Siempre me ha llamado la atención la curiosa fascinación que nos generan las curvas de herradura a los cicloturistas. Las también llamadas paellas u horquillas (lacets o tornanti en Francia e Italia respectivamente) están en nuestro cerebro asociadas a las carreteras de montaña, pero además les añaden a estas una atracción muy particular. Quizás sea por las imágenes de televisión de ciclistas profesionales afrontándolas por el interior detrás de la moto a la que persiguen a gran velocidad; quizás porque las vemos como un desafío que nos anima a ponernos de pie para superarlas; o quizás por el mero cambio de orientación que nos permite ver una nueva perspectiva del paisaje. Sea como fuere, las imágenes de las subidas serpenteantes nos hacen soñar con desafíos, retos y planes atractivos: Stelvio, Alpe d’Huez, Nivolet, Finestre… son tantas las carreteras zigzagueantes cuyos nombres evocan a esas curvas mágicas que se apilan unas encima de otras y que nos invitan a pararnos, a fotografiarlas una y otra vez, siempre buscando el ángulo desde donde se pueden ver la mayor cantidad de tramos. Pero no solo son los puertos famosos los únicos jalonados con decenas de curvas de herradura: subidas como Rionda en Suiza, Les Lacets de Montvernier en Francia, Casielles en Asturias o el inicio de la ruta que hoy nos ocupa, son ejemplos que sin duda perdurarán para siempre en el recuerdo de los que los transiten.
En nuestro caso fueron precisamente las sugerentes fotos del serpenteante Col de Tende las que sirvieron de imán para atraernos a una nueva aventura alpina, que en esta ocasión y de manera excepcional realizamos en bicicleta de montaña (MTB). Se trataba de subir el citado puerto para posteriormente recorrer la parte más famosa de la Via del Sale, que crestea las cimas alpinas no lejos de la costa por la frontera entre Francia e Italia.
Un poco de historia
La vertiente sur del Col de Tende, tal y como lo conocemos hoy, se trazó a finales del siglo XVIII. En esta zona las laderas de la montaña por ambas vertientes son realmente pronunciadas y este hecho fue el que indujo a realizar intentos de evitar el sinuoso ascenso con un túnel ya en el siglo XVII, aunque no fue hasta 1888 cuando se inauguró el que hoy está en uso. Actualmente se encuentran perforando un segundo túnel, pues el túnel actual es de un solo carril y se abre cada treinta minutos en cada uno de los dos sentidos. Su inauguración está prevista para el año 2020.
El Col de Tende también es un punto estratégico de la Via del Sale, que recibe el nombre del comercio de la sal que se realizaba desde el puerto de Niza a Turín. Por tratarse de una mercancía cuya importancia no era menor a la del oro, sirvió de dinamizador para crear una de las primeras vías de comunicación transalpina ya en el siglo XIV. Para salvar la cadena alpina antes de bajar a la llanura del río Po en Italia, tenían que atravesar los sinuosos Alpes ligures italianos, para lo cual se optó por trazar una pista que se encaramaba por las crestas rodeando las montañas más altas en torno a los 2000 m de altitud.
Curiosamente las poblaciones francesas que transitaremos como Tende o La Brigue mantienen el más puro sabor italiano pese a encontrarse en suelo francés. Esto se debe a que estos valles han ido perteneciendo a distintos estados y condados de ambos lados de los Alpes hasta que el Acuerdo de Paz de París, que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, los colocó definitivamente en territorio francés.
Nuestro recorrido
El ascenso lo comenzamos desde el cruce a la pequeña pero muy pintoresca localidad de La Brigue, ascendiendo por el fondo del valle por la carretera principal, que es la que utilizan los vehículos que atravesarán el túnel. Poco después de pasar Tende, abandonamos la carretera principal apenas 3 km antes de la boca sur de dicho túnel y se comienzan a subir las primeras herraduras, aunque al principio estas se encuentran algo más separadas. Nos incorporamos 2 km más tarde y en plena zona de obras a la carretera principal, que de nuevo abandonaremos 600 m después en un nuevo cruce a la izquierda y cuando hemos contabilizado ya 16 curvas de herradura. La carretera estrecha y ya sin tráfico alguno asciende encaramada de manera extraordinariamente sinuosa ganando altura curva a curva y concatenando tramos rectos superpuestos, desde los que contemplamos los tramos de carretera que vamos dejando debajo de nosotros. A medio puerto el asfalto se desvanece y nos queda una pista de tierra en regular estado que sigue escalando las faldas de las montañas con una pendiente muy regular en torno al 8%. Comenzamos poco a poco a atisbar los fuertes militares que jalonan la frontera a medida que vamos ganando altura. Unos metros antes del alto nos detenemos ante un desprendimiento que bloquea la pista justo antes del puerto. El descanso nos permite disfrutar de la inconfundible estampa que ofrece la vertiente sur del Col de Tende: 62 curvas de herradura superpuestas en la ladera en apenas 10 km.
En el puerto volvemos a pisar asfalto; de hecho el propio Colle di Tenda por la vertiente norte –asfaltada en su totalidad- fue final de una etapa en el Giro de Italia de 2005, que concluyó con victoria de Ivan Basso. Abandonamos el asfalto para transitar el fuerte fronterizo, desde donde iniciaremos la Via del Sale.
En todo el trayecto nos encontramos con que la pista está bien señalizada y permite diversas variantes para los ciclistas y los montañeros. Nos recuerda enormemente a esas pistas militares italianas, como la del Monte Tremalzo o el Monte Paularo: amplias, bien trazadas y con unas piedras verticales que señalizan el borde cada 20 o 30 m. En este caso además disfrutamos de un firme en estado aceptable pese a la altitud. La pista rodea las cimas, asomándose a los valles a ambos lados de la frontera y ofreciendo un panorama excepcional. Las nubes en tránsito circulando de un valle a otro confirieron a nuestra ruta un ambiente aún más de alta montaña e inhóspito.
Tras un breve avituallamiento en el Rifugio Don Barbera, abandonamos el suelo francés y seguimos en torno a los 2000 m de altitud por suelo italiano. La pista inicia un ligero descenso y comienza a adentrarse a tramos en bosques, hasta que finalmente alcanzamos la zona alta de los remontes de la Estación de Esquí de Monesi di Triora. Será aquí donde abandonaremos la Via del Sale para iniciar el descenso que nos llevará al hotel.
Al día siguiente, ascenderemos el larguísimo Colle Garezzo, para volver a rencontrarnos con la Via del Sale, aunque en esta ocasión ya no encontraremos más indicaciones. Seguiremos moviéndonos por la parte alta de los valles, en torno a los 1700 m, y rodearemos las dos montañas más altas de los Alpes ligures: el Monte Frontè y el Monte Saccarello, este último ya fronterizo con Francia. En toda esta zona la pista está en peor estado, aunque aún mantiene un firme aceptable para las bicicletas de montaña que llevamos en este viaje. Tras pasar varios túneles alcanzamos por fin el Colle de Sanson, desde el cual nos despedimos de la pista e iniciamos el largo descenso de nuevo a La Brigue, desde donde iniciamos esta aventura.
Un viaje fascinante por las pistas elevadas de una zona alpina muy poco conocida por los ciclistas. No cabe duda sin embargo de que el sinuoso trazado del Colle de Tende nos queda tan grabado en la memoria como las altas pistas que pudimos disfrutar en los Alpes de Liguria y el sur del Piemonte. Sin duda una recomendación para añadir a la libreta de los deseos.
A modo de epílogo
Permitidme que ponga el epílogo a la descripción de Luismi de la Via de Sale y la aventura que afrontamos en septiembre de 2016. En el número 25 de ZIKLO, y al hablaros del reto BIG, os comenté que para mí es un reto en el que no me embarcaría en solitario. Algunos viajes o aventuras se pueden hacer en soledad, pero otros como este que os acabamos de mostrar hay que hacerlos necesariamente en compañía. Tener siempre alguien a tu lado por lo que pudiera suceder y ser muy precavidos. Sin experiencia, en mi caso, con la bicicleta de montaña, puedo decir que pude completar las dos etapas marcadas sin problemas, pero hay tramos que tienen o presentan cierta dificultad técnica. Para los habituados al mundo de las ruedas gordas no será nada, pero para los que no lo somos, algunos tramos requieren de precaución y paciencia (llegado el caso desmontándose uno de su bicicleta) para poder pasarlos sin problemas.
La convocatoria de Ángel tuvo mucha aceptación, y nuestra particular Via del Sale fue todo un éxito con hasta nueve personas en la salida. Otro aspecto importante, vital diría yo, fue contar con una previsión meteorológica buena y que se cumplió. Crestear a 2000 m y sin lugares donde cobijarse es un hecho y por tanto la meteo una variable a tener en consideración. No hay que correr ningún riesgo.
Nosotros realizamos parte de la Via di Sale, no toda. La afrontamos en dos etapas con un recorrido circular con inicio y final en La Brigue. Para ello cada uno organizó la logística a su manera: los hay que llevaron alforjas, otros optaron por una mochila a la espalda. En mi caso ni lo uno, ni lo otro. Llevé una bolsa en el manillar con lo imprescindible para dos jornadas: maillot y culotte de repuesto, un pantalón corto, una camiseta para pasar noche en el hotel, un cepillo de dientes, un chubasquero, manguitos y perneras, que no utilicé pero que sí llevé. Cerramos alojamiento en un hotel a medio camino, y lo demás era contar con buenas previsiones como os hemos comentado.
Para mí era una experiencia nueva en BTT, no así en bicicleta de carretera donde en 2013 hicimos varias circulares de dos días para poder cubrir grandes distancias. Es una aventura que recomiendo e incluso, si uno antes lo prueba cerca de su casa, podrá tomar buena nota de lo que es o no imprescindible para él, así como de la mejor manera de llevar el peso.
Animados por esta ruta se abren otras para un futuro. Ángel ya me ha comentado que hay una preciosa ruta de BTT de una semana que va cresteando montañas por los Dolomitas. Mi mente en estos casos también va rápido, hay puertos que nos faltan dentro del reto BIG que requieren de una bicicleta de montaña. Se podría quizás aprovechar la ocasión y como dice el refrán ¨matar varios pájaros de un tiro¨.
“Lo vas cogiendo” -sonríe Ángel. Por mi parte espero que vosotros, queridos lectores, también. Hasta la próxima.
Por Luis Miguel Sainz y Rubén Berasategui
Publicado en ZIKLO 30