Día: 24 de septiembre de 2020

Sin palabras

 

Si te gusta la bici, la balanza acaba marcando siempre números positivos. Sí, todos pasamos jornadas duras en las que toca sufrir porque se fastidian los planes, faltan fuerzas o la climatología es adversa, pero seguro, que son muchos más los días que nos producen una inmensa satisfacción y, aunque toque sufrir para superar las pendientes, los amigos y el entorno harán que nos sintamos especiales y afortunados. Mientras sigan sucediendo esto, tendré argumentos más que de sobra para seguir pedaleando.

Hace pocas fechas, tuvimos oportunidad de realizar uno de los escasos viajes en grupo de esta temporada. Cumpliendo todos los protocolos, pusimos rumbo a Picos de Europa para disfrutar de unos días de bici entre Asturias y Cantabria. Un stage que nacía debido a una anulación de un viaje a Austria, pero a una zona que conocemos bien, nos encanta y sabíamos que podría hacer disfrutar a todo el que se acercara.

Los que nos conocéis sabéis que nos gusta mimar los recorridos de los stages y siempre buscamos incluir sorpresas que hemos tenido la suerte de conocer anteriormente. En este mundo que todos van de “descubridores”, nosotros nos damos por satisfechos con ser comunicadores.

Fue así cómo las 4 etapas del viaje incluían “delicatessen”, como la subida al Salto de la Cabra por Bejes. Un puerto muy exigente, con 10,3 km para llegar hasta los 1116 m de altitud acumulando un desnivel de 1011 metros, con una media del 9,8% y un coeficiente APM de 346. Además, sus últimos 5 km son de hormigón, con una pendiente media del 11% muy mantenido, ya que las mayores rampas no superan el 16%. Duro, muy duro, pero un paraje de los realmente únicos que al conquistarlo te hará sentirte totalmente afortunado.

Estamos ante un lugar para el que hay que elegir bien el día, y el factor tiempo es clave. Con carretera mojada, la subida, y sobre todo la bajada con alguna zona descarnada y un par de pasos canadienses, puede ser muy complicada y, además, te perderías las vistas que son otro punto determinante. Subir por la ladera de la montaña, ver ahí abajo Bejes y todo lo que le rodea, es algo excepcional. Mientras subes, sufres las rampas, pero todo lo que ves es el mejor de los suplementos para que tus fuerzas te lleven directamente a conquistar la cima.

Nosotros, sabedores de su dureza, dimos la opción de llegar solo a Bejes, pero no fuimos convincentes y todos siguieron para arriba. Todos “conquistaron” el Salto de la Cabra e hicieron una vez más buena la reflexión de que una vez que llevas unos años en esto y has subido un buen número de puertos, puede llegar una ascensión casi anónima y que nunca tendrá fama generalizada a pasar directamente a formar parte de tu “club de selectos”.

En ZIKLO nos planteamos el día de una manera especial. Nuestros grupos suelen ser de niveles variados y el objetivo siempre es que todos puedan disfrutar, Queríamos cubrir bien el puerto, que todos tuviesen fotos de recuerdo y que la cima fuese el punto de encuentro.

Estábamos alojados en Ojedo, junto a Potes, a 12 km de La Hermida donde empieza la ascensión. Decidimos dividir el grupo en dos partes, cada una de ellas con su guía y furgoneta de apoyo, de manera que cada uno se sintiera cómodo, se lo tomase con calma y no se viera con la necesidad de “calentarse” desde la salida.

Llegamos a La Hermida y desde allí empezaba el desafío, cada uno a su ritmo, sin prisas y con cabeza. En Bejes establecimos un “campamento base” con avituallamiento y ropa si fuese necesario y que a la bajada sería el punto de encuentro para seguir la etapa, mientras que la segunda furgo subiría hasta el Collado de la Hoja, punto del que no se puede pasar en coche. Hasta allí llegaría Antxón, que iba con Ane, y que todavía patearía un rato para buscar buenas tomas; y a partir de allí, sería Paco Portero quien cargaría la mochila a su espalda y con su bici cubriría el resto del puerto hasta la cima. El día era el perfecto y no se podía desaprovechar la ocasión.

Todo salió como estaba previsto e incluso tuvimos oportunidad de vivir algunas anécdotas que nos estaban en el guion. Como que a alguno al coronar y llegar al sterrato se le hizo “corto” y aprovechando que llaneaba decidieron seguir camino de Treviso; o como que al puro estilo pastor tuvimos que llevar la “manada” hacia Bejes pues las paradas para fotos o ver vistas no paraban; o como la del pastor que estaba haciendo “hierbas” para el ganado y con el que empezamos a charlar y contar historias. Una increíble casualidad hizo que tuviéramos conocidos comunes en el Pirineo navarro. Acabamos llamándoles por teléfono y nadie daba crédito a lo surrealista de la situación. Al final, una buena ración de chorizo y queso, por supuesto de la zona, un trago de vino y un buen apretón de manos sirvieron de despedida ya que todavía quedaba mucha jornada por delante.

Salto de la Cabra es un sin palabras en todos los sentidos y tuvimos la gran suerte de comprobarlo.

 

Por Jon Beunza

Fotos: Paco Portero y Andoni Epelde

Publicado en ZIKLO 31

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