacer realidad nuestros sueños ciclistas.
Misión cumplida
Gocé mucho mi particular ascensión al Lussari. Había hablado tantas veces sobre él con Ángel que casi sentía como propios sus sueños y anhelos. El Lussari propició por sí solo el viaje de julio. Lo estiramos lo más posible y aprovechamos para hacer nuevas rutas y puertos con algún nuevo descubrimiento del que os hablaremos pronto y que seguro que no defrauda.
La subida la afrontamos al inicio de una larga etapa que iba a tener una importante incursión en Eslovenia y con puertos tan sorprendentes como la Sella Carniza entre otros. La barrera que impedía el acceso a los vehículos nos garantizaba soledad y tranquilidad. La ascensión no tiene misterios: es dura, muy dura, sobre todo sus 4,5 km iniciales. Nivel Zoncolan por Ovaro o incluso algo más en pendiente y con el añadido de tratarse de una pista de hormigón, que a día de hoy está en buen estado y deja hacer. No llega a los 8 km y eso supone un 20% menos de distancia que el Kaiser, y es un factor para tener en cuenta para responder a la obligada pregunta; ¿cuál de los dos es más duro? No tiene importancia la respuesta, son similares.
Donde no hay discusión alguna es en la belleza. El Lussari es bonito, incluso en su tramo boscoso más cerrado y tapado. Arriba ya gana por absoluta goleada con un pueblo de postal. Parece increíble lo que hay montado en el poco espacio que tienen, pero suficiente para atraer día a día a cientos de turistas que suben en el teleférico.
Angel me dijo en su día que sería un lugar de retiro. ¿Cómo para vivir? – le pregunté.
Me respondió que sí.
Buff, no lo veo. Demasiado pequeño, a mucha altitud, muy incómodo tener que bajar al valle cada vez que se quiera hacer una compra o alguna gestión, pese a tener un teleférico rápido y seguro. De lo que no hay duda es que el lugar es de película. El día es espléndido y gozamos de unas vistas magnificas con todo despejado. Disfrutamos ese momento, compramos souvenirs, tomamos un helado y nos deleitamos en la singularidad del lugar y lo cuidado y bien montado que tienen todo. Ver a Ángel tan contento nos irradia positividad a todos, si bien no podemos entretenernos demasiado porque aún nos resta una larga etapa por delante. El descenso lo hacemos con las bicicletas dentro del telecabina.
Ya lo decía Gardel: “20 años no es nada”. Aquí han tenido que pasar 40, pero finalmente Ángel cumplió un viejo anhelo. La verdad es que visto con perspectiva vamos completando sueños, retos, ilusiones, … que en su momento se veían inalcanzables. Como siempre dice nuestro Morgar: “si hay salud hay ilusión, y estos momentos y estos viajes no hay dinero que puedan comprarlos”. Brindamos por ello.
¡Salud!
Por Rubén Berasategui/Angel Morales
Fotos: Andoni Epelde/Ziklo
Altigrafía: Javi Fuertes, Josemi ochoa, Angel Morales/APM
Altigrafía: Josemi Ochoa, Angel Morales y Javi Fuertes/APM
Fotos: Andoni Epelde, Ane Gabiria/Bizimartxak, archivo Giro
Publicado en ZIKLO 46