Mont Ventoux, Mont Cenis, Iseran, Finestre, Granon, Sabot. Sarenne, Solude.
En la flor de la vida.
Cultura, viñedos y despoblación.
El valor de lo auténtico.
CARRETERA Y MANTA
¡Carretera y manta! Este popular dicho se ha convertido en uno de los grandes deseados de este verano en el mundillo ciclista. En mayor o menor medida, todos estábamos deseando, y me atrevería a decir que necesitábamos, dar rienda suelta a nuestras ilusiones. La vida sigue, han llegado incómodos invitados a ella, pero el futuro pasa por aprender a convivir con ellos manteniendo todas aquellas cosas que dan sentido a nuestro día a día. Para muchos de nosotros una de ellas es la bicicleta, si, esa herramienta discreta e íntima, pero enormemente gratificante.
Utópicamente, todos aspiramos a ser felices, pero la felicidad global no existe, y nuestra obligación es buscar y disfrutar con momentos de felicidad. Solitarios, compartidos, da igual de la manera que sean el caso es que lleguen. Uno de los grandes fundamentos de la vida es saber escuchar tanto a nuestra mente como a nuestro cuerpo. Casi nada llega repentinamente, siempre hay mensajes y lo difícil suele ser captarlos. En más de una ocasión ya lo hemos comentado, y darnos oportunidades para encontrarnos con nosotros mismos es una receta que todos deberíamos tratar de poner en práctica en alguna ocasión. Para lograrlo, el ambiente es importante, hay que predisponerse a ello, dar facilidades a ese auto encuentro y con la bicicleta, se nos abre un campo perfecto para conseguirlo.
El ciclismo además de deporte, es una sensación de libertad, de conexión permanente con lo que nos rodea, que nos permite escapar de ese “stress”, que curiosamente parece tan necesario para algunos, y que nos habla de cronos, velocidades, vatios… Sí, podéis acusarnos de trascendentales o bohemios, pero no sería lo mismo si andar en bici no implicara aventuras, experiencias o pequeños desafíos personales.
Después de este último año y medio, todos, hemos cambiado. Somos más sensibles, y hemos rescatado valores que habían quedado en el olvido. Seguro que la bicicleta ha ayudado a más de uno a recuperar momentos felices. En este número tratamos de recogerlo. Como veréis es un número viajero, cargado de historias, ilusiones, sueños… Un número “típico” en ZIKLO para después del verano pero que dadas las circunstancias amenazaba con convertirse en “atípico”.
Seguro que la gran mayoría habéis vuelto a abrir este verano la ventana de la ilusión. Han vuelto los planes y objetivos, y ahora lo importante es que hayan regresado para no irse.
Bienvenidos esos kilómetros viajeros. Queridos puertos, valles, pueblos… regresamos y con más ganas que nunca.
Por Jon Beunza.
Foto: Andoni Epelde.