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Revistas

SUMARIO
    • 02. EDITORIAL.
    • 04. NOTICIAS y PRODUCTO.
    • 20. EL TIROL (AUSTRIA-ITALIA).

Mi última primera vez. Hochtor Pass – Kitzbüheler Horn – Silzer Sattel/Kuthai – Rettenbachferner – Rombo/Timmelsjoch – Furcia.

    • 54. ZIORTZA VILLA y JULIAN SANZ.

De París a Bilbao: El Tour en casa.

    • 59. MOMENTOS.

El valor de lo que no se ve. Passo Manghen – Passo Giau – Colcourinho.

    • 92. SUEÑOS CUMPLIDOS.
    • 94. UNA ETAPA PARA GIGANTES.

Un pionero para la historia: Mario Ruiz.

    • 100. PAISAJE ES MEMORIA.

Ibiza: La isla de las mil caras.

    • 108. CARA B: JOSÉ MIGUEL ROY.

Haciendo pueblos… y muchos amigos.

    • 112. BULGARIA.

Un país versátil en progreso.

    • 118. OPINIÓN: REFLEXIONES DESPUÉS DEL ÚLTIMO VERANO.
    • 120. RUTAS, PUERTOS… UN POCO DE «COSECHA CASERA».
    • 128. LA MÁQUINA DEL TIEMPO.
EDITORIAL

EL «ZIKLO» DE LA VIDA

Cada fin de verano es como si se pasara una página a nuestro calendario ciclista. Acumulamos nuevas experiencias, viajes, aventuras, marchas… Cada uno tiene las suyas, con su personalidad, aficiones, manías… pero, en el fondo, somos mucho más parecidos de lo que creemos. A todos nos une la afición a la bici: ese es el nexo, el gran punto de encuentro y una vez estamos en ese gran saco, solo nos diferencia el cómo lo disfrutamos, porque cada uno, a su manera, si anda en bici es porque lo disfruta. Sí, somos diferente o quizás tampoco tanto ya que la vida son etapas por las que acabamos pasando todos, cada una cargada de matices, pero en cierto modo paralelas.

Llegamos a la bici por diferentes caminos, aunque por lo general suelen ser dos grandes grupos. Por un lado están los que llevan unidos al ciclismo desde niños. En muchos casos han competido, saben de qué va esto, llevan la bici dentro y generalmente, tras un pequeño reseteo, vuelve su idilio con las dos ruedas. Otros, en cambio, llegan más por casualidad, pero unidos por la necesidad de buscar ocio, salud y deporte. Los años pasan y lo normal es que llegue “la llamada” en forma de necesidad de hacer deporte y es aquí donde la bici nos recibe con “ojitos” y los brazos abiertos. Habrá más casos, pero como comentábamos, aunque la procedencia pueda ser diferente, es el punto de partida de un camino en el que todos compartimos muchas cosas.

En esta primera etapa el ciclismo es muy agradecido: se mejora rápidamente, nos sentimos mejor físicamente, se tiende a perder peso y vemos cómo la velocidad y kilometraje en nuestras salidas no para de crecer. Esto gusta y engancha. Llegan las primeras grupetas, club, marchas… la línea es ascendente, seguimos yendo a más. Nos volvemos más metódicos, nos marcamos unas pautas, nos preocupamos no solo de nuestras salidas, sino de todo lo que las rodean (material, comidas, preparación…). El veneno ya vive dentro. Los objetivos pueden ser diferentes: competir en master, hacer marchas, conquistar cumbres, viajar… pero siempre con un tinte ambicioso, buscando exigirnos, sentir y mostrar nuestra mejora.

Llegamos a la estabilidad. Mejorar es difícil y la línea se estabiliza. Mantenerse no supone un esfuerzo especial, conocemos nuestro cuerpo y el secreto es disponer de tiempo. Tenemos ya un perfil muy definido, fuerza y la bendita experiencia. No cambian los objetivos, aunque si nuestro carácter a la hora de abordarlos ya que dejamos de ser tan ambiciosos.

Llega el primer respiro y sin darnos cuenta ni tratar de evitarlo, empezamos a cambiar prioridades. Seguimos estando en forma, pero el componente ocio gana protagonismo. Siguen las marchas, los pequeños desafíos o retos, porque nos sigue gustando exigirnos. Crece la inquietud por conocer sitios, países, grandes puertos, viajar. Es el momento para hacerlo, ya que generalmente tenemos algo más de tiempo, seguimos en forma y no es buena norma la de dejar las cosas para un más adelante, que quizás pueda no llegar.

Sigue la vida, el “respiro” se agudiza y esa manera de vivir la bici que iba apareciendo gana enteros. Hacemos marchas, pero ya no son el objetivo principal de cada año. Crecen nuevas tentaciones en forma de viajes, puertos… Siempre en grupo, con gente que vive la bici de manera similar a la nuestra y con la que sabemos que disfrutaremos. Importa la bici, el recorrido, pero casi de igual manera todo lo que le rodea.

Esta es la tendencia y vemos cómo todo se ralentiza. El ocio sigue creciendo, pero siempre con la bici como protagonista. La seguimos disfrutando todo lo que podemos y esto no cambiará mientras nuestro cuerpo y facultades respondan. Seguiremos en la brecha, que la salud nos acompañe, porque la ilusión nunca va a perderse.

El ZIKLO de la vida es imparable e inevitable. Contra eso no podemos pelear: es absurdo luchar contra algo que es imposible y la mejor rebelión es asumirlo disfrutando cada etapa con toda su intensidad. Y que el ZIKLO continúe por muchos años.

Gracias a todos.

 

Por Jon Beunza.
Foto: Andoni Epelde.