EDITORIAL
EL FUTURO EN NUESTRAS MANOS
24 de octubre de 2039. Estaba limpiando la bici en el garaje cuando entran ruidosamente mi nieto Ander y su amigo Xabi. “¡Aitona, aitona! (abuelo en euskera), queremos que nos cuentes algunas de tus historias de bicis. El aita de Xabi sigue sin creerse que hace años os juntabais hasta 10.000 personas para hacer una marcha ciclista, o que organizabais viajes con gente de diferentes lugares a cualquier país. Su aita le dice que eso de ir a los sitios no es práctico y desde casa se pueden hacer más cosas y planes.
También le cuenta que él también ha estado con más de 10.000 personas en una carrera virtual, que hace poco con el simulador subió un puerto impresionante en Austria y otro en Eslovenia, que tenían unas vistas increíbles y que le faltan solo 3 puertos para haber subido con su simulador los 30 puertos de más coeficiente de Pirineos.
Le dije que tú decías que para ti eso no era lo mismo y que se perdían lo verdaderamente bueno; que, aunque supusiera un gran esfuerzo físico, perdía toda la esencia del cicloturismo; y que tú siempre me dices que yendo a cada lugar es como más se aprende y disfruta. Él y sus amigos dicen que eres un antiguo cuenta-batallitas”.
Sí, sé que exagero y mucho, pero con lo que seguimos teniendo encima y con las nuevas tendencias, creo que estas divagaciones pierden un poco su lado utópico para adquirir ciertos tintes de realidad.
Aparte de que exagere y que desee que esto no llegue ni por asomo, lo que os cuento además de no gustarme me parece muy triste. Si la vieja usanza es viento en la cara, amigos cerca, viajes naturaleza real, frescura e improvisación, ahí me quedo para siempre.
Nuestras vidas, ciclismo y no ciclismo, atraviesan un periodo marcado por la incertidumbre, con preguntas sin respuesta clara y con un rumbo un tanto indeterminado. He defendido en muchas ocasiones que la clave es adaptarse para seguir disfrutando, pero esa adaptación, nunca debe ser una renuncia. Que todo lo que estamos viviendo, a la postre no se convierta en una herramienta interesada para cambiar nuestra forma de vivir y controlarnos todavía un poco más. Ninguno sabemos la “verdad” de todo lo que está pasando, pero que no sirva de excusa para llevarnos por un camino que ni deseamos ni tiene por qué ser necesario.
Es comprensible la añoranza por todo aquello que la vida misma nos hace perder, pero ante cada infortunio no podemos vestirnos de lamento. Si hay “carrera”, hay que “disputarla”.
Sigo teniendo la esperanza y el convencimiento de que lo que os contaba era simplemente “una pequeña ida de olla”, que nunca vamos a ser conformistas y que llegará ese día en el que podré disfrutar con mis nietos dando un paseo en bici, contándoles mis historias y aventuras o llevándolos a alguno de esos lugares que tanto me han regalado: puertos, pueblos, rutas, gente… pero todo en vivo y directo.
Seguimos con las alas tocadas, pero ahora sabemos perfectamente que podemos y debemos volar, y que ahí afuera se presenta ante nosotros un mundo al que, aunque pueda ser un poco diferente, le seguiremos sacando chispas. Cada uno debe seguir viviendo la vida tal como la siente y no como quieren que la sienta, y esto no está reñido con ser solidario, respetuoso y participativo en todo lo que pueda necesitar nuestra sociedad.
Por Jon Beunza.
Foto: Andoni Epelde.