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Historias y rutas

 Han llegado los meses más fríos del año y para disfrutar de nuestra afición qué mejor que irnos a la costa más templada de la península en esta época, tal y como apunta el propio nombre de Costa Cálida. La temperatura media ronda los 15ºC en los meses más fríos. Estamos en la comunidad de Murcia, aunque hacemos un guiño a Alicante pues una de las etapas discurre en gran parte por dicha provincia, en la Vega Baja del Segura. Nuestra base de operaciones será la murciana localidad de San Pedro del Pinatar.

 

 

Hoy en día Murcia es nada menos que la séptima provincia española en número de habitantes y la zona costera ha multiplicado por cuatro la población fija, sin contar la estacional. Tras una fuerte emigración después de la Guerra Civil, el boom turístico tocó a la puerta y las consecuencias están a la vista: masificación, caos urbanístico y desastre ecológico por doquier. A pesar de todo ello, en ZIKLO vamos a proponeros salir de tanto agobio con tres rutas que os permitirán conocer el lado más amable de la Costa Cálida y el Bajo Segura, ¿Nos acompañáis?

 

 

 

 

Ruta 1: Mar Menor

 

San Pedro del Pinatar, a pesar de su antigua historia ya que por aquí pasaba la Vía Augusta romana, apenas guarda restos de su pasado, algo bastante común en gran parte de la costa mediterránea sureña. Se debe a que tras la Reconquista, la mayoría de los asentamientos costeros eran modestos pueblos de pescadores expuestos a los saqueos de los piratas berberiscos que entre los siglos XVI al XIX asolaban la costa tomando cautivos para venderlos como esclavos. Así que ante la llegada de los piratas, los pescadores de estas aldeas se retiraban hacia las poblaciones mayores del interior que sí estaban fortificadas. De ahí viene el dicho de “no hay moros en la costa”.

 

El punto de partida para las tres rutas lo situamos junto al Molino Quintín al final de la playa Los Lorcas. Tras un par de kilómetros y sin solución de continuidad, entramos en la pedanía de Santiago de la Ribera. Vamos pegados al mar y sus playas hasta el final de la calle, un par de kilómetros después. Seguimos en paralelo a la costa por un paseo con carril bici y luego tomaremos la RM-F34 que lleva al aeropuerto, por un nuevo carril bici hasta llegar a sus instalaciones. Como comentario decir que hay bastantes carriles bici, pero tan anárquicos como sus urbanizaciones: tomáoslo con paciencia.

 

Tras dejar atrás el aeropuerto llegamos a Los Alcázares entrando por el barrio de Los Narejos. Y al salir, en la primera rotonda, nos vamos hacia el mar por una amplia avenida, para bordear  las después las diversas playas de la localidad, disfrutando, sin que nada lo impida, de las vistas hacia el Mar Menor en toda su amplitud. Al fondo se vislumbran los horribles edificios de La Manga como un borrón entre el azul del mar y el del cielo. Este amplio paseo no dispone de carril bici, por lo que en fechas vacacionales se hace un poco agobiante. A mitad del mismo encontramos un curioso Monumento al Pescador y al llegar al final, poco después del puerto deportivo, tomaremos la N-332, hasta cruzar la Rambla del Albujón, uno de los puntos neurálgicos por donde desemboca gran parte de la porquería al Mar Menor.

 

Tras pasar dicha rambla seguiremos rumbo a Los Urrutias, pequeña localidad costera que ha sido la más perjudicada por los desastres ecológicos. Al ser zona inundable, aquí se han ido depositando toneladas de lodo y podredumbre que han impregnado la playa y traído consigo unos olores nauseabundos. Los turistas y la gente que tiene viviendas vacacionales están dejando de acudir y muchos negocios están cerrando. Al parecer (solo encontramos una referencia en Wikipedia), el nombre de Los Urrutias proviene de unos militares vascos así apellidados que allí se instalaron tras las guerras carlistas. La localidad tiene varios barrios, entre ellos El Carmolí asentado en las faldas de un promontorio que parece fuera de lugar en la llanura que lo rodea: se trata de un volcán extinto que da el nombre al barrio.

 

Poco después del último de ellos vemos a la izquierda un molino, cuya misión, más que la de moler, parece que sería la de mover una noria para regadío. Unos metros más adelante cruzamos la Rambla del Beal, sin ningún tipo de puente: en las crecidas el agua simplemente lo inunda todo, con el agravante de que, además de los residuos citados, por aquí llegan también metales pesados de los depósitos de desechos mineros de La Unión, 8 km hacia el interior. Una larga recta entre cañizales nos lleva hasta Los Nietos, pequeña localidad donde se han encontrado restos iberos, griegos y romanos, pero hoy sin interés. Luego nos dirigiremos hacia Los Belones para coger la vía de servicio aneja a la autovía de La Manga por un nudo de enlace realmente kafkiano, aunque bien señalizado.

 

Más adelante, alcanzaremos el espectacular entorno de las Salinas de Marchamalo, un enorme conjunto de balsas que en su tiempo se dedicaron a la extracción de la sal, y que hoy están prácticamente abandonadas como fruto del atávico desprecio institucional hacia bienes históricos y culturales a pesar de estar protegidos a nivel europeo por su valor ambiental al ser una reserva de la biosfera por la cantidad de aves que en ellas se encuentran, especialmente flamencos. Pero estos rellenos de sal sin retirar y los lodos existentes hacen que las balsas se vayan colmatando y la salinidad aumente hasta hacer que sean totalmente inhabitables para las especies que en ellas moran. Estas balsas, si funcionan, son un espectáculo de colores según varía la salinidad que hace que la superficie vaya adquiriendo tonos amarillo verdosos que pasan al rosa e incluso rojo, para acabar de un blanco inmaculado cuando el agua se evapora.

 

Seguimos carretera adelante, para reencontrar la autovía que ahora se ha convertido en la Gran Vía de La Manga. Quien quiera puede irse hasta el final, pero solo se va a encontrar con un atentado natural en toda regla. Nuestra ruta sigue hacia Cabo de Palos y vamos hasta el fondo para ascender hasta el Faro, construido con los restos de una antigua fortaleza defensiva allí ubicada e inaugurado en 1865. Su torre de 51 m de altura lo sitúa como el séptimo faro más alto de España, desde donde disfrutaremos de unas magníficas vistas. El nombre de Palos viene del latín “palus”, que significa laguna o marisma, y se refiere a la proximidad del Mar Menor. Los establecimientos de su bonito puerto son un buen lugar para un tentempié. Tras él, desandamos el camino y buscamos la entrada a la autovía para tomar la vía de servicio y seguir hasta Los Belones, atravesando la localidad y tomando dirección a Portmán en la rotonda de salida.

 

Un tramo entre campos de cultivo y luego atravesamos por un buen carril bici los enormes campos de golf del complejo La Manga Club Resort. Poco después, en suave ascenso, cruzamos otro campo de golf del mismo complejo y pasamos por un pinar antes de llegar a un cruce señalizado hacia El Llano del Beal. Entramos en la zona minera murciana por excelencia: minas de plata, plomo y zinc explotadas ya por cartagineses y romanos. No se volverían a abrir hasta el siglo XIX y se cerraron en 1990 tras una serie de desmanes ecológicos por su explotación intensiva. Hoy en día la zona se está regenerando con la creación del Parque Regional de Calblanque.

 

 

 

Los aventureros pueden optar por tomar el desvío citado, pero el firme, aunque en buen estado, se encuentra sin asfaltar en un tramo de unos 4 km practicables con la flaca. Una ascensión no muy dura que lleva al Collado de los Mosquitos por un terreno salvaje, en tremendo contraste con lo que hemos dejado atrás. Pero la ruta diseñada sigue por el asfalto en suave ascenso hasta el collado de Cenizas 500 m después. Al poco de iniciar el descenso vemos a la izquierda una calzada romana, prueba fehaciente de su interés por esta zona minera. Y al final de dicho descenso dejamos a la izquierda las ruinas de la Villa Romana del Paturro, investigadas y expoliadas para llevar piezas arqueológicas y mosaicos a varios museos. Hoy las ruinas se encuentran en total abandono, rodeadas de maleza y sin un camino de acceso visible.

 

Portmán, mezcla de pueblo pesquero y minero, se asienta sobre lo que fue una magnífica bahía llamada Portus Magnus por los romanos. Y decíamos que fue una magnífica bahía, porque a mediados del pasado siglo fue destrozada por los vertidos mineros en uno de los mayores atentados medioambientales, si no el mayor, en la historia de España. No hay más que mirar la vista de satélite o bajar a lo que un día fue el puerto y ver dónde está el puerto actual. En los últimos años parece que se pretende reparar el estropicio.

 

Seguimos ruta para acometer la ascensión al pequeño puerto conocido como Sierra Minera o Cruz Chiquita que separa Portmán de La Unión. Ascenso y descenso discurren por un continuo paisaje de restos de las antiguas minas, al que no se le puede negar espectacularidad. La Unión, localidad minera por excelencia, tuvo su máximo esplendor con el auge de la minería y así en 1900 contaba con más de treinta mil habitantes que se redujeron a la tercera parte a mediados del siglo XX. En la actualidad se ha recuperado hasta ser más de veinte mil, como ciudad dormitorio de Cartagena. De sus edificios decimonónicos apenas se conservan dos: la Casa del Piñón y el Mercado Público. El primero se ubica en la calle Mayor, por la que atravesamos la localidad, y alberga el Ayuntamiento y los Museos Minero y del Cante de las Minas. El Mercado está junto a la estación de FEVE y se le conoce como la “Catedral del Cante”, porque es la sede del Festival Internacional del Cante de las Minas. Y ya que hemos llegado al mercado, quien quiera (no se incluye en la ruta) puede ascender al Parque Minero por detrás de la estación: algo menos de 2 km al 7% con un firme hormigonado que es un lujo. Las vistas son magníficas y merece la pena.

 

Salimos de La Unión hacia El Algar, una localidad muy cercana y sin interés, así que seguimos la N-332 por una larga recta entre campos de cultivo hasta confluir con la AP-7 donde la carretera que llevamos se convierte casi en una vía de servicio de la autopista. Ya no abandonamos esta carretera hasta llegar a Los Alcázares y solo nos queda desandar el camino que hicimos al principio de la jornada o volver por San Javier: a vuestra elección. Y hemos añadido al final un tramo sumamente relajante que es obligado hacer en algún momento: se trata de seguir el Paseo de los Molinos entre el Mar Menor por un lado y las Salinas de San Pedro por el otro, para llegar al canal natural de paso entre el Mediterráneo y el Mar Menor. A no perdérselo.

 

1 San Pedro del P.-Cabo de Palos

Ruta 2: Huerta murciana

 

Obviaremos la descripción de la ruta en sus primeros kilómetros ya que se trata de una zona urbana y hay muchas alternativas, incluso con tramos de carreteras de tercer orden: vosotros mismos. Se trata de llegar a la rotonda que tiene la N-332 en el centro de San Javier, otra importante localidad de más de treinta mil habitantes, pero sin apenas cosas interesantes que ver. En la citada rotonda encontramos la señal de Pozo Aledo, apenas una agrupación de casas, que es hacia donde nos dirigimos y donde tomaremos el cruce a la derecha hacia Avileses. Hasta llegar a esa localidad nos espera un largo tramo de carretera poco concurrida entre frutales, invernaderos y cultivos de regadío. Dicho topónimo parece que viene de una familia asturiana de Avilés que aquí se asentó en el siglo XIV, si bien en realidad se llama Jerónimo y Avileses, aunque se desconoce la procedencia del primer topónimo de esta modesta localidad con una economía basada en la agricultura.

 

Seguimos adelante, ya por un terreno de secano sin apenas cultivos, hasta pasar por el enorme complejo del Golf de la Peraleja que bordeamos durante más de 5 km dejando a la derecha el desvío hacia Sucina. Tras dos rotondas, pasamos bajo el ferrocarril y seguimos en dirección a Murcia. Pasamos por La Tercia, una pequeña localidad en cuyos alrededores se han construido enormes urbanizaciones de casas unifamiliares con reclamos de campos de golf junto a ellas, en medio de un secarral y lejos de de un centro urbano importante.

 

Poco después llegamos a la RM-F13 que tomamos en dirección a Murcia. Comenzamos el suave ascenso al Collado del Garruchal que por este lado apenas puede considerarse como puerto ya que son 4,5 km con un 2,6% de pendiente media. El descenso, también muy suave salvo alguna rampa puntual, tiene una primera parte muy bonita a través de un desfiladero y pinares; luego, cuando el terreno se abre, el paisaje vuelve a ser árido y seco, pero también tiene su encanto por cuanto es bastante accidentado y no la planicie que hemos dejado atrás. Al final del descenso nos encontramos con un cruce en el que hay tres opciones: seguir el trazado de la ruta y hacer el bucle por Cresta del Gallo (obligatorio para los coleccionistas de puertos CIMA); seguir de frente y dar una vueltilla turística por Murcia capital; o simplemente saltarse dicho bucle y continuar la ruta a la derecha, ahorrándose 17 km y unos 400 m de desnivel.

 

En un corto trecho pasamos por las localidades de San José de la Montaña, Las Tejeras y Los Garres, sin especial relevancia, siendo prácticamente barrios periféricos de la capital. Siguiente localidad, Algezares, cuyo nombre viene del árabe “Al-Jezar” que significa tierra de yesos. Su historia parece bastante antigua, aunque apenas quedan algunos vestigios de ella. Se han encontrado restos de un palacio romano y de una basílica de lo que para algunos fue la sede episcopal visigótica de la ciudad de Eio, destruida por los árabes en el año 825.

 

Ahí se inicia la ascensión al Santuario de la Fuensanta y a la Cresta del Gallo, el coco del día. Es un 2ª categoría duro, con kilómetro y medio a casi el 10% de pendiente media y máximos del 12% o incluso más en alguna zona muy puntual, en la segunda mitad de la ascensión. En una curva antes del santuario encontramos La Fuente Santa, que parece ser el lugar de la aparición y donde allá por el siglo XIV la Virgen hizo brotar el agua que tenía efectos milagrosos. Desde ahí unos cuidados caminos peatonales ascienden hasta el santuario, pero nosotros lo haremos por la carretera con algún tramo que ronda el 10%. La visita es obligada. Como siempre, estos lugares de culto importantes se construyen en parajes que tienen cierta magia. El templo actual, edificado sobre la antigua ermita, se inauguró en 1712. Hablar de la historia mezclada con leyendas se sale del alcance de estas líneas, pero es curioso cómo esta Virgen de la Fuensanta se convirtió en la patrona de Murcia o la historia de la “Cueva de la Cómica”, situada en el camino de acceso a pie.

 

Rellenamos los bidones y seguimos ruta por un tramo llano hasta llegar a un cruce. Si hay tiempo, es muy interesante desviarse 1 km a la derecha y visitar otro paraje mágico donde se encuentran el Santuario ibero de la Luz del siglo V a.C., el Castillo de la Luz del siglo VIII y el Eremitorio de la Luz. Quien quiera ir, que se documente antes.

 

Volvemos a la ascensión y tras el cruce encontramos un rampa dura aunque corta que nos mete en Los Teatinos, una urbanización de nuevo cuño. Tras un leve descanso la carretera se convierte en sentido único y entramos en la ya citada parte más dura que se hace más llevadera pues la carretera curvea de lo lindo a través de un magnífico pinar. Se corona al llegar a una gran explanada donde se ubica el Mirador de la Cresta del Gallo para disfrutar de las amplias vistas. Retrocedemos 1 km para descender hasta San José de la Montaña, siempre entre pinos y tomando precauciones ya que esta vertiente tiene más pendiente y curvas muy cerradas.

 

Reemprendemos ruta en dirección a Torreagüera, donde accederemos a la RM-300. Para evitar un rodeo vamos por el barrio de El Bojar por carreteras secundarias y sin señalizaciones, así que llevad preparada la ruta o preguntad. De Torreagüera seguimos por el barrio de Los Ramos y por la RM-301 hacia Sucina. Dejamos atrás las zonas urbanas y por un terreno yermo, aunque con algunos campos de frutales, llegamos al cruce hacia Cabezo de la Plata, dirección que debemos tomar. Es esta una pequeña localidad cuyo nombre usan los ciclistas de la zona para denominar como puerto de Cabezo de la Plata a la ascensión, en la frontera entre 2ª y 3ª categoría, en la que estamos inmersos y cuya altigrafía incluimos. La carretera perfecta con un bonito trazado, el paisaje árido pero no exento de belleza, un bonito pinar en el tramo final y la ausencia de tráfico, son los ingredientes primordiales para disfrutar de una ascensión sosegada.

 

Un largo y rápido descenso nos lleva hasta el punto en que anteriormente habíamos abandonado el Golf de La Peraleja. Comenzamos a rodearlo y ahora sí, en el primer cruce nos vamos hacia Sucina. Se trata de una localidad fundada en 1744, sin especial interés histórico. La carretera que llevamos se convierte casi en vía de servicio de la autovía RM-1 de la que nos separamos al llegar al cruce hacia Casas Blancas, pequeña localidad a la que se accede entre magníficos campos de frutales. Sin más, continuamos hacia El Mirador entre invernaderos, para encontrar la RM-F24, una tranquila carretera que nos deja en la rotonda que tiene un avión de entrenamiento CASA C-101. Aquí lo mejor es seguir de frente y llegar a la costa para volver al punto de inicio.

 

 

2 San Pedro del P.-Murcia

Ruta 3: Baix Segura

 

Iniciamos ruta atravesando de nuevo 3 km de zona urbana, esta vez hacia el núcleo primigenio de San Pedro del Pinatar. El camino más directo es la calle Río Chícamo y solo hay que mantener la dirección hasta llegar a la iglesia de San Pedro y la Plaza de la Constitución que dejamos a la izquierda para llegar al ayuntamiento tomando la carretera RM-F25. Podremos ver el bonito palacio neomudéjar del Barón de Benifayó, actual sede de los Museos Etnográfico y Arqueológico. Pasamos sobre la AP-7 entrando en el típico paisaje de frutales, huertos e invernaderos, para acceder a una zona conocida como Lo Romero donde entramos en Alicante por una carretera mucho más bonita, ya sin invernaderos, entre pinares y campos de frutales.

 

Tomamos dirección a Orihuela para toparnos con la gigantesca y reciente urbanización de Pinar de Campoverde que ocupa unos 3 km². Muchos de sus ocupantes son extranjeros de la UE, que viven en casas unifamiliares, bastante integradas en el entorno, pero que nos parecen viviendas sin “alma”.

 

Continuamos por una buena carretera apenas transitada en medio de un agradable paisaje que va picando hacia arriba con algunas ondulaciones, pero sin una pendiente relevante hasta llegar al Puerto de Rebate. Un tanto pomposo el considerarlo como puerto, por cuanto apenas son 230 m los que se ascienden en 17 km. A partir de aquí el terreno ya es más de secano, pero con plantaciones de almendros y más frutales. Durante el descenso vemos a lo lejos el Embalse de la Pedrera, junto al que se sitúa el siguiente punto de paso, Torremendo. Es esta una pequeña localidad agrícola que en lo que va de siglo ha visto más que duplicada su población por la llegada de residentes europeos, principalmente británicos y alemanes. Luego, unas bonitas vistas al llegar a las cercanías del embalse y otro largo trecho entre almendros y frutales hasta encontrarnos con la última localidad antes de arribar a Orihuela: Hurchillo. No deja de ser curioso que en más de 30 km solo nos hayamos encontrado tres localidades, una de ellas de reciente cuño y solo residencial. En esta zona hay varios yacimientos prehistóricos e iberos y Hurchillo parece que está situado sobre un antiguo asentamiento, al parecer griego, pero quienes allí vivieron se habrían trasladado a la actual Orihuela. El núcleo actual sería de aparición bastante más reciente.

 

Una de las ciudades más importantes de Alicante, Orihuela, atravesada por el río Segura, es un centro histórico y cultural de primer orden. Su historia viene de muy atrás, pasando por las edades de Bronce y Hierro. Luego serían iberos, celtas, comerciaron con fenicios y griegos, pasó a manos cartaginesas y luego a los romanos, que le dieron el impulso definitivo. Incluso fue bizantina un corto periodo de tiempo en el siglo VI; más tarde la ocuparon visigodos y musulmanes hasta la derrota de estos últimos. En la Edad Moderna fue punto de conflicto entre los diversos reinos, hasta la invasión francesa. Imposible atesorar más mezcla de culturas. Posee hasta tres universidades, la más antigua en un magnífico edificio del siglo XVI. Hay además varios edificios religiosos entre los que destaca la catedral comenzada en el siglo XIII, palacios, museos, archivos… Apenas queda algún resto del castillo visigodo, que devino en fortín en la Guerra de Sucesión hasta su declive final. Antes de continuar decir que quien quiera, puede subir hasta el Seminario (600 m al 10%) desde donde hay una magnífica vista de esta ciudad, con historia para rato.

 

Una larga recta nos deja en Bigastro, una localidad de cierta importancia, que nació como núcleo poblacional en el siglo XVIII. En el último siglo su población se ha multiplicado por cinco, pasando de ser meramente agrícola a residencial dada su proximidad a Orihuela. Cruzamos la localidad hacia la zona recreativa de La Pedrera. Seguimos una estrecha y solitaria carretera sin señalización y con firme un tanto irregular hasta la presa del Embalse de la Pedrera. El kilómetro final tiene cierta dificultad pues nos enfrenta a una rampa que llega al 14% de pendiente, muy puntual. Desde la presa tenemos unas estupendas vistas e iremos bordeando el embalse por un tramo muy bonito. Cuando ya claramente nos hemos separado de la orilla, llegamos a Vistabella, otra urbanización que no merece nuestra atención. Poco después giramos a la izquierda hacia Los Montesinos, adonde arribamos tras unas largas rectas entre frutales. Atravesamos el núcleo urbano y 2 km después entramos a la derecha en la Vía Verde de Torrevieja. ¡Ojo!, porque no está señalizada: se encuentra nada más pasar un centro de jardinería.

 

Esta vía bordea la Laguna Salada de Torrevieja, una pequeña maravilla de mar interior, pero a cierta distancia de la costa. En algunos puntos existen pequeñas sendas peatonales por las que se puede acceder a la orilla, alguna de ellas practicable con precaución en bici. Si llegáis allí podréis apreciar el color rosado del agua debido a su alta salinidad, aunque el verdadero espectáculo se contempla desde el aire. Poco antes de Torrevieja podemos contemplar las instalaciones salineras, con sus grandes y blancos montículos.

 

La Vía Verde nos deja en el mismo puerto de Torrevieja, la tercera en población de la provincia de Alicante, aunque iniciado el siglo XIX solo existía una vieja torre de vigilancia (de ahí su nombre) y algunas casas de salineros. Pero luego la explotación industrial de la sal y sobre todo la enorme expansión urbanística de los últimos cincuenta años (la población se ha multiplicado por diez en ese medio siglo) la han convertido en la enorme urbe turística que es en la actualidad, donde podréis internaros si lo deseáis. Nosotros buscaremos la N-332 por la que continuaremos durante 12 km hasta llegar a una rotonda donde se indica el desvío hacia la Torre de la Horadada, nuestro siguiente punto de paso. Esta carretera tiene carril bici, pero es un verdadero lío seguirlo sin hacer alguna pirula; también en puntos hay que separarse de la N-332 por lo que hay que prestar la debida atención. Atrás hemos dejado pueblos como Punta Prima, Playa Flamenca, La Zenia, Cabo Roig, La Regia, Dehesa de Campoamor y otros que no presentan solución de continuidad y se hace imposible saber en cuál nos encontramos.

 

Torre de la Horadada debe su nombre a la torre de vigilancia de finales del siglo XVI que está declarada Bien de Interés Cultural: la podemos ver junto al puerto. Desde aquí, el camino hasta el punto de partida queda a la elección de cada uno. Nuestra recomendación es hacerlo lo más cerca del mar aunque hay que hacer algunos quiebros. Pero antes de terminar, una visita absolutamente imprescindible y broche de oro para la ruta: el Parque de la Salinas de San Pedro del Pinatar, precioso paseo con las balsas de las salinas a uno y otro lado y donde el agua puede presentar una increíble paleta de colores. Todas las lagunas y balsas de estas zonas tienen una enorme riqueza de diferentes tipos de aves entre las que destacan los flamencos. Estas salinas se explotan industrialmente y al fondo podemos ver las instalaciones con los grandes montones de sal.

 

Y como hay mundo más allá de la bicicleta, comentar que si queremos darnos un homenaje, lo mejor será buscar una buena mesa en la que no van a faltar ensaladas como el “Mojete”, excelentes platos a base de pescado, arroces melosos como el famoso “Caldero”, parrilladas de verduras, pasteles de diferentes carnes y mucho más. Y para regarlos, recordad que Murcia tiene hasta tres D.O. de vinos: Jumilla, Yecla y Bullas… e incluso buenas cervezas autóctonas. Los “Paparajotes” son unos postres en base a hojas de limonero cubiertas con una masa de harina y huevos con azúcar y canela. Y para acabar ¿qué tal un “Café Asiático”, con leche condensada, coñac, licor 43 y canela? Pues nada, amigos, a disfrutar de estos lugares, pero mejor que lo hagáis en los meses menos agobiantes, ¿eh?

 

3 San Pedro del Pinatar-Orihuela

Fotos: Andoni Epelde

Perfiles: APM