EDITORIAL
Con sentimiento todo es más
Realizar cualquier actividad física es altamente gratificante y su efecto siempre es doble, con lo que tanto el cuerpo como la cabeza salen beneficiados. “Deporte es salud”: eso es algo que todos tenemos asumido y que debe ser suficiente argumento para movernos y ser activos. La salud es mucho más que oro, y cualquier cosa que pueda ayudar a conservarla debe ser parte de nuestras prioridades. Además, una vez empiezas, el deporte engancha: no podemos olvidar su componente adictivo ya que llega un momento en el que forma parte de ti, lo necesitas y no puedes pasar sin él.
Y dentro de un deporte, y ya me voy a nuestro querido ciclismo, cada uno lo vive con una intensidad diferente. Tenemos desde el lado más competitivo, con sus entrenamientos, buscando sacar el máximo a nuestro cuerpo, exigiéndonos, cuidándonos; hasta una vertiente mucho más ligada al ocio, a divertirse sintiéndose sano y activo.
Andar en bici, sea cual sea nuestro nivel, nos lleva a marcarnos retos. A veces pueden ser objetivos competitivos (tiempo en una marcha, una ruta concreta, un Everesting…), pero otras veces son más lúdicos (conocer algún país, coronar un puerto concreto, rodar por alguna zona determinada…)
La grandeza de la bici, al menos desde mi forma de entenderla, es que las cosas se hacen ante todo por uno mismo, por satisfacción personal, porque nos gustan, nos llenan y nos permiten soñar. Ese creo que es el gran valor del ciclismo y lo que nos lleva a esforzarnos para alcanzar cimas y superar barreras. El ciclismo entendido “de cara a la galería” pierde sentido.
Pero esa búsqueda de disfrute personal no es soledad, porque compartir momentos, logros y sueños no está reñido con que se haga algo por uno mismo. Sea al límite o por puro placer, viviendo nuestros particulares retos o conociendo lugares soñados, siempre hay hueco para algo más. Y aquí es donde quería llegar: muchos lugares nos llevan a personas, bien porque hayamos compartido allí algún buen momento o conversación, o bien porque en el momento de conseguir algo importante para nosotros, queremos sentirnos acompañados por alguien muy vivo y querido en nuestro interior.
Es el valor emocional de las cosas, ese que siempre da un plus, una fuerza interior especial. La vida ciclista camina paralela a la personal y es bueno que en nuestra pasión viva parte de nosotros. La emoción justifica muchas cosas y unos segundos de gloria, satisfacción y recuerdos al coronar un gran puerto, volver a algún lugar concreto o cumplir un objetivo, son capaces de compensar el mayor de los esfuerzos y todos los difíciles momentos que hayamos podido pasar.
Con sentimiento todo es más…
Siempre he dicho, que una de las cosas del ciclismo es poder compartir, pero nuestro “rinconcito” siempre tiene que estar ahí. Abre tu corazón y verás cómo la bici te permite llegar mucho más lejos de lo que puedas imaginar.
Por Jon Beunza.
Foto: Andoni Epelde.
Portada: Joane Somarriba y Ziortza Villa en Laida.