EDITORIAL
Nuestra foto
Hay veces que lo difícil se hace fácil y así vemos como el “10 years challenge”, un simple reto de colgar en las redes fotografías nuestras actuales y de hace 10 años, está arrasando. Un hecho que no tiene un objetivo claro, pero que sí encuentra argumentos en algunas de las razones por las que precisamente funcionan las redes sociales: interactúas, te entretienes y de paso te das un pequeño golpe de autoestima, ya que nuestra elección siempre nos lleva a fotos en las que, aunque se aprecia el paso del tiempo, se nos ve estupendamente. Todos los medios buscamos despertar el interés de la gente, la eterna pelea por encontrar la receta mágica, y es curioso ver cómo una pequeña “tontería” acaba siendo una gran moda.
No he caído en la tentación de buscar fotos, pero es cierto que esta moda me ha llevado a recordar cómo era el ciclismo hace unos 10 años y todo lo que han cambiado las cosas.
Los profesionales suelen ser uno de los referentes del deporte, y aunque vemos que siguen muchos de los que ya estaban hace 10 años, sí que han cambiado muchas cosas. Podríamos hablar de la preparación del deportista, del material que se utiliza y hasta de la forma de correr. Esto ha hecho que la igualdad entre corredores sea mucho mayor y que romper una carrera sea mucho más difícil. El calendario también ha cambiado. El ciclismo se globaliza: China, Qatar, Dubai, Omán, Argentina… Toca seguir la estela del dinero, viajar mucho más, pero la esencia será muy difícil de cambiar y las Grandes Vueltas y Clásicas son insustituibles.
Vayamos a nuestro terreno, el cicloturismo, y de entrada, hablar de hace 10 años suena como lejano, pero a la hora de traer recuerdos, los vemos cerca, como si fueran hace poco, ¡bufff!, el tiempo vuela. Somos más mayores, nos conocemos mejor y hemos aprendido a disfrutar de la bici. Inevitablemente, el tiempo hace que la mentalidad vaya cambiando y el quinteto formado por el ocio, deporte, salud, turismo y amigos, gana en protagonismo.
Ahora somos mucho más viajeros. La inquietud y ganas de conocer lugares forma parte de la esencia del cicloturismo y en estos 10 últimos años las posibilidades de viajar se han disparado. Todos hemos tenido alguna oportunidad de hacerlo. Tenemos mucha más información sobre la mesa y una vez en faena, entre tracks y GPS el camino es mucho más sencillo. Ya casi nadie viaja a “ver lo que se encuentra”. Hemos roto definitivamente la barrera y el espíritu viajero ya no lo va a parar nadie.
A nivel de material, todos hemos salido ganando con el paso de los años. Cuadros, ruedas, componentes, equipaciones… la tecnología pone se aportación para que todo sea un poco más fácil. Cuestas que rozaban lo imposible, ahora son factibles gracias a los desarrollos que se pueden utilizar.
Las que siguen ahí son las Marchas Cicloturistas, que siguen brindándonos esa oportunidad de probar nuestras fuerzas y saciar nuestra vena competitiva. El calendario es muy amplio, y contamos con pruebas de gran prestigio cuya organización llega a ser más complicada que la de una carrera de profesionales. Esta complejidad ha obligado a profesionalizar todo. Hemos visto cómo empresas organizadoras de eventos han entrado en el mercado cicloturista y la búsqueda de una rentabilidad y alta participación ha ganado en protagonismo. Esto no es malo; todo lo contrario, es simplemente evolución natural de un deporte que crece. También vemos con cariño cómo algunas pequeñas marchas de clubes han conseguido mantenerse. Marchas menos ambiciosas, con otra filosofía, que no buscan grandes participaciones sino disfrutar de un gran ambiente y mantener su personalidad. Los permisos de tráfico y requisitos que se piden muchas veces desaniman al organizador, pero creo que es bueno conservar marchas de este tipo.
En el lado más triste, algo que ha crecido han sido los atropellos y las víctimas. Hay que felicitar a toda la gente que está trabajando por una ley justa y clara. Hay cosas que no tienen nombre: atropellar e irse, es algo que no conseguimos entender. También haría hincapié en el hecho de concienciarnos y poner todo de nuestro lado. Tener la razón no quita que seamos siempre el lado débil, el que lleva las de perder. Por tanto, ser precavidos y cumplir las normas al 100% es clave.
Dicho todo esto, ¿cuál sería mi foto? Una única, sin dos versiones, con esas cosas que me gustaban hace 10 años y lo siguen haciendo ahora: la libertad de disfrutar de la bici, de las montañas, de las carreteras y de la gente.
Por Jon Beunza.
Foto: Andoni Epelde.