EDITORIAL
MODAS Y TENDENCIAS
Después de unos meses de junio y julio muy viajeros e intensos, nos esperaba un agosto más tranquilo. Momento para ponerse a día del panorama ciclista que, además, esta temporada no para de dar juego, con muchos temas para opinar. Sin embargo, hay muchas veces que me gusta el silencio, leer, recopilar opiniones, tratar de entenderlas y seguir aprendiendo.
Publicar y argumentar opiniones en cualquier soporte, sin faltar y tratando de aportar, es totalmente necesario en la sociedad y afortunadamente, pese a la sobreexposición y “mala baba” de algunos en redes, sigue habiendo muchas reflexiones interesantes. Todo el mundo tiene cosas que aportar y de las que podemos aprender, y las críticas constructivas, esas que te llevan a reflexionar, tienen mucho más valor del que parece.
Y he disfrutado leyendo, poniéndome a día, tratando de entender tendencias, comportamientos, y pensando hacia donde puede ir el futuro y como abordarlo.
Desgraciadamente esto último, siempre es una ecuación con demasiadas incógnitas y muchas decisiones que tomamos, por muy argumentadas que sean, pueden acabar fallando.
Uno de los grandes protagonistas ha sido el ciclismo de competición. Y es que vivimos momentos con corredores únicos y excepcionales, tanto en categoría masculina como femenina. Combativos, ambiciosos, luchadores. Gracias a esta nueva generación de ciclistas, el ciclismo ha recuperado chispa, gusta y vende. Con ellos, cualquier formato es entretenido, derrochan calidad y contribuyen a que el espectáculo crezca. Nos ayudan a asimilar que toca vivir nuevos formatos, recorridos, calendarios…y es que proponga lo que proponga un organizador, si llegan motivados, acaban haciendo buena cualquier idea.
Hemos perdido un poco las raíces, esas etapas largas, de desgaste, cronos… pero viendo lo que tenemos no hay otra que evolucionar, aunque eso no quite que debamos olvidar las raíces y las razones que hicieron grande el ciclismo.
Como en otros muchos deportes, hemos crecido a merced de las audiencias y esta revolución ha sido generalizada. Estamos asistiendo a una eclosión total que afecta a los “cimientos” del propio ciclismo. Puedes hacer la mejor prueba, tener los mejores corredores, pero si los medios no te apoyan y la gente no lo ve, el futuro se complica y conseguir patrocinadores, algo vital, es casi un imposible. Tenemos el futuro en nuestra mano, pero quizás no tanto como creemos.
Pero os iba a hablar de más cambios y lo primero que se me ocurre es el ciclismo virtual. El rodillo tradicional parece de otra época, ahora la mayoría tiene su grupeta virtual con la que nos medimos, entrenamos y tratamos de superarnos. Conocemos puertos, recorridos de clásicas o las grandes vueltas sin salir de casa, y puedes encontrarte gente que sin haber estado en el Tourmalet puede conocerlo mejor que tú. Hay que reconocer que la dichosa pandemia fue clave y aceleró todas las previsiones. Eso sí, han sabido aprovechar la oportunidad a la perfección.
Seguimos con tecnología, materiales y dispositivos. Empecé cuando el pulsómetro era lo más, ahora solo puede aspirar a ser un complemento, porque la preparación ciclista nos habla de potencia, cadencias, vatios. Las bicis actuales son un alarde de tecnología, aerodinámicas, ligeras, espectaculares, eso sí, espero que se estandarice un poco todo el tema de complementos, piezas, etc., porque tener un problema con un radio, una patilla, un sensor o una simple arandela, piezas de escaso valor, pero difíciles de conseguir en el caso de tener un problema, pueden arruinar un viaje en el que has puesto tus sueños, ilusiones y ahorros. Tener un problema así y no encontrar repuesto es mucho más que frustrante además de un total absurdo. El negocio siempre será el negocio, eso es ley de vida y es inevitable que muchas acciones sean más de marcas que de colectivo, pero estandarizar ciertas cosas es más que una necesidad.
Que el ciclismo se ha reseteado y ha buscado frescura es evidente, y esto también lo vemos en modalidades como el gravel, que, siendo sinceros, no es “nada nuevo” pero han sabido darle el concepto e imagen adecuados para calar en la gente. Se ha creado una tendencia, una nueva modalidad con competición propia, que ha cuajado y probablemente se quedará, pero seríamos injustos si no reconocemos que su llegada responde más a una habilidosa estrategia comercial que a una necesidad.
Y el panorama cicloturista tampoco vive ajeno a todo esto. El mundo profesional siempre ha sido un escaparate que deja mucho poso. Así, vemos como las marchas evolucionan, aunque estas sí que mantienen en su mayoría su esencia y origen. Los recorridos exigentes y el componente reto y desafío siguen marcando tendencia. Eso sí, buscamos que los cicloturistas se sientan como profesionales en las condiciones de realizarlas (servicios, cierre de carreteras al tráfico, referencias, vestir la ruta…). Eso explica un poco la proliferación de pruebas que nacen a la estela del Tour, La Vuelta, las grandes clásicas… A todos nos gusta sentirnos un poco especiales, pero ojo esto implica aceptar la profesionalización de las marchas. Llevar a cabo todo esto, necesita buenos presupuestos, contactos, poner dinero en la mesa y esto solo está al alcance de empresas fuertes, que en muchos casos llegan de otros deportes, y que ven que su saber hacer puede sacar réditos en el cicloturismo. Surgen nuevos puntos de discordancia como precios, requisitos… pero nada nuevo y similar a cualquier otra faceta de la vida y de la evolución. Eso sí, ojalá no se pierda el encanto de las pequeñas pruebas que con menos presupuesto y participantes han sido claves para el cicloturismo, y en muchos casos sirven para ayudar a escuelas de ciclismo, equipos de categorías inferiores, etc.
Qué fácil, pero qué complejo es todo. En la vida nuestra primera tarea es subsistir y para conseguirlo no hay nada como conocer el sector y conocerse, saber quiénes somos, que hacemos y que podríamos hacer. Ser ambiciosos siempre, pero con los pies en el suelo.
Vuelvo al inicio, hay muchísima gente interesante, con grandes ideas y todos los sectores y mercados necesitan frescura, porque esa frescura es la que nos lleva a correr de la mano de los tiempos y gustos. Sé que lo que cuento es sólo una opinión, que confío que algunos compartáis, ya que no podemos ni queremos, pretender que todos vean el ciclismo, los ciclistas y el futuro como nosotros. Por tanto, damos la bienvenida a esta frescura, porque además de mantenernos vivos, nunca será impedimento para que cada uno podamos seguir disfrutando y sintiendo la bici como más nos guste
Por Jon Beunza.
Foto: Andoni Epelde.