Día: 25 de febrero de 2020

Rey de reyes e indiscutible monarca del Friuli

 

El passo della Forcella –  Rey de reyes e indiscutible monarca del Friuli

¿Qué diríais si, situados con vuestras bicicletas en el asturiano pueblo de Riosa la Vega, a pie del coloso del páramo, el Angliru, viniera alguien y os dijera?:

“Sí, es muy duro, pero al otro lado del río, en la ribera opuesta, hay uno que es mucho peor”.

No daríais crédito, ¿verdad? Pues eso es exactamente lo que sucede en Ovaro.

Como no podía ser de otra manera, el primero en soltarme el bombazo fue Ángel:

  • Ángel: “Creo que acaban de arreglar un puerto que tenía fichado desde hace tiempo”.
  • Rubén: “Miedo me das. ¿Y dónde está esa joya?”
  • Ángel: “Pues eso es lo mejor de todo, no te lo vas a creer. En Ovaro”.
  • Rubén: “¿Ovaro? ¿Nuestro Ovaro? ¿Donde empieza el Zoncolan?

En ese momento los números detallados del puerto eran una incógnita. Ángel ya tenía la subida localizada desde hacía mucho tiempo, si bien no le había prestado la debida atención al estar convencido de que el trazado era una pista sin asfaltar. Manejaba datos globales sobre mapa, y estos hablaban de una ascensión con mayor altitud que el Zoncolan (unos 100 m más), partiendo de la misma localidad y más o menos en la misma distancia. No hace falta ser ningún genio para echar unos primeros cálculos con una sencilla regla de tres: si el Zoncolan por Ovaro tiene una media del 12% en 10 km y este nuevo puerto sube 100 m más de altitud en la misma distancia, la media parece claro que se va a ir al 13%. El problema es el de siempre cuando manejamos datos globales. ¿Cómo se llega a esa media: de modo regular o con grandes saltos de pendiente?

Eso es lo que había que averiguar. Lo primero fue llamar a Josemi Ochoa, colaborador habitual de esta revista, gran amigo, y un experto en sacar un perfil sobre un mapa. Como dice Javi Fuertes: “si el mapa es bueno y detallado, Josemi la clava”.

Josemi se puso manos a la obra y localizó inmediatamente la ascensión que se encuentra enfrente del Monte Zoncolan. Si estás en la calle principal de Ovaro a pie del puerto, a un lado está uno, y al otro lado el otro; si bien el cruce para el Forcella está en el mismo lado del cruce del Zoncolan, a 300 m en línea recta. Tras tomarlo bajas y giras una herradura que te hace cambiar de orientación, cruzas un puente sobre el río, y te vas al lado contrario: allí se puede decir que comienza está inédita subida. ¡Mira que había pasado unas cuantas veces por Ovaro, y ni fijarme! ¡Quién podía siquiera imaginar lo que esas montañas escondían! Josemi se tomó esto como un reto, y en un par de días y tras muchas horas de estudio se atrevió a mostrarnos un perfil aproximado del puerto. Los datos eran asombrosos; me atrevería a decir más: escandalosos.

La altitud de finalización la tenía clara: 1.824 m y el punto de inicio en Ovaro también: 506 m. A partir de ahí, decía que se llegaba a la cima en 9,1 km, es decir, 1 km menos de distancia que el Kaiser para subir 100 m más. La media era asombrosa: 14,5%. Pero si esto es ya algo sorprendente, Josemi nos decía que el puerto iba a más, con un inicio de 3 km al 10%, para luego endurecer muchísimo y llegar a números extremos. Sin ir más lejos, al último kilómetro, que además decía que era de hormigón, le daba una media de 21,5%, con un tramo intermedio infernal dentro del bosque. Lo que Josemi no podía calibrar sobre mapa eran las rampas máximas, pero sobre las pendientes medias, lo tenía más o menos claro. No había duda alguna, Ángel no se confundía: el Forcella era algo realmente especial.

 

Preparando el verdadero viaje

Este y no otro fue el verdadero motivo de nuestro viaje al Friuli en el pasado mes de junio. Puertos duros hay unos cuantos, extremos algunos menos, y cosas como el Forcella y asfaltadas, contadas con los dedos de una mano. Porque está asfaltado, ¿verdad Ángel?

Josemi y Ángel contestaban al unísono: “sí, recién asfaltado, pero el último kilómetro es de hormigón rayado, esto también es seguro”. Ángel tiene un buen amigo alemán de nombre Axel, otro fanático de este tipo de subidas y miembro de un grupo alemán con mucha inquietud por todo tipo de ascensiones en el viejo continente. Su página web www.quaeldich.de está muy bien. Ya os digo que son bastante inquietos, y en más de una ocasión ante alguna cuestión de Ángel no lo han dudado y se han ido a inspeccionar in situ más de una subida. La distancia no les frena: pueden más las ganas, como con nosotros. De esta manera, una expedición de este grupo fue a conocer la subida en mayo de este año (2018).

Regresaron con dos noticias, una buena y otra mala.

  • La buena: carretera recién asfaltada y en perfecto estado. Hormigón rayado y rugoso en la parte final, pero también en buen estado al estar limpio.
  • La mala: nadie fue capaz de subirlo íntegramente sobre la bicicleta, pese a tener experiencia, ir advertidos y llevar desarrollos adecuados.

El reto estaba ahí delante, y ya nada podía detenernos. Bueno, tanto como nada… Los viajes de 2018 estaban cerrados y apalabrados con nuestras mujeres. No nos quejamos: suelen ser muy generosas, pero una vez cerrado todo, sacar un plus no es fácil. Había que negociar este extra de alguna manera. Se consiguió en un viaje relámpago a mediados de junio al que se unieron el bueno de Luismi y un amigo mío de nombre Jon que no había venido jamás a un viaje de estos con nosotros. Ya le advertí de la aventura en la que nos embarcábamos y parece que a día de hoy sigue siendo mi amigo tras este viaje. Bromas aparte, era un viaje corto pero muy selecto. Fue entonces cuando se decidió subir también la vertiente de Priola del Zoncolan y algunas trampas más del Friuli completamente desconocidas, y que sorprenderían a más de uno, si bien no llegan a los números del rey (Zoncolan) y el que pretendía desbancar al monarca (Forcella).

Cara a cara con el Forcella

El día de autos tuvimos suerte con el tiempo, pues necesitábamos suelo seco y unas buenas condiciones: las tuvimos. Llegados a Ovaro teníamos claro dónde se cogía el cruce. Tras una pequeña bajada, cruzamos el río y nos adentramos en un valle que no se ve desde la calle principal del pueblo. Los primeros 500 m son muy suaves hasta llegar a otro cruce que a mano derecha marca Luincis. Nosotros lo tomaremos por la izquierda dirección Luint y Mione, ponemos el Garmin en marcha y comenzamos la escalada. La pendiente sube a un 10% durante 500 m; luego un ligero descenso en la pendiente al pasar un cruce a la derecha que marca Ovasta nos concede un pequeño respiro. Vuelve la carretera a inclinarse durante otros 500 m al 10%, atravesamos un pequeño puente y entramos en el pueblo de Luint, donde de nuevo vuelve a bajar la inclinación de la carretera. A la salida de Luint la pendiente endurece mucho, con 600 m al 12%. La anchura y el trazado de la carretera me hacen recordar al inicio que hay desde Laugibar al pueblo de Larrau. Tras este pequeño sofocón, vienen 300 m muy suaves que coinciden con la entrada en el pueblo de Mione tras haber superado dos herraduras. Mione está situado a 711 m de altitud y es la última referencia clara que vamos a tener en nuestra escalada hasta casi el final de la misma. Ovaro se ve ya muy abajo. Han sido 2.400 m al 8,8% de media, eso sí, un poco irregulares. En realidad, un paseo con lo que viene por delante. Y lo que resta es la una auténtica locura. Nada más y nada menos que

6.700 m al 16,5% de media

que afrontaremos de un modo desigual. Claro que cuando iniciamos nuestra escalada esto último no lo sabíamos.

En las mismas calles de Mione, al dejar a un lado una bonita fuente de la que mana abundante agua (último punto para llenar bidones si se quiere), la carretera incrementa bruscamente su inclinación y te conduce de manera inevitable al inicio de un cerrado bosque. Una vez dentro de él, uno pierde enseguida las referencias visuales, pues Mione y Ovaro que se ven a lo lejos, no tardarán en desaparecer de nuestro campo de visión. El asfalto está en perfecto estado y una señal de advertencia te dice lo que más tarde encontraremos: ¡peligro, pendientes 28%!

El primer tramo del bosque le hace a uno albergar esperanzas de que la escalada puede ser asequible. Los primeros 3 km bajo el arbolado, dentro de una enorme dificultad, son bastante constantes. La pendiente máxima mantenida durante 100 m alcanza el 23%, pero rara vez en esta primera parte superará cifras del 20%: salvo en dos puntos concretos que afortunadamente no se prolongan demasiado en el espacio, la ascensión se puede llevar más o menos controlada. El resumen de estos 3.200 m es que uno, protegido por el bosque que te tapa del sol, puede mantener un ritmo constante y sostenido con pendientes medias cercanas a lo que viene siendo el tramo duro del Zoncolan por Ovaro (15%). Muchas herraduras que hacen que la subida sea entretenida y hasta algo más asequible que de tratarse de largas rectas. Josemi, en su altigrafía que mentalmente la llevo siempre de guía y cuyos números tengo más que memorizados, hasta ahora está clavando la subida. Por otro lado, siempre voy en alerta: si los amigos alemanes de Axel, experimentados en estas subidas, no pudieron con ella, debe haber algo más que Josemi desde un plano no ha podido sacar y que la ascensión tiene que ofrecer. Solo con esto, que no está mal, gente experta y con desarrollos no se apea de la bicicleta. Cuando llevamos unos 2,6 km desde que entramos en el bosque, en la cota 1.140, diviso una casa bien cuidada en la ladera izquierda de la montaña. Una herradura a la derecha cambia la orientación y aparece una segunda casa (cota 1.169) en una recta cuyo porcentaje baja muchísimo. Gozamos por un momento de 200 m al 6%. Ya podéis beber y tomar un gel rápido en ellos, porque a partir de ese momento el puerto no va a tener piedad. Una tercera casa y de color azul, alejada de la ladera y metida dentro del bosque junto a una herradura a izquierdas (cota 1.180), marca el inicio de los 3.500 m finales de la escalada, infernales y desiguales y donde Josemi no pudo sobre mapa sacar su verdadera inclinación: se acercó a las pendientes medias, pero no a las máximas. Viendo el perfil de Ángel existe una cuarta casa un poco más arriba, pero yo de esa casa no puedo hablaros porque no la vi. Bastante tenía con lo mío que no era otra cosa que…

¡¡¡3.500 m finales al 18,4% de media!!!

Tras dejar la tercera casa y tomar la herradura, una imponente rampa al 24% durante 100 m te da la bienvenida. Impresiona aún más porque vienes de un 6% y visualmente asusta. Pasas el calentón y regresas durante 400 m a pendientes del 16% y piensas que igual esto sigue como al comienzo del bosque, pero de pronto una serie de tres herraduras en 200 m al ¡27% de media!, te dan a entender que ya no va a ser así: 200 m al 27% se notan y hay que pasarlos sin explotar, regulando y acompasando la respiración y posición de la mejor manera posible. De ajustar el desarrollo no digo nada, porque hace rato que uno lleva todo metido. Pendientes así sostenidas te rompen el ritmo y te obligan a esfuerzos que luego los puedes pagar y como no sabes lo que viene, hay que guardar todo lo que puedas. Tras otros 200 m al 15% donde necesariamente tienes que recuperar, siguen de nuevo 100 m al 24% y uno ya empieza a tener claro que este tramo del puerto no es uniforme y discurre a base de escalones. La primera parte era constante, pero aquí en cualquier momento saltan las alarmas y te pones en topes mantenidos superiores al 25%. Otros 400 m de tregua al 14%-16% y otro tramo infernal de 100 m al 25%. Luego, recuperación por llamarlo de algún modo de 200 m al 18% y nuevo tope de 100 m al 24%. El puerto literalmente te está rompiendo. Increíblemente, tras este último 24% pasas durante 100 m a un bien recibido 6%. Te da para mirar el Garmin y ver que estás en la cota 1.520. Pero si hace nada estaba a 1.100. He perdido la noción del tiempo y del espacio. Me tiene que quedar muy poco para el hormigón, es lo que pienso, y en mi mente está siempre presente el gráfico de Josemi y su advertencia: “el último kilómetro es el más duro de todos”.

El campo visual tampoco engaña: el frondoso bosque ya no lo es tanto, hay menos árboles y las inclinadas laderas cada vez dejan más huecos. 600 m más al 14%-16% que tienen que servir para seguir recuperando, necesariamente para recuperar, porque cerca de la cota 1.600 da paso el inicio del tramo de hormigón. El bosque desaparece por completo y el asfalto, perfecto hasta ahora, pasa a ser una pista de hormigón blanco, rayado y muy grueso. ¿Por qué no han asfaltado esto también? –  se puede estar preguntando más de uno. No lo sé. Supongo que si lo han dejado así en hormigón, será porque lo que viene tiene que ser aún más duro. ¿Más aún?

¡¡¡1.000 m al 22,5%!!!

Sí, lo digo ahora que lo he sufrido: es mucho más duro. Si esta parte final estuviera asfaltada como lo está la casi totalidad del puerto, se subiría más fácil y mejor. El hormigón que está muy cuidado, trabajado y limpio, se agarra muchísimo, y cuesta horrores que la bici ruede por ahí. Dicho de otra manera, a la dificultad de la pendiente, extrema, se le va a unir el extra del hormigón y un rozamiento muy alto. Lo percibo inmediatamente. Vengo de una rampa al 16% en asfalto y entro en una rampa al 16% en el hormigón. Misma pendiente y no tiene nada que ver una cosa con la otra. En este hormigón te quedas literalmente clavado y hay que hacer mucho más esfuerzo y fuerza que en el asfalto para idéntica pendiente.

¿Y ahora qué? Ya podéis haber reservado energías en todo el tramo anterior, porque de lo contrario y con el plus del hormigón rayado, esto no se pasa. Como diría aquel: “Apretaos los machos que vienen curvas”.

  • 100 primeros metros en el hormigón al 17% para situarte de cómo va la cosa.
  • 100 m siguientes al 25% en una pared monstruosa donde la pendiente y el hormigón te ponen al límite y tienes que empezar a buscarte la vida para no caerte literalmente en él porque la velocidad se reduce muchísimo.
  • 100 m al 19% donde tienes necesariamente que descansar y recuperar de lo tocado que te ha dejado la rampa anterior y prepararte para la siguiente.
  • 100 m al 26% que te llevan de nuevo al límite.
  • 100 m al 17% a recuperar y pensar que ya queda menos. Es en un 17%, pero como bajas casi 10 puntos se nota.
  • 100 m al 26% que ya te hacen hasta dudar de si llegas pese a ver el final muy cerca.
  • 100 m al 18%, donde tienes que coger aire y prepararte para la traca final.

Y cuando crees que has podido con todo, después de 8,7 km del Forcella, y 700 m infernales de hormigón…, solo entonces, viene la peor rampa de todas:

  • ¡¡¡300 m al 25,7% con los 200 m finales al 28%!!!

La peor rampa de todas, la última, porque los 100 m finales al 10%, si has sido capaz de pasar todo esto, los disfrutarás y te parecerán hasta llanos.

Solo deciros que en medio de esta última rampa se me pasó por la cabeza bajarme de la bici. Veía la cima, casi la tocaba, y pese a todo me hice la siguiente pregunta con total claridad: ¿Después de todo esto te vas a bajar a falta de 80 m?

Pues llegué a pensarlo y hasta dudé en lograrlo hasta que no me vi en el final. Exultantes en la cima, nuestra alegría estaba más que justificada, habíamos doblegado un coloso, uno de los grandes. No hay duda alguna, Ángel tenía razón, el Forcella es algo fuera de lo común. Ese tipo de puertos que realmente son especiales, diferentes. Un reto para cualquier tipo de ciclista, de los que no se olvidan. Para los amantes de las subidas extremas un reclamo irrenunciable, y una subida que por sí sola justifica un viaje.

 

Por Rubén Berasategui

Altimetría: Javi Fuertes, Josemi Ochoa, Angel Morales/APM

Fotos: Angel Morales, Ruben Berasategui, Luis Miguel Sainz Pena

Rey de reyes e indiscutible monarca del Friuli

 

El passo della Forcella –  Rey de reyes e indiscutible monarca del Friuli

¿Qué diríais si, situados con vuestras bicicletas en el asturiano pueblo de Riosa la Vega, a pie del coloso del páramo, el Angliru, viniera alguien y os dijera?:

“Sí, es muy duro, pero al otro lado del río, en la ribera opuesta, hay uno que es mucho peor”.

No daríais crédito, ¿verdad? Pues eso es exactamente lo que sucede en Ovaro.

Como no podía ser de otra manera, el primero en soltarme el bombazo fue Ángel:

  • Ángel: “Creo que acaban de arreglar un puerto que tenía fichado desde hace tiempo”.
  • Rubén: “Miedo me das. ¿Y dónde está esa joya?”
  • Ángel: “Pues eso es lo mejor de todo, no te lo vas a creer. En Ovaro”.
  • Rubén: “¿Ovaro? ¿Nuestro Ovaro? ¿Donde empieza el Zoncolan?

En ese momento los números detallados del puerto eran una incógnita. Ángel ya tenía la subida localizada desde hacía mucho tiempo, si bien no le había prestado la debida atención al estar convencido de que el trazado era una pista sin asfaltar. Manejaba datos globales sobre mapa, y estos hablaban de una ascensión con mayor altitud que el Zoncolan (unos 100 m más), partiendo de la misma localidad y más o menos en la misma distancia. No hace falta ser ningún genio para echar unos primeros cálculos con una sencilla regla de tres: si el Zoncolan por Ovaro tiene una media del 12% en 10 km y este nuevo puerto sube 100 m más de altitud en la misma distancia, la media parece claro que se va a ir al 13%. El problema es el de siempre cuando manejamos datos globales. ¿Cómo se llega a esa media: de modo regular o con grandes saltos de pendiente?

Eso es lo que había que averiguar. Lo primero fue llamar a Josemi Ochoa, colaborador habitual de esta revista, gran amigo, y un experto en sacar un perfil sobre un mapa. Como dice Javi Fuertes: “si el mapa es bueno y detallado, Josemi la clava”.

Josemi se puso manos a la obra y localizó inmediatamente la ascensión que se encuentra enfrente del Monte Zoncolan. Si estás en la calle principal de Ovaro a pie del puerto, a un lado está uno, y al otro lado el otro; si bien el cruce para el Forcella está en el mismo lado del cruce del Zoncolan, a 300 m en línea recta. Tras tomarlo bajas y giras una herradura que te hace cambiar de orientación, cruzas un puente sobre el río, y te vas al lado contrario: allí se puede decir que comienza está inédita subida. ¡Mira que había pasado unas cuantas veces por Ovaro, y ni fijarme! ¡Quién podía siquiera imaginar lo que esas montañas escondían! Josemi se tomó esto como un reto, y en un par de días y tras muchas horas de estudio se atrevió a mostrarnos un perfil aproximado del puerto. Los datos eran asombrosos; me atrevería a decir más: escandalosos.

La altitud de finalización la tenía clara: 1.824 m y el punto de inicio en Ovaro también: 506 m. A partir de ahí, decía que se llegaba a la cima en 9,1 km, es decir, 1 km menos de distancia que el Kaiser para subir 100 m más. La media era asombrosa: 14,5%. Pero si esto es ya algo sorprendente, Josemi nos decía que el puerto iba a más, con un inicio de 3 km al 10%, para luego endurecer muchísimo y llegar a números extremos. Sin ir más lejos, al último kilómetro, que además decía que era de hormigón, le daba una media de 21,5%, con un tramo intermedio infernal dentro del bosque. Lo que Josemi no podía calibrar sobre mapa eran las rampas máximas, pero sobre las pendientes medias, lo tenía más o menos claro. No había duda alguna, Ángel no se confundía: el Forcella era algo realmente especial.

 

Preparando el verdadero viaje

Este y no otro fue el verdadero motivo de nuestro viaje al Friuli en el pasado mes de junio. Puertos duros hay unos cuantos, extremos algunos menos, y cosas como el Forcella y asfaltadas, contadas con los dedos de una mano. Porque está asfaltado, ¿verdad Ángel?

Josemi y Ángel contestaban al unísono: “sí, recién asfaltado, pero el último kilómetro es de hormigón rayado, esto también es seguro”. Ángel tiene un buen amigo alemán de nombre Axel, otro fanático de este tipo de subidas y miembro de un grupo alemán con mucha inquietud por todo tipo de ascensiones en el viejo continente. Su página web www.quaeldich.de está muy bien. Ya os digo que son bastante inquietos, y en más de una ocasión ante alguna cuestión de Ángel no lo han dudado y se han ido a inspeccionar in situ más de una subida. La distancia no les frena: pueden más las ganas, como con nosotros. De esta manera, una expedición de este grupo fue a conocer la subida en mayo de este año (2018).

Regresaron con dos noticias, una buena y otra mala.

  • La buena: carretera recién asfaltada y en perfecto estado. Hormigón rayado y rugoso en la parte final, pero también en buen estado al estar limpio.
  • La mala: nadie fue capaz de subirlo íntegramente sobre la bicicleta, pese a tener experiencia, ir advertidos y llevar desarrollos adecuados.

El reto estaba ahí delante, y ya nada podía detenernos. Bueno, tanto como nada… Los viajes de 2018 estaban cerrados y apalabrados con nuestras mujeres. No nos quejamos: suelen ser muy generosas, pero una vez cerrado todo, sacar un plus no es fácil. Había que negociar este extra de alguna manera. Se consiguió en un viaje relámpago a mediados de junio al que se unieron el bueno de Luismi y un amigo mío de nombre Jon que no había venido jamás a un viaje de estos con nosotros. Ya le advertí de la aventura en la que nos embarcábamos y parece que a día de hoy sigue siendo mi amigo tras este viaje. Bromas aparte, era un viaje corto pero muy selecto. Fue entonces cuando se decidió subir también la vertiente de Priola del Zoncolan y algunas trampas más del Friuli completamente desconocidas, y que sorprenderían a más de uno, si bien no llegan a los números del rey (Zoncolan) y el que pretendía desbancar al monarca (Forcella).

Cara a cara con el Forcella

El día de autos tuvimos suerte con el tiempo, pues necesitábamos suelo seco y unas buenas condiciones: las tuvimos. Llegados a Ovaro teníamos claro dónde se cogía el cruce. Tras una pequeña bajada, cruzamos el río y nos adentramos en un valle que no se ve desde la calle principal del pueblo. Los primeros 500 m son muy suaves hasta llegar a otro cruce que a mano derecha marca Luincis. Nosotros lo tomaremos por la izquierda dirección Luint y Mione, ponemos el Garmin en marcha y comenzamos la escalada. La pendiente sube a un 10% durante 500 m; luego un ligero descenso en la pendiente al pasar un cruce a la derecha que marca Ovasta nos concede un pequeño respiro. Vuelve la carretera a inclinarse durante otros 500 m al 10%, atravesamos un pequeño puente y entramos en el pueblo de Luint, donde de nuevo vuelve a bajar la inclinación de la carretera. A la salida de Luint la pendiente endurece mucho, con 600 m al 12%. La anchura y el trazado de la carretera me hacen recordar al inicio que hay desde Laugibar al pueblo de Larrau. Tras este pequeño sofocón, vienen 300 m muy suaves que coinciden con la entrada en el pueblo de Mione tras haber superado dos herraduras. Mione está situado a 711 m de altitud y es la última referencia clara que vamos a tener en nuestra escalada hasta casi el final de la misma. Ovaro se ve ya muy abajo. Han sido 2.400 m al 8,8% de media, eso sí, un poco irregulares. En realidad, un paseo con lo que viene por delante. Y lo que resta es la una auténtica locura. Nada más y nada menos que

6.700 m al 16,5% de media

que afrontaremos de un modo desigual. Claro que cuando iniciamos nuestra escalada esto último no lo sabíamos.

En las mismas calles de Mione, al dejar a un lado una bonita fuente de la que mana abundante agua (último punto para llenar bidones si se quiere), la carretera incrementa bruscamente su inclinación y te conduce de manera inevitable al inicio de un cerrado bosque. Una vez dentro de él, uno pierde enseguida las referencias visuales, pues Mione y Ovaro que se ven a lo lejos, no tardarán en desaparecer de nuestro campo de visión. El asfalto está en perfecto estado y una señal de advertencia te dice lo que más tarde encontraremos: ¡peligro, pendientes 28%!

El primer tramo del bosque le hace a uno albergar esperanzas de que la escalada puede ser asequible. Los primeros 3 km bajo el arbolado, dentro de una enorme dificultad, son bastante constantes. La pendiente máxima mantenida durante 100 m alcanza el 23%, pero rara vez en esta primera parte superará cifras del 20%: salvo en dos puntos concretos que afortunadamente no se prolongan demasiado en el espacio, la ascensión se puede llevar más o menos controlada. El resumen de estos 3.200 m es que uno, protegido por el bosque que te tapa del sol, puede mantener un ritmo constante y sostenido con pendientes medias cercanas a lo que viene siendo el tramo duro del Zoncolan por Ovaro (15%). Muchas herraduras que hacen que la subida sea entretenida y hasta algo más asequible que de tratarse de largas rectas. Josemi, en su altigrafía que mentalmente la llevo siempre de guía y cuyos números tengo más que memorizados, hasta ahora está clavando la subida. Por otro lado, siempre voy en alerta: si los amigos alemanes de Axel, experimentados en estas subidas, no pudieron con ella, debe haber algo más que Josemi desde un plano no ha podido sacar y que la ascensión tiene que ofrecer. Solo con esto, que no está mal, gente experta y con desarrollos no se apea de la bicicleta. Cuando llevamos unos 2,6 km desde que entramos en el bosque, en la cota 1.140, diviso una casa bien cuidada en la ladera izquierda de la montaña. Una herradura a la derecha cambia la orientación y aparece una segunda casa (cota 1.169) en una recta cuyo porcentaje baja muchísimo. Gozamos por un momento de 200 m al 6%. Ya podéis beber y tomar un gel rápido en ellos, porque a partir de ese momento el puerto no va a tener piedad. Una tercera casa y de color azul, alejada de la ladera y metida dentro del bosque junto a una herradura a izquierdas (cota 1.180), marca el inicio de los 3.500 m finales de la escalada, infernales y desiguales y donde Josemi no pudo sobre mapa sacar su verdadera inclinación: se acercó a las pendientes medias, pero no a las máximas. Viendo el perfil de Ángel existe una cuarta casa un poco más arriba, pero yo de esa casa no puedo hablaros porque no la vi. Bastante tenía con lo mío que no era otra cosa que…

¡¡¡3.500 m finales al 18,4% de media!!!

Tras dejar la tercera casa y tomar la herradura, una imponente rampa al 24% durante 100 m te da la bienvenida. Impresiona aún más porque vienes de un 6% y visualmente asusta. Pasas el calentón y regresas durante 400 m a pendientes del 16% y piensas que igual esto sigue como al comienzo del bosque, pero de pronto una serie de tres herraduras en 200 m al ¡27% de media!, te dan a entender que ya no va a ser así: 200 m al 27% se notan y hay que pasarlos sin explotar, regulando y acompasando la respiración y posición de la mejor manera posible. De ajustar el desarrollo no digo nada, porque hace rato que uno lleva todo metido. Pendientes así sostenidas te rompen el ritmo y te obligan a esfuerzos que luego los puedes pagar y como no sabes lo que viene, hay que guardar todo lo que puedas. Tras otros 200 m al 15% donde necesariamente tienes que recuperar, siguen de nuevo 100 m al 24% y uno ya empieza a tener claro que este tramo del puerto no es uniforme y discurre a base de escalones. La primera parte era constante, pero aquí en cualquier momento saltan las alarmas y te pones en topes mantenidos superiores al 25%. Otros 400 m de tregua al 14%-16% y otro tramo infernal de 100 m al 25%. Luego, recuperación por llamarlo de algún modo de 200 m al 18% y nuevo tope de 100 m al 24%. El puerto literalmente te está rompiendo. Increíblemente, tras este último 24% pasas durante 100 m a un bien recibido 6%. Te da para mirar el Garmin y ver que estás en la cota 1.520. Pero si hace nada estaba a 1.100. He perdido la noción del tiempo y del espacio. Me tiene que quedar muy poco para el hormigón, es lo que pienso, y en mi mente está siempre presente el gráfico de Josemi y su advertencia: “el último kilómetro es el más duro de todos”.

El campo visual tampoco engaña: el frondoso bosque ya no lo es tanto, hay menos árboles y las inclinadas laderas cada vez dejan más huecos. 600 m más al 14%-16% que tienen que servir para seguir recuperando, necesariamente para recuperar, porque cerca de la cota 1.600 da paso el inicio del tramo de hormigón. El bosque desaparece por completo y el asfalto, perfecto hasta ahora, pasa a ser una pista de hormigón blanco, rayado y muy grueso. ¿Por qué no han asfaltado esto también? –  se puede estar preguntando más de uno. No lo sé. Supongo que si lo han dejado así en hormigón, será porque lo que viene tiene que ser aún más duro. ¿Más aún?

¡¡¡1.000 m al 22,5%!!!

Sí, lo digo ahora que lo he sufrido: es mucho más duro. Si esta parte final estuviera asfaltada como lo está la casi totalidad del puerto, se subiría más fácil y mejor. El hormigón que está muy cuidado, trabajado y limpio, se agarra muchísimo, y cuesta horrores que la bici ruede por ahí. Dicho de otra manera, a la dificultad de la pendiente, extrema, se le va a unir el extra del hormigón y un rozamiento muy alto. Lo percibo inmediatamente. Vengo de una rampa al 16% en asfalto y entro en una rampa al 16% en el hormigón. Misma pendiente y no tiene nada que ver una cosa con la otra. En este hormigón te quedas literalmente clavado y hay que hacer mucho más esfuerzo y fuerza que en el asfalto para idéntica pendiente.

¿Y ahora qué? Ya podéis haber reservado energías en todo el tramo anterior, porque de lo contrario y con el plus del hormigón rayado, esto no se pasa. Como diría aquel: “Apretaos los machos que vienen curvas”.

  • 100 primeros metros en el hormigón al 17% para situarte de cómo va la cosa.
  • 100 m siguientes al 25% en una pared monstruosa donde la pendiente y el hormigón te ponen al límite y tienes que empezar a buscarte la vida para no caerte literalmente en él porque la velocidad se reduce muchísimo.
  • 100 m al 19% donde tienes necesariamente que descansar y recuperar de lo tocado que te ha dejado la rampa anterior y prepararte para la siguiente.
  • 100 m al 26% que te llevan de nuevo al límite.
  • 100 m al 17% a recuperar y pensar que ya queda menos. Es en un 17%, pero como bajas casi 10 puntos se nota.
  • 100 m al 26% que ya te hacen hasta dudar de si llegas pese a ver el final muy cerca.
  • 100 m al 18%, donde tienes que coger aire y prepararte para la traca final.

Y cuando crees que has podido con todo, después de 8,7 km del Forcella, y 700 m infernales de hormigón…, solo entonces, viene la peor rampa de todas:

  • ¡¡¡300 m al 25,7% con los 200 m finales al 28%!!!

La peor rampa de todas, la última, porque los 100 m finales al 10%, si has sido capaz de pasar todo esto, los disfrutarás y te parecerán hasta llanos.

Solo deciros que en medio de esta última rampa se me pasó por la cabeza bajarme de la bici. Veía la cima, casi la tocaba, y pese a todo me hice la siguiente pregunta con total claridad: ¿Después de todo esto te vas a bajar a falta de 80 m?

Pues llegué a pensarlo y hasta dudé en lograrlo hasta que no me vi en el final. Exultantes en la cima, nuestra alegría estaba más que justificada, habíamos doblegado un coloso, uno de los grandes. No hay duda alguna, Ángel tenía razón, el Forcella es algo fuera de lo común. Ese tipo de puertos que realmente son especiales, diferentes. Un reto para cualquier tipo de ciclista, de los que no se olvidan. Para los amantes de las subidas extremas un reclamo irrenunciable, y una subida que por sí sola justifica un viaje.

 

Por Rubén Berasategui

Altimetría: Javi Fuertes, Josemi Ochoa, Angel Morales/APM

Fotos: Angel Morales, Ruben Berasategui, Aitor Antxústegi

Leer Más