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Historias y rutas

Hoy os queremos invitar a conocer en bicicleta esta bello territorio Penedès, que se extiende desde prácticamente las puertas del área metropolitana de Barcelona, las costas del macizo del Garraf -considerando que es la fachada marítima del Alt Penedès- y el Ordal,  a 487 m de altitud y puerta de entrada a esta comarca, hasta el Tarragonès, siguiendo un hilo conductor: la ruta del vino y el cava.

Pero antes dejad que os presentemos esta delicada tierra que se asienta sobre una planicie dedicada, de forma casi exclusiva, al cultivo de la viña, que en primavera y verano ofrece su paisaje verde y casi único.

El Penedès, para el cicloturista, es un territorio geográficamente aparte, ya que aquí, a diferencia de otros destinos más o menos conocidos, no se viene a buscar grandes retos deportivos, aunque si alguno lo pretende puede encontrarlos, por supuesto, porque los desafíos se los marca uno mismo y el territorio está ahí, para quien quiera entrenar, machacarse o esforzarse al límite de sus posibilidades. No será nuestro caso.

En esta tierra no hay grandes puertos de montaña, por lo tanto si vuestra intención es cimear ya os podéis ir olvidando, pasar estas páginas e ir a buscar el resto de interesantes reportajes de esta revista en los que vuestros sueños cicloturistas se alimenten de imágenes tomadas en otros rincones más inclinados del país y de todo el mundo. Pero si decidís quedaros para seguir leyendo estas líneas, estáis de enhorabuena y habréis tomado una decisión acertada, pues conoceréis -los que aún no lo hayáis descubierto- un país para pedalearlo que os asombrará y os ayudará a descansar la mirada.

Si bien en el Penedès no hallaréis grandes colls, sí tendréis la oportunidad de poder afrontar algunas pequeñas tachuelas, pequeños altos que en muchos casos no excederán de los 5 o 6 km de longitud, ni tampoco más allá de los 500 m de altitud, pero  algunos de ellos seguro que os sorprenderán, no solo por su belleza, también por su dureza, cuando os encontréis de frente con duras rampas, en un territorio ideal por sus emboscadas y con cuestas, que algunas veces se dispararán hasta los dos dígitos de porcentaje de pendiente. No en vano, esta tierra cuenta también con su particular «Mortirolo del Penedès» del que ya os hablaremos más adelante, pero con este detalle ya os lo decimos todo.

De esta manera, no os confiéis si un día algún amigo ciclista residente, se os ofrece de cicerone para acompañaros a dar un suave paseo por alguna de las onduladas rutas que ofrece el Penedès, porque puede que en cualquier momento os la líe fácilmente si su intención es poneros a prueba. Así que ojo. También tened en cuenta que cualquier recorrido que parezca llano, entre los 70 y los 100 km de distancia, puede alcanzar fácilmente los mil metros, o más, de desnivel acumulado. Al tanto también con este apunte.

Pero vamos, lo suyo es venir a pedalear con calma por estos caminos asfaltados, rodeados de un entorno que muchos se empeñan en compararlo con la Toscana por el parecido de su paisaje: salpicado de colinas, viñas, cipreses, pequeños núcleos de población y masías aisladas y diseminadas en un país pintado de color verde, donde no faltan restos de castillos y fortificaciones, iglesias y ermitas, que nos hablan del pasado histórico de estas tierras.

Desde aquí no intentaremos desmontar este reconocido tópico de llamar al Penedès como «la Toscana catalana» (¿o quizás tendría que ser al revés?), pero sí destacar que este hermoso territorio cuenta con su propia personalidad, una tierra cercana al mar, entre viñedos y pequeñas zonas montañosas cubiertas de pinos y almendros.

Es por tanto un territorio vitivinícola de muchos contrastes, reconocido principalmente por sus vinos y cavas, lo que le otorga su particular y atractiva singularidad haciendo que, sobre todo, a lomos de una bici podamos descubrir su identidad reflejada en varias de sus características bien diferenciadas: por un lado, su proximidad al mar; por otro, su interior, más rural, en un plana ordenada de explotaciones de viña que se enfilan hasta llegar a los bosques y montañas del norte del Penedès.

Un magnífico enclave al lado de Barcelona y Tarragona, en una situación geográfica privilegiada, fácilmente accesible para los que se quieran acercar hasta aquí a deleitarse con su variedad paisajística, de la mejor manera que se puede hacer, y no es otra que pedaleando. Os encontraréis con una tierra amable y llena de alicientes, que harán de vuestra estancia cicloturista, combinada con su gastronomía, sus propuestas culturales y enoturísticas, una experiencia inolvidable, de la que podréis disfrutar todo el año gracias a su suave clima.

Los ciclistas turistas nos sorprenderemos al comprobar que el Penedès está concebido como un gran museo al aire libre, en el que se nos permitirá conocer a fondo la industria vitivinícola de esta tierra a golpe de pedal, un patrimonio que combina a la perfección industria, tradición y naturaleza. Lo haremos a través de caminos forestales la mayoría de veces, rodeando viñas, cavas y otros espacios emblemáticos de los que os iremos hablando más adelante.

Durante estos plácidos recorridos iremos encontrando didácticos carteles, que nos mostrarán algún aspecto desconocido para nosotros del mundo de la viña. En el trayecto, los viñedos tienen como escenario de fondo las imponentes montañas de Montserrat, todo un espectáculo especialmente agradecido los días claros.

Podremos ir haciendo algunos pequeños altos en el camino, si vamos visitando las bodegas que vayamos encontrando, para vivir en directo la elaboración de los vinos y cavas. Muchos de estos cellers son además un rico patrimonio modernista, símbolo del esplendor que el sector vivió a principios del siglo XX, después del devastador período de la filoxera.

La producción del vino del Penedès empezó de manera familiar y su expansión fue debida a la aparición en Francia de este goloso pulgón, que se alimentaba de las raíces de la vid y obligando a los franceses a comprar vino catalán. Fue éste un gran momento económico y cultural, aunque años más tarde esta tierra también se vio afectada por la invasión de este parásito; sin embargo los penedesencs, a pesar de las dificultades, consiguieron mantener la explotación vitivinícola.

De este modo, la historia de las peripecias del vino es también la historia moderna de estas tierras del Alt y el Baix Penedès, encabezadas por dos ciudades como Vilafranca y El Vendrell -las capitales de comarca respectivamente-, sin dejar de lado Sant Sadurní d’Anoia, con una gran concentración de cavas, y Sitges.

Vilafranca y su Museo del Vino, con sus palacios, iglesias y monumentos, ubicada en una gran llanura cubierta de viñas, es historia de Catalunya: aquí se celebraron unas Corts y murió Pere II, conde de Barcelona y rey de Aragón. Celebra además su «Festa Major més típica de Catalunya». El Vendrell por su lado, nota más la influencia del turismo en sus calles, cerca de poblaciones de veraneo con magníficas playas.

Con todos estos ingredientes ya no hay excusa: venid al Penedès y haced lo que más os apasiona, ciclismo y turismo.

Por Jordi Escrihuela      Fotos: Sergi Ros

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