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Revistas

SUMARIO
    • 02. EDITORIAL.
    • 04. NOTICIAS.
    • 14. PRODUCTO.
    • 24. ¡Buen menú señor!

SOMIEDO (Asturias), MONDUVER (Valencia), SOLLUBE (Bizkaia), MIJARES (Ávila), MASCA (Tenerife), PICO MONTEIRO (Cádiz), ALLANADAS DEL SANTO (Jaén)

    • 40. TITÁNICOS. OROPESA DE MAR.

La Titánica y el Desafío Titánico.

    • 50. LARGA DISTANCIA: 24 HORAS DE CHESTE.

Cuando el objetivo es terminar.

    • 54. 72 Ciclistas de “largo aliento”.

ZIORTZA VILLA, JULIÁN SANZ, AITOR ANTXUSTEGI.

    • 66. SÓLO PARA TUS OJOS.

Carreteras en blanco y nieve.

    • 74. EL PAISAJE ES MEMORIA.

Valle de Mena, ¿amanecer de Castilla?

    • 78. MT. HEHUAN. TAIWAN KOM CHALLENGE.

La carrera del “millón de dólares”.

    • 84. OSCAR PUJOL.

Un ciclista atípico.

    • 90.PLANES.

Y tú, ¿qué harás este año?

    • 96. CARLOS VERONA.

Hay que provocar las cosas para que sucedan.

    • 100. GIRO y VUELTA.

Lo que nos espera.

    • 106. AMANECERES.
    • 112. ÚLTIMO KILÓMETRO.
EDITORIAL

Entre fotos y carteles, magia

Fiel a mis costumbres, empezaré el año con una editorial atípica. No he caído en la tentación de hablar de los contenidos del número, ni de lo apasionante que se presenta la temporada. De todas maneras, y aunque todos lo tengamos claro, siempre es bueno recordar lo que nos une, y cómo, cada uno a su manera, tiene en la bici su pócima mágica para desconectar y soñar. Tampoco se nos puede olvidar que la bici, además de deporte, es una máquina de libertad que crea buenos recuerdos y experiencias, y que a la larga será la principal razón que nos hará seguir andando en bici.
Hablando de recuerdos, hay momentos que encuentran en nuestra mente un lugar de privilegio. Normalmente coinciden con conquistas, retos, sueños cumplidos… Pero estos son solo una parte, hay muchos más, y aunque en nuestro baúl mental entren todos, corren el peligro de mezclarse, confundirse y amontonarse. Como en nuestro día a día, el “orden” es una virtud difícil de gestionar; las cosas y recuerdos, siempre están ahí, pero a menudo, lo difícil no es buscarlos, sino encontrarlos.
Una ayuda siempre viene bien, y en nuestro caso, esa ayuda casi siempre tiene forma de foto. Una foto es un plus para acercar un recuerdo y, tanto en bici como en cualquier circunstancia de nuestra vida, ver fotos nos acerca y hace mucho más reales tanto momentos como personas. El poder emotivo de un recuerdo “animado” por una imagen es mucho mayor. Los móviles han ayudado mucho en este sentido y todo aquello que puede merecer la pena con un “clic” queda guardado para siempre.
Una de las mayores tradiciones cicloturistas es la de hacerse fotos en los carteles de las cimas de los puertos, o en los pequeños monumentos a corredores o momentos históricos, que podemos encontrarnos en nuestra ruta. Es como la gran prueba, por un lado, sirve para que nadie pueda poner en duda tu conquista, y por otro, a largo plazo, es la garantía para acercar ese momento que sin darnos cuenta podría quedar, no en el olvido, pero sÍ almacenado en las últimas filas de nuestra memoria.
Además, esas fotos reviven momentos que unen, de camaradería, de satisfacción, de retos conseguidos; por eso, y aunque hayamos llegado fundidos, la sonrisa casi nunca falta a la cita de la foto.
Carteles, monumentos… nunca es un tema que me ha obsesionado, pero reconozco que me gusta y que tiene un gran valor. De entrada, es cultura ciclista, dar importancia a lo que se tiene, a la historia, a la épica, que queramos o no, ha sido fundamental para hacer grande nuestro deporte. Si miramos a casa, y aunque en los últimos años la cosa ha cambiado un poco, tenemos muchas carencias. Carteles normalmente no faltan, pero casi siempre se queda exclusivamente en eso.
No hablo de dar valor a lo que no lo tiene, pero sí de cuidar y destacar lo bueno que tenemos y muchas veces no lo vemos. Somos un país ciclista y eso implica tener un patrimonio deportivo-cultural, que hay que cuidar y hacer que crezca. Un cartel, una placa de recuerdo, un pequeño monumento, pueden ser un gancho adicional.
Como decía, empezamos a despertar y muchas comunidades saben que el ciclismo enriquece su oferta turística. Es una gran ventaja que el ciclista sea un visitante fácil de llevar, que se conforma con poco y pasa desapercibido. Por eso mismo, los pequeños detalles marcan. Nuestra arma para vendernos es casi exclusivamente el clima, el sol; pero si queremos ser un verdadero destino ciclista, nos falta un poco de “gancho” cultural y deportivo. En este sentido, creo que las Vueltas y carreras ciclistas podrían haber hecho algo más, ya que queramos o no, las leyendas se crean en las carreras. Un puerto acaba siendo un mito gracias a su presencia en grandes etapas. Aquí hemos jugado más a las modas y a la variedad que a la constancia, y así grandes puertos que estaban en boca de todos han ido quedando en el olvido y en algunos casos con carreteras casi inaccesibles. No se trata de repetir continuamente, pero sí de volver a un lugar de éxito haciendo crecer poco a poco su historia, aunque a la postre ya sabemos que a menudo lo que uno quiere va reñido con el lugar donde esté en cada momento el dinero, que será, lo que marca la decisión final.
Un mito no nace, se hace; y en nuestro ciclismo faltan estrellas. No tenemos, ni hemos sabido crear nuestros Tourmalet, Alpe d’Huez, Stelvio, y ¡ojo!, no hablo solo del calibre deportivo del puerto, que eso sí que lo podemos encontrar; hablo más de esa aura mágica que puede rodear a un puerto y lo convierte en un destino con magia. Actualmente los asturianos nos llevan ventaja a todos y probablemente Lagos de Covadonga y Angliru, entrarían en todas las listas si pides a la gente de aquí y de fuera, ciclistas y no, que te den el nombre de 5 grandes puertos en España.
Vale, esto no es un problema y cambiarlo tampoco va a hacer que mejore el ciclismo, pero cuidar y saber dar valor a lo que se tiene es una buena manera de construir futuro. Sin grandes pretensiones, hay detalles que marcan, y esos están al alcance de todos.

Por Jon Beunza