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Por Jordi Escrihuela

No nos importa lo que digan de vosotros. No os lo merecéis. Vosotros nos hacéis felices, nos hacéis vibrar. Disfrutamos vuestras victorias y nos desconsolamos con vuestras derrotas. No merecéis que duden de vuestro honor, ni de vuestro esfuerzo y sacrificio. ¡Qué injustos son con vosotros! Muchas veces no se acuerdan de las alegrías que nos dais. No tienen memoria. Que pronto se olvidan de las gestas que protagonizáis, de vuestras proezas, de correr día sí y día también al límite de vuestras fuerzas, subiendo y bajando puertos, algunos duros, muy duros, terribles.

Nos emocionáis. Devoráis kilómetros y kilómetros muchas veces a ritmo frenético. Ni siquiera podéis contemplar el paisaje. ¿El paisaje? Seguramente era muy bonito, pero vosotros ni os habéis fijado. No habéis podido. Ya puede llover o hacer frío, o un calor que os achicharre el cerebro debajo de vuestro casco, que vosotros salís igualmente a pedalear.

No os quejáis nunca. Y encima os maltratan. Eso sí, siempre os piden batalla y cuando no la hay os critican. Son aficionados de salón. Nunca están contentos. Cuando creen que les habéis fallado os condenan al infierno. Serán los mismos que meses antes os habrán elevado a los altares.

Os controlan siempre. Las 24 horas del día, los 365 días del año. Os miran con lupa. Se os presentan de improvisto, sin avisar, en vuestra propia casa. A cualquier hora, incluso de madrugada. Os pinchan, os sacan la sangre. Os incomodan. No son capaces ni de respetar vuestro preciado y escaso descanso. ¿Hasta cuándo vais a aguantar esta situación? Algunos ni siquiera os conocen. Ni a vosotros ni a este deporte. Seguramente muchos ni se habrán subido a una bicicleta. No saben lo que es el esfuerzo. Desconocen lo que cuesta poner una bici a 50 km/h ¡ni que sea en bajada!

Nosotros os seguimos admirando, como siempre. Del primero al último. Hay un dicho que dice que el que gana es un campeón, pero el farolillo rojo es un héroe. Eso es lo que sois para nosotros: unos héroes. Sólo por el hecho de estar ahí ya merecéis todo nuestro respeto, el que os deberían tener esos que dudan de vosotros, los que no os ven como entrenáis y lo que os cuesta estar en la línea de salida. Miles y miles de kilómetros de entreno, ya sea invierno o verano, para «estar ahí».

Esta gente no lo sabe, ni les importa. Dicen que miran por vuestra salud, pero vosotros ya sois mayorcitos ¿verdad? Sin embargo, ¿por qué no se preocupan de humanizar las carreras? ¿Por qué consienten que salgáis con temperaturas extremas a recorrer casi 300 km, en un día en el que además tenéis que subir no sé cuántos puertos de primera? Y además os piden lucha, hasta casi la extenuación. Sois unos héroes.

Viajáis. Os desplazáis de país en país, de vuelta en vuelta, de carrera en carrera. Solos con vuestros compañeros. Durante casi todo el año. Dejáis atrás familia, padres, hijos, amigos, para concentraros en vuestro trabajo. Qué poco agradecen vuestro sacrificio.

Lleváis vuestro físico al límite. Después de una dura carrera vuestro aspecto es lamentable: os quedáis muy flacos, casi en los huesos, y la cara quemada por el sol o llena de polvo y barro. Eso si habéis tenido suerte y no os habéis caído. Pero es igual, os volveréis a levantar, quizás con una clavícula o una costilla rota, quizás ensangrentados, con una herida abierta, con el maillot o el culote destrozado, pero os levantaréis y acabaréis la carrera ¡Qué duro es este deporte!

Ahora que de nuevo se alza el telón y vais a echar rodar, que sepáis que tenéis todo nuestro apoyo. A todo el pelotón. A todos los que formáis la serpiente multicolor, los líderes, los gregarios, los escaladores, los sprinters y los rodadores, los que ya estáis fuertes, los que lo estaréis más adelante, a los altos y a los bajos, todos, para nosotros sois GIGANTES.

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