Día: 28 de noviembre de 2022

PAZ, TOLERANCIA, RESPETO Y PRECAUCIÓN

Reflexiones después del último verano

Subir un puerto con el que siempre hemos soñado es algo único, pero hacerlo en calma, sin tráfico y poca gente, mucho más. Desgraciadamente, este último hecho cada vez es más difícil, sobre todo en puertos “populares”, y esas sensaciones viven amenazadas y podrían convertirse en “rara avis” ante la curiosidad y manía que tenemos los seres humanos de querer llegar a todas partes de la manera más cómoda.

Sí, porque somos comodones por naturaleza y buscamos llegar a primera fila sin apenas esfuerzo. Sí, cada vez hay más medios para moverse y llegar a lugares hasta hace poco de imposible o al menos trabajado acceso; pero eso no supone que tengamos que exprimirlo hasta las últimas consecuencias.

Las bicis no son el problema, aunque nos lo pongan y lo podamos poner más o menos difícil al resto de vehículos. Muchas veces las carreteras son estrechas, con muchas curvas y adelantar a un ciclista con una de esas enormes caravanas no es tarea sencilla. Es una pena, pero hay puertos que subirlos sin poner pie a tierra en algún momento supone un reto añadido. Un sábado de agosto el Stelvio podría ser un claro ejemplo

Las motos tampoco deberían ser el problema, aunque cada día son más grandes, muy pesadas y difíciles de manejar en algunas carreteras. Pero con buena voluntad se lleva bien. Además muchas veces les unen objetivos similares a los nuestros. Otra cosa son las motos “racing”, que van a darlo todo, a correr, a tumbarse, a ser una permanente amenaza para el resto de los vehículos. Un sinsentido… si quieres correr busca un circuito: a la montaña se va a disfrutar del entorno, del trazado, de las curvas, pero en plan tranquilo ya que no estás solo.

Podríamos seguir con los coches. Aquí volvemos a encontrarnos de todo, aunque el peligro está en esa nueva moda de hacer expediciones con coches de lujo de alquiler: Ferrari, Porsche, Maseratti… cada cual mejor, que, a base de acelerones y chirriar de ruedas, suben los puertos. Objetivo, según ellos, disfrutar; cosa que no dudo que hagan, pero de cara a la mayoría vuelven a ser un peligro que solo busca llamar la atención.

Y seguimos con las autocaravanas, una gran alternativa para hacer turismo, pero cada vez son más grandes, muchas de alquiler y en muchos casos con conductores inexpertos a la hora de maniobrar y que muchas veces sin darse cuenta se meten en buenos marrones. Hace un par de temporadas vivimos en el Mont Ventoux uno de los mayores atascos que hemos visto en la montaña: 2 km para arriba y 2 km para debajo de atasco, todo por dos enormes autocaravanas que no se decidían a cruzarse. Y ojo, que no era tarea nada fácil, ya que la amenazadora ladera a un lado, el talud de la montaña al otro y la estrechez de la carretera, no daba para mucho más. Un problema en toda regla y todo el mundo de mala leche.

A esto deberíamos añadir las obras. Algo lógico: estamos en zonas en las que el verano es muy corto y tan solo tienen cuatro meses para trabajar con garantías. Arreglos de carretera, construcciones, instalaciones… son pocos meses para trabajar a toda pastilla. Consecuencia: algunos cortes de carretera, semáforos de paso alternativo, camiones de material…

No nos veáis en plan negativo. Solo se trata de una pequeña reflexión de una realidad que no debe suponer un freno para seguir viajando y buscando puertos.

Inevitablemente se aproximan tiempos de prohibiciones, limitaciones, horarios, peajes… Cada vez hay más puertos que son de pago si se quiere subir en vehículo y además nada baratos. Hay también zonas con cupo de vehículos. Se abre la barrera de peaje y a partir de un número de vehículos se cierra. En ese momento, siempre queda la posibilidad del autobús para ascender. Algunos ni abren ese cupo y la única posibilidad de subir es en los autobuses que ponen para el turismo o, si no, disponer de un pase especial.

Con todo esto, los ciclistas podemos salir ganando ya que la tranquilidad vuelve a crecer. Pero tampoco está todo muy claro, ya que la fuente de ingresos por parte de los ciclistas es una parte importante, pero no suficiente para las necesidades y ambiciones turísticas de muchas zonas.

¿Qué puede ocurrir? El asunto no es fácil y aún menos que todos los implicados lleguemos a ser una familia bien avenida. Tendremos que adaptarnos a lo que venga: todo evoluciona y cambia, y no solo en el mundo de la bici. El ocio camina unido a la movilidad, a la acción, y esto hace que evolucionemos hacia una pequeña masificación en la mayoría de las actividades al aire libre. Todos hemos disfrutado algún deporte en paz y soledad; ahora, esto se reduce a momentos poco habituales porque, vayas donde vayas, casi siempre hay alguien.

Paciencia, tolerancia, respeto y precaución, son los adjetivos claves para el cicloturista, siempre útiles en carretera, y que nadie debería de olvidar vaya en el vehículo que vaya.

Los grandes puertos son testigos de excepción de lo que os comentamos. No se inmutan, aunque si hablasen quizás dieran muestra de nostalgia y tristeza. Sin embargo son fieles y van a seguir siendo parte de nuestros sueños. Eso no va a cambiar: siempre van a estar esperándonos y no dudéis que siempre tendremos la manera de disfrutarlos.

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